Patrimonio Cultural
carmen9028 de Octubre de 2014
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El patrimonio cultural y la experiencia educativa del visitante
Se concibe la función principal del museo como educativa, y sin embargo, no por ello el museo deja de ser un espacio privilegiado de legitimación social. Otra función básica del museo es conservar los valores representados por un determinado patrimonio material.
La extensión de estos objetivos, donde el museo es el espacio de un patrimonio que sirve para fines educativos, son los cedularios, los catálogos, la crítica museal, las visitas guiadas y los servicios de carácter educativo que se ofrecen en los museos.
Es posible sostener que solo hay museo donde hay una colección de objetos valiosos, independientemente de la lógica que subyace a la estructura de estas colecciones, y a las condiciones históricas que hicieron posible su existencia. (S. Pearce, 1993; W. Muensterberg, 1994).
En los espacios museográficos apoyados en la lógica ritual se enfatiza el calor que se asigna a los objetos y espacios, y a los discursos autorizados que los legitiman, bajo el pretexto de tener un carácter didáctico. Algunas de las principales características de estos museos son la legitimación institucional de los criterios de selección y su elevado costo social. En estos museos se presupone que el visitante debe acceder al lenguaje y las estrategias de codificación y legitimación que este discurso ofrece. El museo funciona entonces como espacio indiferenciado, accesible en sus códigos únicamente para los visitantes. En este contexto se calcula un determinado capital en el visitante, teniendo una confirmación de valores y conocimientos que aquel produce.
Los nuevos espacios museográficos y la experiencia lúdica
En estos espacios se disuelve el principio de autoridad, que es sustituido por el principio de experimentación, a su vez apoyado en la práctica de prueba y error.
Se trata de participar en la construcción de un patrimonio cultural de naturaleza virtual, como un proceso experimental. Esta experiencia tiene el interés de desarrollar en los visitantes un patrimonio intangible: el ejercicio de la imaginación, la curiosidad intelectual y la capacidad de asombro.
El patrimonio más valioso en estos espacios de interacción consiste en el hecho de que en su interior “en lugar de haber cosas, ocurren cosas”. El riesgo de dichas propuestas museográficas consiste en que el carácter lúdico de la experiencia no garantiza los valores representados por los acervos o los módulos interactivos sean reconocidos por el visitante como resultado de la experiencia adquirida de su visita.
El patrimonio cultural y la experiencia educativa
A partir de las estrategias ritual y lúdica de la museografía contemporánea, es posible formular la posibilidad de que el efecto educativo del discurso museográfico sobre el visitante, sea producto de un equilibrio entre estas tendencias.
El surgimiento de esta modalidad de museo, con la subsecuente creación de un nuevo concepto de patrimonio y de las posibles actitudes ante él.
La última finalidad a la que dirigen estos espacios museográficos es hacia la posibilidad de percibir a la vida cotidiana – ámbito natural de los sujetos, desde una perspectiva museográfica.
a) El museo como espacio ocupado en la conservación de un determinado acervo material, caracterizado por objetos, colecciones y sitios históricos, generando así una experiencia ritual en el visitante.
b) El museo como espacio de interacción, que va a generar en el visitante diversas experiencias de naturaleza lúdica y participativa; en esta opción se hace énfasis en el lugar activo de los sujetos y su preocupación parece estar centrada en el futuro.
c) El nuevo museo imaginario, como espacio virtual, en el que se ponen en práctica las técnicas de la nueva museografía, orientada el reconocimiento de la heterogeneidad
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