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Leyendas


Enviado por   •  26 de Junio de 2013  •  Informes  •  2.358 Palabras (10 Páginas)  •  318 Visitas

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LEYENDAS

Leyenda de la Cuenca del Cangrejal

Siguiendo aguas arriba del denominado Río Viejo (Nombre que también corresponde a la aldea situada en una de sus márgenes), tributario del Río Cangrejal, se llega al lugar conocido como La Colorada, donde en otro tiempo existió una hermosa hacienda de ganado vacuno.

El propietario, hombre muy sensato y entendido en agricultura y ganadería, había cultivado grandes extensiones de zacate guinea para alimentar a sus semovivientes.

Hacia el rumbo oeste de la casa, en un espacioso terreno, se mecía al viento un frondoso cañaveral que estaba cubierto en forma de tapiz con ladrillos cuadrangulares, que en la magnífica construcción denotaban la acción de pasadas centurias. Los más antiguos residentes, cuentan que en siglos anteriores existió allí una populosa ciudad, cuyos habitantes pudieron ser netamente indígenas o colonos españoles.

Su nombre era PUEBLO VIEJO, con un templo en el centro cuyo piso estaba cubierto por arbustos de caña brava. Esta versión es la más aceptada, vista la forma rectangular del enladrillado.

Cuando más tarde se hicieron algunas excavaciones se fueron encontrando objetos de arcilla cocida con finísimo pulimento y simbolizando animales, pitos, enseres de cocina y hasta figuras humanas. En la actualidad no falta uno que otro que asegure que en las proximidades del vetusto piso de la antiquísima iglesia, hayan visto en las oscuras noches una extraña luz que podría ser indicio de tesoros cubiertos por la madre tierra y ocultos a las desmedidas ambiciones de estos tiempos. Lo que se dice de esta misteriosa ciudad, ha llegado hasta nosotros de manera tradicional; pero en 1980, un grupo de investigadores descubrió el sitio, indagó con parientes del hacendado en referencia y declaró que se trataba de un “Centro Ceremonial Maya”. Varios canales de televisión de La Ceiba, han elaborado reportajes sobre esta leyenda tradicional de la Costa Norte.

Los hermanos que discutían

Nos cuenta Leonila Flores García, que en el año 1953, en la aldea de Pajaritos, jurisdicción de Cantarranas, vivía el señor Luis Flores, tío de la madre de la remitente, el viejo vivía sólo porque no le gustaba vivir acompañado, debido a su mal carácter. Tenía una hermana llamada doña Coronada, que vivía cerda de él, sin embargo, las pocas veces que don Luis llegaba a visitar a su hermana en su humilde casa, terminaban discutiendo, diciéndose groserías y protagonizando uno escándalos tremendos, manteniéndose enojados por mucho tiempo.

Don Luis Flores, decidió trasladarse a vivir solo donde tenía sus cosechas de maíz y frijoles, debajo de un árbol de aguacate construyó un tapesco. Durante el día trabajaba afanosamente, pero en las noches no podía dormir, porque unos cerdos se metían a comerle las siembras.

–¡Cuche, cuche, cuche! Chanchos jodidos que no lo dejan dormir.

Sucedió que una noche aproximadamente a las doce, escuchó el ruido que producían los cerdos cuando se metían a sus terrenos, se levantó como las veces anteriores, para sacar los animales, de pronto sintió miedo y vio que los animales empezaban a correr de un lado para otro haciendo un ruido espantoso, como si presintieran algo desconocido.

En medio de la oscuridad apareció un hombre muy extraño, al velo don Luis dijo:

–Adiós señor.

–¡Señor no! Caballero que es otra cosa.

–Está bien pues caballero.

–Mira como me lo tienen de quemado, pero más fuego les voy a meter a ustedes.

–Primero Dios y la virgen que más fuego te vamos a meter nosotros. Vos ni sabes dónde vivo, para que salgas diciendo que vas a quemar estos potreros, ni te conozco siquiera.

–Allá es onde vos vivías, pero si vos ni tu hermana saben vivir.

El extraño señaló la casa de doña Coronada y desapareció bruscamente. Al día siguiente encontramos medio loco a don Luis. Después de ser atendido por sus hermanas le contó lo sucedido, y desde ese momento prometió no pelear más con doña Coronada, pues según el, aquél extraño no era otro que el demonio que le había ello una advertencia.

MITOS

EL SISIMITE.

Al igual que sus parientes de las nieves, el yeti del Tíbet y el bigfoot de EEUU y Canadá, el sisimite es otra de esas criaturas que aparecen de la nada y desaparecen del mismo modo. Según el investigador hondureño Jesús Aguilar Paz, el sisimite o itacayo deambula por las altas montañas y habita en inaccesibles cavernas, alimentándose de frutas silvestres, de la misma manera que sus parientes cercanos de México y Argentina, el peludo y el ucumar respectivamente.

"Estos monstruos secuestraban a mujeres, y se las llevaban a sus cuevas. Se dice que de esta unión nacieron hombres-simio". Aún se comenta en los pueblos de las montañas la historia de una mujer que logró huir del escondite donde vivía con un sisimite.

Según cuentan, la criatura la persiguió cargando con los tres hijos que habían tenido en común y enseñándoselos a la madre. Ésta logró cruzar un río mientras la bestia, desde la otra orilla, le mostraba a los pequeños para lograr atraerla. Al parecer, los intentos del sisimite no surtieron efecto, de tal modo que, enfurecido, arrojó a los niños al agua y perecieron ahogados.

El fraile italiano Federico Lunardi, uno de los más importantes estudiosos de la cultura hondureña, asociaba esta criatura al dios Chac de los mayas, "el que sostiene el cielo, el dios del agua". Según Lunardi, la creencia popular sostiene que en el interior de una de estas cuevas, en una pared, están grabadas "la mano con sus dedos" y varias huellas que habían dejado los sisimites que acudían a media noche a la caverna para afilar sus uñas en la roca.

EL COMELENGUAS.

En los años 50, en Nacaome, al sur de Honduras, una misteriosa criatura causaba pavor a los lugareños. En Literatura oral de la Zona Sur (Tegucigalpa, 1996), Karen Ramos y Melissa Valenzuela describen cómo varios campesinos observaron un ave gigantesca sobrevolando las haciendas de dicha localidad. Según estos mismos testigos, al día siguiente de los avistamientos se encontraron algunas reses muertas en extrañas circunstancias. Un campesino asegura que vio cómo la criatura atacaba a un toro usando su cola, semejante a una gruesa serpiente,

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