La mujer en la edad media

Las mujeres en la edad media, su oficio dependía según su posición social, nivel económico, o si eran casadas, solteras o viudas.

Las mujeres de la nobleza, estaban a cargo de la economía familiar, del cuidado y educación de los hijos, así como de vigilar a las personas que estaban bajo su custodia. Representaban al marido ausente, por lo que tenían que gobernar y administrar sus tierras. Siempre y cuando no hubiera ninguna figura masculina en casa.

Las mujeres comunes, es decir las de clase media, llegaron a tener su propio negocio, y así ayudando a la economía familiar, independiente al de sus esposos. Además realizaron varios oficios en la ciudad. La mujer casada podía ocuparse de la economía del negocio.

También eran artesanas, las mujeres podían trabajar en casi todos los gremios, siendo más habitual su presencia en el mundo textil estas podían ser, bordadoras, tejedoras, hilanderas.

Tenían trabajos relacionados con el alimento, dirigían sus propios negocios como por ejemplo: cervecería, elaboración de panes, vendían frutas, verduras, aceites, pescados y carnes. Y además había vendedoras ambulantes de productos agrarios.

Las mujeres se encargaban de las enfermedades, más que nada de niños, y en los partos, también había algunas que ejercían oficios sanitarios, y otras que preparaban medicamentos, ungüentos, cremas. Algunas mujeres cuidaban de los enfermos de su familia. De modo que la medicina doméstica estaba en sus manos. Se ocupaban de las enfermerías de los monasterios o de los hospitales de pobres y enfermos.

Estas mujeres también ayudaban en las obras de construcción, en especial en la época en las que los hombres no estaban. No se las tomaba como autoridad, si no que les daban las mismas tareas que a los peones, como por ejemplo, auxiliares de albañiles, canteros, tapiadores, reparadoras de caminos, preparando mezclas. También las hacían bajar productos de los barcos.

Las campesinas, se dedicaban a las cosechas, siembras y el cuidado de sus tierras y los rebaños familiares.

Las jóvenes solían dejar el campo para ir a trabajar como criadas y sirvientas de mujeres de la burguesía, bien recibiendo un salario o bien a cambio de comida y alojamiento. Además servían en talleres o estaban presentes en los partos.

Después teníamos otro tipo de mujeres, las juergueas y las actrices, ellas iban de un lugar a otro, y recibían un sueldo sus actuaciones.

También estaba la mujer que optaba por dedicar su vida a Dios ya fuese por haber cometido pecados en su vida, o porque su dote se le asignaba a una hermana mayor, o simplemente una mujer que ve el convento como salida a un matrimonio pactado o a la pobreza.

Dama de medio manto, mujer errada, moza del partido, cantonera, buscona. Todos estos eran términos para referirse a las mujeres que se dedicaban a la prostitución, tanto en las ciudades como en los pueblos, pero no todas lo hacían de la misma manera. La mayoría de ellas ejercían forzadas por la pobreza o el desarraigo familiar, pero mientras unas trabajaban diariamente en burdeles, tabernas,  baños públicos, en la calle…,  otras en cambio lo hacían de forma ocasional y encubierta en las calles pero de forma no reconocida, eran las “mujeres enamoradas”. Este último grupo no pagaba impuestos y algunas de ellas ganaban mucho dinero.

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