Populismos En América Latina
guillaa2418 de Junio de 2014
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EL POPULISMO EN AMÉRICA LATINA Myriam Stanley
Los estados, movimientos, partidos, líderes e ideologías populistas representan una etapa fundamental de la historia de América Latina y, que la mayoría de las veces estos se relacionan con otros fenómenos fundamentales para la comprensión de la realidad latinoamericana como lo son el nacionalismo económico, el antiimperialismo, la industrialización, la urbanización, las migraciones internas, la emancipación económica o, política externas más autónomas. Todos hechos sociales, políticos y económicos que componen la problemática del populismo.
Hay cierta coincidencia en algunos autores en aceptar al «populismo» en diferentes situaciones históricas ocurridas en Latinoamérica. Hay casos en que los líderes populistas alcanzaron el poder. En tanto que en otros jamás llegaron a gobernar, pero si dieron origen a partidos políticos o movimientos populares contestatarios, que tuvieron activa presencia en la vida política de sus países.
En general, se denomina populista a los gobiernos de Juan Perón en la Argentina (1946-55), de Getulio Vargas (1930-45/1951-54) y João Goulart (1961-64) en Brasil, de Lázaro Cárdenas (1934-40) en México, de Víctor Paz Estensoro (1952-56/1960-64) y Hernán Siles Suazo (1956-60) en Bolivia, y de José María Velasco Ibarra (1934-35/ 1944-47/1952-56/1956-61/1968-72) en Ecuador. También son considerados como populistas algunos movimientos políticos como el APRA peruano, liderado por Víctor Haya de la Torre o el Gaitismo colombiano, fundado por Jorge Gaitán.
Para el brasileño Francisco Weffort el concepto se limitaría a situaciones y realidades muy concretas, según este autor, el Populismo sería particular de América Latina y se habría dado en el momento histórico determinado por las consecuencias inmediatas de crisis del 1930 y la Segunda Guerra Mundial. Es más, propone que más que hablar de un populismo se podría decir que hubo en Latinoamérica tantos populismos como situaciones particulares, es decir no habría un concepto, sino tantos como movimientos políticos merezcan esta caracterización. Weffort al estudiar el «varguismo» en Brasil, afirma que «el populismo es producto de la larga etapa de transformaciones por la que pasa la sociedad brasileña desde el 1930. Como estilo de gobierno, siempre sensible a las presiones populares, o como política de masas, que buscaba conducirlas manipulando sus aspiraciones, el populismo sólo puede ser comprendido en el contexto del proceso de crisis política y de desarrollo económico que se abre con la revolución de 1930»2. Ampliando esta idea, lo coloca como consecuencia lógica de la crisis de la oligarquía y del liberalismo brasileño y del propio proceso de democratización ocurrido en el país en esos años, pero agrega, que era necesario que se apoyara en algún tipo de autoritarismo, ya sea en el autoritarismo institucional de la dictadura de Vargas de los años 1937 al 1945, o bien del autoritarismo paternalista o carismático de los líderes de masas del período de posguerra, entre el 1945 y 1964. Al mismo tiempo afirma que, el «populismo», mostraría las propias debilidades de los grupos dominantes, al intentar suplantar a las oligarquías en el poder, en un país donde éstas -las oligarquías agrarias- habían impuesto su dominación por tan largo período. Pero sobre todo, aclara, esta forma de hacer política, fue «la expresión más completa de la irrupción de las clases populares en el proceso del desarrollo urbano e industrial de esos decenios y de la necesidad, sentida por algunos de los nuevos grupos dominantes, de incorporación de las masas al juego político»3.
En síntesis, para Weffort, se trata de un fenómeno político con múltiples facetas y resulta muy difícil hacer referencia al conjunto de los movimientos populistas Es un fenómeno que se presenta como la expresión de la emergencia de las clases populares en el escenario político. Emergencia que es posible, dada la crisis del estado oligárquico-liberal que eclosionó como consecuencia de la Gran Crisis de 1930, y aparece como la responsable de la rupt5tura de esa hegemonía oligárquica liberal
La crisis hegemónica, fue producto de la incapacidad de cualquier clase para imponerse por sobre las otras y asumir el poder, así habrá un espacio para ser ocupado por los diferentes movimientos populares. Donde esto ocurra, encontraremos el surgimiento de movimientos populares, asegura. Los nuevos regímenes no son oligárquicos, pero las oligarquías no están totalmente ausentes, sólo son desplazadas parcialmente del poder y de alguna manera estarán presentes en el Estado.
Por su parte el Estado es un «estado de compromiso» y al mismo tiempo un «estado de masas», que en última instancia es la expresión misma de la prolongada crisis agraria, de la dependencia social de las clases medias, de la dependencia económica de la burguesía industrial y de la creciente presión popular
Di Tella parte de los mismos presupuestos que Germani (argentinos) e insiste en la condición de países periféricos de América Latina. Entiende al «populismo» como un movimiento político que cuenta con el apoyo político de las masas populares urbanas y rurales y de otros grupos sociales que van contra el status quo, movidas por una profunda insatisfacción en cuanto a sus expectativas con respecto al papel que creen deberían ocupar en la sociedad («incongruencia de status)
En tanto el brasileño Octavio Ianni, desde otra postura teórica, también entiende que se trata de un fenómeno que tiene su aparición en el preciso momento de eclosión de la crisis del sistema capitalista mundial y las concomitantes crisis de los sistemas oligárquicos nacionales, pero además considera que las experiencias populistas de Latinoamérica coincidieron con la conformación definitiva de la «sociedad de clases». En esta situación de colapso de las oligarquías liberales o autoritarias, - que se habían afianzado desde el siglo anterior- y la crisis del capitalismo y el imperialismo, se abrió una brecha por donde pudieron colarse las masas como un nuevo elemento constitutivo del Estado. En esta etapa, los valores -políticos, culturales, religiosos u otros- compartidos por los trabajadores, cambiaron, y fueron sustituidos por otros inherentes al medio urbano industrial. Es en este proceso que se «conforman plenamente las relaciones de clases dentro de las Naciones de América Latina»5.
Los regímenes populistas, sucedieron a los movimientos de clase media, como el Yrigoyenismo en el caso de Argentina, o el «tenentismo» en el caso brasileño; movimientos de clases media que fueron las primeras y más fuertes reacciones en contra del Estado oligárquico, y que, a veces, se combinaron con movimientos obreros. En esos momentos las democracias avanzaron algunos pasos, pero no alcanzó para producir efectos más firmes y destructivos sobre el Estado oligárquico.
Más adelante amplía esta idea al decir que: «el populismo no es una ruptura con el pasado político de la clase obrera. Constituye una etapa del movimiento político obrero que corresponde al lapso en que los precursores de la urbanización, la industrialización y el crecimiento del sector terciario transformaron de un modo profundo la composición interna de la sociedad. [...] Esos procesos «recrearon» la estructura de clases de la sociedad latinoamericana.
En la nueva configuración del sistema de clases no había lugar para los «radicalismos » propuestos anteriormente. En la época de política de masas, la burguesía industrial asume el liderazgo ostentoso de las luchas reivindicativas y reformistas de las masas obreras y de amplios sectores de los estratos medios»6
Pero lo que con más fuerza irá a caracterizar a los movimientos populistas, es el duro y contundente golpe sobre el Estado oligárquico que dará paso a las dictaduras y democracias populistas 7, ahora las «nuevas clases sociales (burguesía industrial, proletariado y nuevos sectores de clases medias) se unieron a la política de masas»8. A partir de entonces, surgen nuevas organizaciones y estilos de liderazgos políticos o bien se reformulan los viejos y lo que predominará será la idea de «armonía de clases » en oposición al «antagonismo de clases». Las diferentes clases se habrán unido bajo la bandera del nacionalismo, ya sea éste, nacionalismo cultural, nacionalismo político o nacionalismo económico.
En este cuadro -afirma Ianni- la imposición del populismo llevó a los diferentes países a dictaduras o democracias autoritarias. «El juego político de las masas debía permanecer bajo el control estratégico de la burguesía», por esta razón, argumenta, los gobiernos populistas no buscarán la defensa armada de las masas, cuando les llegue el ocaso, ya que las armas son «parte esencial del poder burgués»9.
El Populismo brasileño: Getulio Vargas
El 1930 marca un punto de ruptura en la historia brasileña; la llamada «Revolución del 30», que acabó con la Primera República o «República Velha», dio lugar a un período que Aspacia Camargo llama la «era Vargas», período donde se establece una nueva forma de organización del estado; los primeros años bajo la influencia del «tenentismo» conformando una república unitaria, nacionalista y reformista, en oposición al federalismo oligárquico de las elites regionales 10. Esto fue favorecido por las situaciones de la década anterior: la 1º Guerra Mundial, la presión industrialista, la crisis de sobreproducción del café, el aumento de la población urbana y de los sectores medios y el hartazgo de un sistema político fraudulento.
El nuevo estado dejó de representar los intereses de un sector
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