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Porfiriato Ultima Etapa


Enviado por   •  19 de Abril de 2015  •  1.758 Palabras (8 Páginas)  •  441 Visitas

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Regímenes de trabajo

Durante el Porfiriato se vivieron muchos cambios de la mayor importancia. Entre otros, destaca el que está relacionado con el nacimiento del moderno proletariado industrial. Los antiguos talleres artesanales, administrados por su propio dueño y operados con técnicas tradicionales, dejaron su lugar a las grandes fábricas, propiedad muchas veces de corporaciones internacionales y que contaban con la maquinaria más moderna. En esas fábricas eran empleados cientos y hasta miles de obreros, sometidos a una disciplina que incluía jornadas de trabajo de 12 horas diarias y salarios que no alcanzaban a cubrir las más elementales necesidades.

De esta manera, los cambios no supusieron ninguna mejora en las condiciones de vida y trabajo de los obreros. Por el contrario, los empleados de las grandes fábricas vieron cómo se ampliaba el repertorio de sus padecimientos: a los bajos jornales, la mala alimentación y la nula atención médica tuvieron que añadir la falta de vestuario y equipo adecuados, los frecuentes accidentes, las inhalaciones perniciosas y los numerosos inconvenientes derivados del hecho de vivir en la periferia insalubre de las grandes ciudades.

ara colmo de males, los trabajadores no contaban con organizaciones que los defendieran. El gobierno, aunque formalmente no objetaba ese derecho, procedía casi siempre de manera muy parcial, adoptando como propio el punto de vista de los patrones

Los enganchadores, que era como se conocía a los agentes encargados de reclutar trabajadores, publicaban avisos en los periódicos y engañaban a la gente con la promesa de altos salarios que a la postre nunca se cobraban. El gobierno se alarmó ante el gran número de trabajadores reclutados y prestó oídos a los periódicos que hablaban de los abusos y engaños de los que esa gente era víctima. En 1896 obligó a los contratistas a pagar un impuesto de un peso por cada trabajador enganchado, lo cual no se tradujo en la reducción del flujo ni alivió la situación de los trabajadores, pero por lo menos permitió llevar cierto control de la situación. Gracias a ese impuesto sabemos que durante 1897 fueron enganchados 902 trabajadores, cantidad que disminuyó de manera sensible durante los siguientes años, tal vez a causa de la apertura en la ciudad de nuevas fábricas y por el hecho de que el impuesto por cada trabajador sacado del estado se elevó hasta 10 pesos.

En el campo había cuatro tipos de trabajadores bien diferenciados. Por su número los más importantes eran los peones acasillados, que vivían en las haciendas y estaban atados a ellas por deudas que muchas veces no podían liquidar durante toda una vida de trabajo. Para ellos existían las tiendas de raya, que los abastecían de los enseres y alimentos más estrictamente necesarios, pero a precios exorbitantes En seguida tenemos a los temporaleros, que trabajaban en las haciendas sólo durante la época de la cosecha y que procedían de los ranchos y pueblos de indios cercanos. Eran trabajadores "libres", lo que significa que no eran sirvientes permanentes de las haciendas, aunque ello suponía también que durante los años de sequía carecían de la relativa seguridad con que contaban los acasillados.

después tenemos a los arrendatarios, que cultivaban a cambio de una renta anual fija porciones de tierra de extensión variable y que con frecuencia estaban obligados a prestar servicios en trabajo. Este sistema tenía para las haciendas la ventaja de que se incorporaban gratuitamente tierras al cultivo, razón por la cual fue ampliamente favorecido a lo largo de todo el siglo XIX.

Las mujeres

que muchas de ellas eran empleadas como dependientas en el comercio. Otras muchas fueron contratadas como torcedoras en las fábricas de puros y cigarrillos, mientras que, gracias a la apertura del Liceo de Niñas, algunas tuvieron la oportunidad de convertirse en maestras,

había también tortilleras, costureras, lavanderas, criadas y pilmamas, que era el nombre con el que se conocía a las encargadas del cuidado de los pequeños en las casas de los ricos.

Las torcedoras, por ejemplo, añadían a los bajos salarios jornadas extenuantes de trabajo y el desarrollo muy frecuente de enfermedades en el aparato respiratorio. Las tortilleras, por su parte, empezaban a trabajar a las 3 o 4 de la mañana, preparando las tortillas que venderían en el mercado

Las criadas trabajaban todo el día, realizaban las labores más variadas y muchas veces, con el argumento muy endeble de que se les daba "casa, comida y sustento", ni siquiera se les pagaba

aparte del trabajo que desempeñaban en la fábrica o casa en que estaban empleadas, tenían que llegar a la suya a cocinar; lavar, dar de comer a los niños y atender al marido.

Clases Sociales.

En vísperas de la revolución de 1910 el sistema de producción social estaba representado por relaciones en las que la forma capitalista era domínate. Por esta razón, en la estructura de la sociedad mexicana ya se había destacado como clases fundamentales la burguesía, el proletariado y el campesino. Cada una de estas clases, a su vez, tenía una estructura compleja y especifica, así como complejos y multilaterales, eran los rasgos económico-sociales de la sociedad mexicana que genero a esas clases.

La férrea estructura de clases, resultado obvio de las relaciones de producción mencionadas, tenía una conformación clara de un país dependiente, con estructuras aún semifeudales, mezcladas con las capitalistas:

Burguesía extranjera, fundamentalmente norteamericana y europea.

Incipiente burguesía nacional. Estaba repartida por actividades económico-políticas en:

a) Burguesía aliada a la capital extranjero. En gran parte la casta dirigente política (“los científicos).

b) Burguesía terrateniente, burguesía industrial y comerciante.

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