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Moulian, Los Sistemas Polìticos

Angelina RiquelmeApuntes23 de Septiembre de 2015

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MOULIAN EMPARANZA, TOMAS[1]. Sistemas de partidos y régimen político entre 1932-1973. Seminario: Sistema electoral y Congreso Nacional. Santiago, Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Revista de Ciencia Política, edición especial, septiembre de 1988. Pp. 32-41[2].

        En las páginas que siguen intentaré leer la historia de los partidos políticos en su compleja relación con el régimen de gobierno y con el sistema electoral existente en Chile, esbozando algunas hipótesis que permitan entender por qué el sistema político chileno consigue legitimidad, eficacia y gobernabilidad pese a sus especiales características, y qué relación tienen las reformas de las leyes electorales de los años sesenta y particularmente los cambios en el sistema de partidos.

1. SISTEMA DE PARTIDOS ENTRE 1932 Y 1933

La primera hipótesis se refiere a la discontinuidad del sistema de partidos chilenos y a la fundación entre 1932 y 1933 de uno nuevo, estructuralmente diferente del existente durante el régimen parlamentario.

El sistema de partidos de la fase parlamentaria se "cerraba", por decirlo así, en los partidos Radical y Demócrata. Esto significaba que la izquierda del sistema -para usar términos convencionales- era de partidos con carácter socialdemócrata: uno de base popular -como era el Partido Demócrata-, pero en proceso de descomposición política en los años 32-33; el otro era un típico partido de ideología estatista y policlasista que había ido derivando del liberalismo, tipo Enrique Mac-Iver, hacía concepciones reformistas. Este Partido Radical se caracterizaba por una gran estabilidad electoral, quizás al de mejor performance en este terreno durante el período, puesto que se mantuvo siempre cerca del quinto del electorado. Si sacamos el promedio de sus resultados electorales entre 1900 y 1965, se sitúa alrededor de un 17,5, pese a las importantes caídas de 1953 y 1965, donde bajó a un 13. Sin embargo, lo importante es rescatar que en la fase parlamentaria los Partidos Radical y Demócrata era los centrales del sistema. Dentro de esa estructura la izquierda estaba constituida por los dos partidos ya descritos.

¿En qué consiste la transformación estructural que se produjo entre los años 1932 y 1933? El sistema de partidos empieza a limitar a la izquierda con partidos políticos marxistas que tienen un proyecto socialista. Es indispensable llamar la atención en el hecho de que la fase de estabilización de la democracia chilena, es contemporánea con la fase de emergencia electoral de este tipo de partidos que algunos dentistas políticos, como Giovani Sartori, han llamado "antisistema". Para el caso chileno, los hechos demuestran que esa calificación era inapropiada, puesto que su auge electoral no imposibilita, sino más bien favorece la estabilidad democrática.

Esta transformación estructural consiste en que, a partir de 1932-1933, estos partidos que se auto definen como marxistas y que tienen un proyecto futuro de socialismo, empiezan a tener significación electoral en el sistema de partidos. Como se sabe, el cambio no consiste en la fundación de una izquierda socialista ya que el Partido Obrero Socialista había sido fundado en 1912. Este era efectivamente un partido antisistema, el cual no logró en la práctica conseguir representación parlamentaria. Sólo consiguió algunos diputados en acuerdo con la Alianza Liberal de la época, permitiendo a Luis Emilio Recabarren salir elegido diputado por el norte. Pero fuera de esas excepciones, conseguidas después de 1918, el Partido Obrero Socialista prácticamente no tiene

representación electoral y no logra reproducir en el terreno político la hegemonía que tenía en el terreno sindical. Por lo tanto, es un partido que en el interior del sistema de negociación política del llamado Estado de Compromiso Oligárquico, no tenía ninguna participación.

El Partido Comunista, por otra parte, fue fundado en 1922 diez años antes de la transformación del sistema de 1932-33. Sin embargo, desde 1927 hasta 1932-33, siguiendo los dictados de la Tercera Internacional, éste adopta una línea que sus propios historiadores han llamado ultraizquierdista. En los albores de la gran crisis del capitalismo mundial, el Partido Comunista sostiene la tesis de que es posible una revolución obrero-campesina y que no es un error estratégico tirar salvavidas a los partidos burgueses o pequeño burgueses. Es entonces un partido sin aliados en el sistema político, al margen del proceso de reformas que se inicia con Arturo Alessandri y que continúa, de un modo autoritario, con Carlos Ibáñez del Campo.

Hay un hecho muy representativo de esa visión de la política, contada por Elias Laferte en sus Memorias. La dirección comunista le pide que vaya a hablar con los jefes de la República Socialista, para indicar las condiciones que ponía el Partido Comunista para apoyarla. Dichas exigencias eran que el gobierno aceptase armar al pueblo y formar el Soviet de obreros campesinos y estudiantes. Como es obvio, ese partido vivía en el mundo de la ilusión política, porque la llamada República Socialista cayó a los pocos días. Estaba en la fase que sus historiadores han llamado ultraizquierdista, con escasísima significación electoral en el sistema político chileno. En 1931 Elias Laferte es candidato y no saca el 1 de los votos y el año 32 vuelve a insistir, obteniendo sólo alrededor del 1,5. Pero en las elecciones de 1932, Marmaduque Grove ya había obtenido el 18 de los sufragios. El fenómeno del grovismo resitúa electoralmente a la izquierda y es por eso que podemos hablar, a partir de los años 32-33, de una transformación del sistema de partidos previamente existente. En 1933 se funda el Partido Socialista y los comunistas cambian de línea. De este modo se estructura un nuevo sistema de partidos, cuya distancia ideológica entre los extremos es muy diferente a la que existía en el parlamentarismo.

En las elecciones parlamentarias posteriores, los partidos socialistas (que eran tres en ese momento, porque no se habían unificado todavía) sacan el 5,6 de los votos, sin lograr reproducir el fenómeno de liderazgo grovista. La transformación estructural del sistema de partidos se consagra con el viraje estratégico del Partido Comunista en su Novena Conferencia, donde abandona la línea de la revolución inmediata y asume la línea etapista y de tránsito gradual al socialismo, definiendo como la tarea de los partidos obreros generar las precondiciones para el tránsito al socialismo. La principal de éstas es que exista desarrollo capitalista en la sociedad chilena, tesis muy antigua y clásica del marxismo. Entonces, el Partido Comunista, a partir de 1933, realiza este viraje estratégico que lo lleva el año 1956 a estar perfectamente acomodado en la línea del XX Congreso del PC.

El nuevo sistema de partidos es, como se ha dicho, diferente estructuralmente del anterior. Es más bien triádico -que no es lo mismo que un sistema de tres tercios-, cuyos extremos son polares y con uno o dos partidos en el medio, de los cuales uno es predominante.

Este sistema triádico existió en la historia electoral chilena, sólo en las elecciones presidenciales de 1970, puesto que dicha estructura implica que cada uno de tres contendores se reparten equitativamente la votación; además significa un sistema donde la repartición es aproximadamente de un tercio de cada uno de los contendores. Entonces, lo que había en Chile era una estructura triádica o tripartita, en la cual el partido intermedio hegemónico hasta la década de los sesenta era el P. Radical, reemplazado después por el Partido Demócrata Cristiano. Los partidos intermedios -nombre que prefiero al de colectividades de centro, ya que éstos en ocasiones no son céntricos y se sitúan en el espectro político más cerca o más lejos de los polos- enfrentan, dada la estructura del sistema, una situación de bilateralidad. Esto significa que pueden recibir ofertas de cada uno de los polos o generar expectativas en ellos. En esas condiciones el sistema será más o menos flexible, según tengamos o no un centro flexible.

Esta es la nueva estructura que a partir del año 33 empieza a tener el sistema de partidos. Por esta razón se puede hablar de la hipótesis de la discontinuidad, siendo el sistema de partidos de la época parlamentaria un sistema diferente. Pese a la descontextualización que esta afirmación significa -porque hasta la irrupción de Arturo Alessandri existe un sistema de notables con escasa participación de masas-, hay de todos modos una gran transformación.

Además es necesario insistir, para entender el sentido del cambio, que la institucionalización política de los sectores populares, a través de los partidos de izquierda, es un factor de estabilidad de la democracia chilena y no un factor de perturbación de su estabilidad política, por lo menos hasta cierta época de su desarrollo. Es muy posible que el sistema político chileno no hubiese tenido la estabilidad que tuvo si las oportunidades políticas a los partidos de izquierda hubiesen sido más escasas, porque el hecho de existir oportunidades altas permite su incorporación al sistema político y su integración. Al decir esto estoy señalando un punto metodológico, intentando un análisis no valorice de los sistemas políticos. Al margen de los juicios de valor y de la importancia subjetiva que los actores asignen a ellos en sus decisiones, es necesario ver a los sistemas políticos como un conjunto de oportunidades, que al ser percibidas como equitativas aumentan la propensión a participar. Esta proposición sería obvia si no fuera porque la mayoría de los discursos políticos la niegan. Los partidos son asociaciones de poder, cuya acción es racional con arreglo a fines y valores. Tratarlas conceptualmente como asociaciones altruistas y benéficas hace incomprensible el análisis de los sistemas políticos.

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