Presidentes De Guatemala
SandraXicara8613 de Junio de 2014
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PRESIDENTES DE GUATEMALA
ALVARO COLOM CABALLEROS
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA
2008-2012
Álvaro Colom Caballeros, es el actual presidente de la República de Guatemala, nació en la Ciudad de Guatemala el 15 de junio de 1951. Representa al partido político de centro izquierda Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) tras ganarle a Otto Pérez Molina del partido Patriota con una ventaja de 5.36%, según la cifras del Tribunal Supremo Electoral.
Colom es hijo de Antonio Colom Argueta y Yolanda Caballeros Ferraté, y sobrino de Manuel Colom Argueta, antiguo alcalde de Ciudad de Guatemala que fue asesinado por los militares en 1979 justo después de la creación de su partido político.
Su inicio en la administración pública fue a partir que desempeño el puesto de Viceministro de Economía y el primer Director General del Fondo Nacional para la Paz, entre 1991 y 1997; convirtiéndose en una de las figuras públicas más reconocidas del país.
Representando a la ex guerrilla de izquierda se presentó a las elecciones presidenciales de 1999 obteniendo el tercer lugar detrás de Alfonso Portillo y Óscar Berger, quedando descalificado para acceder a la segunda vuelta; poco después fundó un nuevo partido denominado Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y se postuló una vez más a la presidencia esta vez para las elecciones de 2003 obtuvo en esta ocasión el segundo lugar, siendo vencido en segunda vuelta por Berger; hasta que finalmente resultó electo presidente en los comicios de noviembre de 2007 venciendo al General retirado Otto Pérez Molina.
OSCAR BERGER PERDOMO
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPUBLICA DE GUATEMALA
2004-2008
Su inicio en la política partidaria arranca en 1985 por la época en que Guatemala retornaba al orden constitucional a instancias del último dictador militar, el general Óscar Humberto Mejía Víctores. Entonces, Berger secundó al empresario Álvaro Enrique Arzú Yrigoyen, en la puesta en marcha del llamado Comité Cívico Plan de Avanzada Nacional, una organización de derecha liberal que se trazó el objetivo de llevar a aquel a la alcaldía de Guatemala en efecto, en las elecciones generales de noviembre de aquel año, Arzú se hizo con el importante mandato representativo, mientras que el líder democristiano Marco Vinicio Cerezo Arévalo ganaba la Presidencia de la República.
En dichos comicios Berger ganó una concejalía en el consistorio capitalino, de la que tomó posesión el 15 de enero de 1986, a la vez que los demás cargos electos en los distintos niveles institucionales del Estado. En el quinquenio siguiente Berger, en distintos períodos, formó parte de las comisiones municipales de Deportes, de Abastos y Salud Pública, de Agricultura, Ganadería y Alimentación, y de Asuntos Específicos de la Empresa Municipal de Agua (EMPAGUA).
1 de mayo de 1989, antes de expirar sus respectivos mandatos, Berger y Arzú registraron el Partido de Avanzada Nacional (PAN). El PAN se presentó como una fuerza de derecha moderada y responsable, capaz de integrar en su discurso cuestiones del momento como la defensa de los Derechos Humanos y la consolidación de las instituciones democráticas sin renunciar a los postulados tradicionales de patria, ley y orden. Desde el primer momento se identificó al PAN como la agrupación más propicia a los intereses de una nueva generación de empresarios y hombres de negocios, de mentalidad abierta ante las modernas tendencias del capitalismo de mercado, si bien la gran mayoría procedían de los poderes económicos tradicionales.
Convertido en la mano derecha de Arzú, Berger aceptó ser el candidato a alcalde metropolitano en las elecciones del 11 de noviembre de 1990, mientras aquel renunciaba a la reelección al frente del consistorio para postularse a la Presidencia de la República. Los comicios no sonrieron al primero, pues quedó en un discretísimo cuarto lugar -el ganador fue Jorge Antonio Serrano Elías, del también conservador Movimiento al Socialismo (MAS)-, pero sí al segundo, quien se posesionó de la oficina del primer edil el 15 de enero de 1991.
En los comicios del 12 de noviembre de 1995 Berger consolida su segundo mandato en la municipalidad capitalina.
Berger, desveló su aspiración de suceder a Arzú, que no podía presentarse a la reelección en 1999 por imperativo constitucional, y por de pronto entró en pugna con el ministro de la Gobernación, Rodolfo Mendoza Rosales, por el codiciado puesto de secretario general del partido, un excelente trampolín para la postulación presidencial. El 12 de octubre de 1997 la Asamblea General del PAN zanjó la disputa nombrando secretario general a Héctor Cifuentes Aguirre, entonces ministro de Trabajo, si bien tomó nota de que las bases deseaban que se proclamara candidato presidencial a Berger, quien en la estructura orgánica del partido tuvo que conformarse con la presidencia del Consejo de Desarrollo.
El momento para la plasmación de las ambiciones de Berger llegó el 27 de junio de 1999, cuando la convención del PAN le nominó su postulante oficial. Tres días después cesó como alcalde, poniendo final a una gestión de más de ocho años en la que también fungió como presidente de la Asociación Nacional de Municipalidades (ANAM), la Federación de Municipios del Istmo Centroamericano (FEMICA) y la Federación de Municipios de Centroamérica y Panamá (FEMUCAP).
A lo largo de la campaña electoral Berger halló dificultades para contrarrestar el discurso fieramente populista de su principal contrincante, Alfonso Antonio Portillo Cabrera, autoproclamado socialdemócrata que sustituía en la postulación del muy derechista Frente Republicano Guatemalteco (FRG). Berger y Portillo no se cansaron de proclamar que sus bandera eran la defensa de los más desfavorecidos, la lucha contra la corrupción y la mano dura contra el crimen organizado, pero Portillo le ganó en desparpajo a Berger, del que se presumían buenas intenciones pero que no pudo o no supo deshacerse de su imagen de figura blanda, sin claras dotes de liderazgo, de perfil poco definido o acomodaticio a los intereses de las élites blancas tradicionales.
El 7 de noviembre de 1999 Berger, con el 30,3% de los votos, fue superado en más de 17 puntos por Portillo, y en la segunda y definitiva vuelta del 26 de diciembre el factótum de Ríos Montt le avasalló con el 68,3%: en mes y medio, el panista sólo había sido capaz de arrancar un punto largo porcentual de voto. El caudal de apoyos de Berger tenía su baluarte incontestable, aunque insuficiente, en la capital, donde sí superó a Portillo. En las legislativas, el partido del oficialismo también fue castigado, aunque más suavemente que en las presidenciales, y cayó a los 37 escaños.
Después de este fracaso Berger anunció que se retiraba de la vida política para dedicarse a sus negocios privados en los sectores agropecuario y turístico, montados por su cuenta, heredados de la familia o a través de su esposa. En estos momentos su patrimonio empresarial incluía una lechería, una agencia de viajes y varias fincas de explotación agroindustrial. En 2000 fue testigo silencioso del goteo de defecciones que sufrió el PAN (conformando una primera escisión formal en el grupo parlamentario que iba a dar lugar al Partido Unionista, al que luego se apuntó el propio Arzú con el objetivo de retornar a la alcaldía metropolitana), para el que su andadura en la oposición iba a resultar muy onerosa.
El 22 de mayo de 2002, cuando arreciaba la crisis interna en el PAN, Berger volvió al proscenio con el anuncio de que se iba a presentar a las primarias del partido, las primeras en su historia, para la elección presidencial de 2003 y de que se ponía desde ya al servicio de los panistas en aras de la “concordia del partido”. Sin pérdida de tiempo, Berger emprendió una campaña de proselitismo nacional que encontró vientos favorables a causa del descrédito acumulado por el Gobierno eferregista, altamente impopular, según las encuestas, por su incapacidad para poner coto a la pobreza galopante, la penuria alimentaria -que estaba provocando episodios de hambruna de reminiscencias africanas en algunos puntos del país- y la inseguridad ciudadana y la criminalidad generadas por el narcotráfico y las nuevas bandas de sicarios relacionadas con los escuadrones de la muerte de antaño, aupadas a unos niveles prácticamente insoportables. Además, el equipo de Portillo y él mismo tenían manchada la reputación con innumerables denuncias de corrupción, despilfarro de los recursos públicos y abuso de poder.
El PAN aparecía como la única fuerza capaz de desbancar al FRG, y las primarias que celebró el 17 de noviembre con un cuerpo electoral de 238.000 guatemaltecos parecieron proyectar la deseada imagen de fortaleza y unidad. Sin sorpresas, Berger arrebató la nominación presidencial con el 67% de los votos al actual secretario general de la formación, Leonel López Rodas, pero los amargos intercambios de insultos y reproches terminaron pasando factura.
Las diferencias sobre la designación de los candidatos a diputados y, en particular, al puesto de vicepresidente -López Rodas exigía esta candidatura, pero Berger insistía en tener manos libres en la elección de su compañero de fórmula-, más los planes del ex munícipe de formar una coalición de fuerzas del centro y la derecha para cerrarle el paso a Ríos Montt, indujeron a Berger a actuar por libre para construirse
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