Militarización De Alemania

Alemania, para el fin de la Gran Guerra (1919-1933) quedó en un muy mal estado político, social y económico a nivel internacional. Este último fue originado por la dureza de las demandas impuestas en el tratado de Versalles e impulsado por la inflación global ocasionada por el Crack de Wall Street en los Estados Unidos. La moral se encontraba muy baja y surgió un resentimiento hacia las otras naciones responsables de su desgracia y hacia los altos dirigentes Alemanes del actual gobierno por haber firmado el armisticio. En este contexto fueron tomando fuerza los partidos comunista y nacionalsocialista. Este ensayo tratara sobre este último -el cual, hoy sabemos, salió victorioso- centrándose en cómo el contexto, junto con otros factores, influyo en la aceptación del pueblo alemán por la “militarización” de la sociedad característica del partido Nazi.

Como se ha mencionado previamente en el ensayo, Alemania atravesaba una terrible crisis económica. Había una gran escasez de trabajos, paro, desgaste de la vida agrícola, entre otras muchas consecuencias que afectaban el estilo y calidad de vida de los ciudadanos alemanes. Durante el inicio de Hitler como canciller aumentaron las ofertas de trabajo, principalmente en obras públicas (carreteras) y la campaña armamentista prometía muchos más. La Alemania de después de la Primera Guerra mundial era una sociedad tremendamente dispersa, sin ninguna clase de unión a nivel comunitario. La Alemania que Hitler prometía era una Alemania por y para el pueblo, les otorgó a sus ciudadanos una meta única y, más aún, enemigos en común: El comunista y el judío.

Para ese momento en Rusia ya se había establecido un gobierno comunista y el partido de dicha naturaleza en Alemania crecía en número. Era responsable de numerosas marchas, huelgas y levantamientos. Este desorden generó temor en una gran cantidad de ciudadanos alemanes que se veían afectados por estas protestas o veían el estado lamentable de las calles al terminar éstas. En muchos de ellos creció la paranoia y cada vez más gente pensaba a creer que se necesitaba un líder fuerte. Un líder capaz de neutralizarlos, acabar con el caos y detener la amenaza de un gobierno comunista en Alemania.

La sociedad alemana de aquella época -además de ser temerosa de la amenaza comunista- tenía un carácter altamente antisemita. Gran parte de los judíos alemanes, a pesar de la crisis, lograron mantenerse a flote económicamente. Esto originó un gran resentimiento por parte del resto de alemanes que no corrieron la misma suerte. La imagen que se tenía del judío era la de un prestamista malicioso al que solo le interesaba el dinero y se aprovechaba de la desesperación del ciudadano alemán para dejarlo sin un centavo y con grandes deudas. Aunque el resentimiento era tangible en la sociedad alemana y muchos estaban aliviados de la “relocalización” de los judíos, una fracción –espero no pequeña-

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