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Pensamiento Latino Caribeño


Enviado por   •  21 de Enero de 2013  •  2.565 Palabras (11 Páginas)  •  395 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El hombre hispanoamericano, en la medida en que fue haciéndose más consciente de sus relaciones de dependencia con un mundo que no considera como propio y de un pasado que consideraba como ajeno, trató de romper definitivamente con tal mundo y con tal pasado. Pero, en vez de negarlos de acuerdo con una lógica dialéctica, lo hizo de acuerdo con una lógica formal, esto es, conforme a una lógica, que no admite la contradicción. Una lógica en la que la historia no tiene cabida. Partiendo de esta lógica, el hispanoamericano no tuvo otro camino que negar su historia, renunciar a ella, considerándola como impropia. Su historia, su pasado, fue considerado cómo algo ajeno, como algo que no le pertenecía por no haber sido obra suya. El pasado se le presentó como lo negativo por excelencia; como aquello que no debía ser el hispanoamericano, ni aun en el sentido de haberlo sido alguna vez.

El hispanoamericano, al autoanalizarse, se encontró lleno de contradicciones. Sintiéndose incapaz, insuficiente, para realizar una síntesis de éstas, optó por el camino más fácil, la amputación. Eligió una de las formas de su ser y trató de cortar definitivamente la otra. Pero con esto la contradicción siguió en pie, sin solución, ni siquiera aparente. En el pasado vio la raíz de todos sus males, la fuente de todas sus desdichas como pueblo. Este pasado fue y siguió siendo la Colonia. La historia de ésta se le presentó como lo ajeno por excelencia.

PENSAMIENTO POLITICO Y CARIBEÑO

La filosofía latinoamericana ha tenido un extraño camino. Se inició con una polémica sobre la esencia de lo humano y la relación que pudiera tener ésta con los indígenas del continente americano.

Esta polémica comenzó cuando los conquistadores negaron el estatus antropológico de los indígenas en nombre del cristianismo basándose en tres planteamientos fundamentales:

-La "inferioridad natural" de los indígenas, lo que daba derecho a una Sociedad Superior sobre una inferior, según la tesis aristotélica

-Partiendo de la base de la primera tesis, los españoles argumentaban que los indígenas eran incapaces de organizar la vida social según los modelos europeos, por lo tanto el Estado Español debía de ayudarles a construir nuevas instituciones según el modelo de Estado Español.

-Por último los indígenas cometían pecados contra la religión católica ya que practicaban la idolatría, la sodomía y la barbarie.

Sin embargo a pesar de estos argumentos ideológicos el principal problema que tuvieron los españoles fue de orden teológico. Decidir si los indígenas nativos eran parte de la especie humana - y si deberían de ser tratados como súbditos del rey de España - o si sólo eran una "subespecie", que no tenían por que ser tratada como igual ni en tiempo de paz ni en tiempo de guerra.

Estos planteamientos desataron un debate que se conoce en la historiografía como la disputa de Valladolid, entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. La sustentación de ambas tesis se basaron en el libro Historia General y Natural de las Indias del cronista Gonzalo Fernando de Oviedo.

Sepúlvedas argumentaba que la guerra en contra de los indígenas era permitida porque todos los indígenas eran bárbaros, carente de educación e inteligencia. Cometían pecados contra la naturaleza ya que Dios mismo ordenó según el Viejo Testamento la expulsión de los bárbaros de la Tierra Prometida. La ley Divina y natural, fundamentada en Santo Tomás de Aquino, consistía en llevar a los bárbaros a la fe sin excluir los medios no-pacíficos. Por eso, si los indios no obedecían a los españoles en aceptar la fe y su dominio, había que obligarlos por la fuerza.

Bartolomé de las Casas, contrario a la tesis de Sepúlveda le da otra interpretación al evangelio y a las teoría de San Agustín. Llega a la conclusión que solamente después de la conversión voluntaria al cristianismo de los indígenas, se puede decir que la conquista y la subordinación es legítima.

La filosofía, de una manera o de otra, ha reflejado siempre la situación del mundo que la origina, y su importancia ha estribado, precisamente, en su capacidad, no sólo para plantear los problemas que la han originado, sino para anticipar soluciones adecuadas a estos problemas. Con el historicismo se ha puesto en claro la importancia de la filosofía en la historia como expresión máxima de los esfuerzos que realiza el hombre para resolver sus problemas de una vez y para siempre, pese a que estas soluciones resulten siempre circunstanciales. Es sintomático el hecho de que ha sido en las etapas más críticas de la historia del mundo occidental, desde Grecia a nuestros días, cuando han surgido los sistemas filosóficos más importantes. Épocas de crisis, de desajuste moral y social. Épocas en las que el hombre pierde los soportes que le daban seguridad. Épocas en las que es menester reajustar el mundo moral y social del hombre, un mundo que ha sido alterado por diversas circunstancias. En cada una de estas épocas han surgido las grandes filosofías que han permitido el reajuste anhelado y, con él, la nueva seguridad. Nuestra época es, también, una gran época crítica. Una vez más, han sido puestos en crisis valores que hasta ayer parecían firmes y seguros. Las dos guerras mundiales fueron la más brutal expresión de esta crisis. Entre ellas, en el pequeño lapso de paz que separa la una de la otra, surgieron varias filosofías que fueron expresión del desajuste en que había caído la modernidad. Filosofías que plantearon los grandes problemas que sacudían a nuestro tiempo, pero sin atreverse a plantear soluciones permanentes. Y no podía ser de otra manera, el estallido de la segunda gran guerra mundial mostró, con mayor agudeza, la problemática en que se debatía el mundo, una problemática a la que no se le había encontrado solución. La posguerra ha obligado a un replanteamiento de problemas que aún no han sido resueltos. El mundo actual sigue desajustado moral y socialmente, y este desajuste no ha encontrado, todavía, la filosofía que intente darle solución adecuada. Aún no se pasa de una etapa en la que se exponen los problemas que agitan a nuestro mundo. Una filosofía cuyo tema central, desde el punto de vista moral y social, sigue siendo el de la crisis; pero una crisis frente a la cual no se ha encontrado aún solución, por circunstancial que ésta sea.

La filosofía, y en eso estriba su esencia, aspira siempre a dar soluciones universales a los problemas que se le plantean, por circunstanciales que sean. Sin embargo, nunca como en nuestro tiempo, los problemas han sido

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