Origen Liberal
ladisoa23 de Octubre de 2013
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• Liberalismo y derechos humanos. Entre los principales precursores de los derechos humanos están los liberales del siglo XVII y XVIII. Posiblemente la figura más importante en este sentido sea el filósofo escocés John Locke(principal ideólogo de la revolución inglesa de 1688), considerado el padre del liberalismo. La historia de la libertad encuentra en éste uno de sus pensadores más importantes, en una época en la cual se sostenía que los monarcas derivaban su soberanía de Dios. Locke refutó dicho principio y sostuvo la idea de que los hombres eran libres e iguales entre sí, que existían ciertos ‘derechos naturales’ que todos los seres humanos poseían sólo por el hecho de ser seres humanos, y que los gobernantes debían estar al servicio de su pueblo y respetar los derechos de los ciudadanos (Giménez Pérez, 2009: 45).Estas ideas tuvieron una profunda influencia en la revolución americana, a tal punto que podríamos afirmar que la inspiraron. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, escrita en 1776, sostenía que todos los hombres habían sido creados iguales, que su Creador los habría dotado de ciertos derechos inalienables, entre los que se encontraban el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, conceptos netamente ‘lockeanos’. Éstos, a su vez, sirvieron de base para la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa en 1789 y, posteriormente, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas en 1948.Una de las mayores victorias del liberalismo ha sido universalizar el concepto de los DERECHOS HUMANOS como derechos inherentes a todas las personas independientemente de su género, nacionalidad, edad, raza o condición socioeconómica (UNIVERSALIDAD). Esta tesis, sin embargo, no está exenta de contradicción ya que la ideología liberal ha presentado como universal un modelo de identidad que es particular y dependiente de un grupo, aunque sea éste numéricamente mayoritario. El éxito de la estrategia liberal radica en presentar como universal y neutral dicho modelo, lo que supone por otro lado la imposición efectiva de conductas y comportamientos por parte de un grupo determinado (Escudero Alday, 2008: 43).
II. LIBERALISMO Y DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA. Desde sus orígenes, y fruto de la tradición jurídica española, francesa y anglosajona, la base del pensamiento americano se encontraba fundado en la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos, en la libertad consustancial con la naturaleza del hombre y en la necesidad de procedimientos y garantías adecuados para la protección de estos derechos inalienables (Gros Espiell, 1978: 60).
Latinoamérica ha sufrido un complejo, azaroso y desigual tránsito del liberalismo clásico a finales del siglo XIX hacia otras formulaciones políticas en las que el Estado acabaría interviniendo en el control, la administración y la resolución de los problemas de la sociedad civil -ámbitos todos ellos que antes escapaban a su competencia-, en la senda de conciliar los presupuestos liberales con la democracia. Asimismo, el liberalismo formaba la base de programas y teorías para la instauración y consolidación de gobiernos y para la reorganización de las sociedades en las naciones que acababan de independizarse (Hale, 1991: 2). Las recetas, en todo caso, no fueron aplicadas de la misma manera en los distintos países, ni en todos ellos el resultado fue equiparable, caracterizándose por ser más bien una corriente que agrupaba una diversidad de tendencias históricas. En muchos de éstos, la superación del liberalismo clásico acabaría desembocando en soluciones políticas autoritarias de signo diverso (García y Rey, 2008:17). Bethell afirma que la experiencia distintiva del liberalismo en América Latina se derivó de la aplicación de las ideas liberales en países que estaban muy estratificados,
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