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Nacimiento Del Ideal Caballeresco Y El Amor Cortés

marianatorresv18 de Junio de 2014

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A inicios de la Edad Media, la población crecía, se construían nuevas ciudades y se impulsó de manera significativa la actividad agrícola, así como la artesanía y el comercio. Al instaurarse estas nuevas ciudades, comenzaron a construirse torres de aguja en las iglesias; esto para simbolizar la conexión entre el cielo y la tierra, lo divino con lo concreto y ordinario. La población ansiaba la trascendencia y el ascenso al cielo significaba el abandono de las durezas de la vida terrenal; por lo tanto, afirmamos que se vivían tiempos de extrema espiritualidad. Como estos eran tiempos de guerra y conquista de territorios, se debió localizar un punto de conciliación entre la guerra y la iglesia; el ideal caballeresco fue el resultado de esta búsqueda: el otorgamiento de carácter señorial a los guerreros que, de ahora en adelante, lucharían por la verdad, la bondad y la iglesia, bajo los mandatos de Dios. A pesar de la existencia de un código caballeresco – el cual establecía, entre muchas otras cosas, que los caballeros debían ser corteses y amables cuando no se encontraran en combate – estos hombres asesinaban, violaban y robaban, además de utilizar su condición para seducir doncellas. De hecho, dichos guerreros eran tan temerarios que hacían caso omiso a que, en caso de morir en batalla, irían al infierno, pues la iglesia lo consideraba un suicidio. La fama, los premios y las doncellas eran suficientes para que los caballeros arriesgaran todo; para ellos, era más lo que tenían que ganar que lo que tenían que perder.

En cambio, las mujeres tenían como papel el de ama de casa; eran concebidas como débiles e incapaces. Sin embargo, al ser las encargadas del hogar, gobernaron las haciendas y esto les inspiró la confianza que necesitaban para elevar su imagen y mejorar su situación legal. Tras obtener mayores libertades, la mujer tuvo la oportunidad de fantasear sobre el amor; aunque el amor erótico fuera condenado por la iglesia católica y ni siquiera estuviera bien visto entre marido y mujer. Estos pensamientos “impíos” sobre el amor surgieron de las obras de poetas y pensadores como Virgilio, Platón y Ovidio, contrastando enunciados de la Biblia que establecen que, por ejemplo, “es bueno el hombre que no toque a una mujer” o que se debe amar a Dios más que a nadie. Sin embargo, lo que en realidad fortaleció la idea del amor erótico en la Edad Media fueron los llamados trovadores. Se dice que tuvieron origen en Arabia y se extendieron por el occidente como consecuencia de las cruzadas. Estos eran hombres que cantaban, más que todo, sobre el amor. La mayoría eran plebeyos e iban de pueblo en pueblo entonando sus poemas o, en muchos casos, los escritos de otro. Si tenían suerte y talento, podían terminar empleados en algún castillo, tocando para caballeros, monarcas o doncellas adineradas.

A partir de ahora, los escritores se empezaron a centrar en el tema del amor, puesto que éste era lo más popular de la época y sus obras podían terminar siendo entonadas por grandes trovadores, haciéndolas famosas. Ahora los caballeros pasarían a ser seductores de las más finas doncellas; a éstas les emocionaba la idea de ser cortejadas y amar apasionada y abruptamente, tal y como se relataba en las historias de la época. Las relaciones que ansiaban eran exclusivamente extramaritales, basadas en el deseo de la unión a través de los cuerpos. De esta forma, una vez que la idea del amor cortés y erótico sedujo, en su mayoría, a la sociedad; la presión que ejercía la iglesia en ésta, se debilitó enormemente y los nobles comenzaron a adquirir poder. Podemos concluir, entonces, que el ideal caballeresco y la idea del amor cortés fueron elementos decisivos en el desenvolvimiento de las clases sociales durante la Edad Media, así como también del arte.

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