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Presidentes De Mexico


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2013  •  3.955 Palabras (16 Páginas)  •  262 Visitas

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MIGUEL DELA MADRID HURTADO POLITICO LEGISLATIVO

Revelarse como en el tapado del presidente titular equivalía, en el México de aquellos años, a ganar las elecciones, ya que el sistema brindaba los instrumentos de la representación (limitada) y la competencia (más limitada aún), pero no permitía la alternancia. Así las cosas, de la Madrid se adjudicó la victoria con el 74,3% de los votos, nada menos que 13 millones de papeletas más que las obtenidas por el rival más adelantado, Pablo Emilio Madero, del conservador Partido de Acción Nacional (PAN).

No obstante ser unos resultados demoledores bajo el punto de vista de cualquier otro país dotado de un sistema más o menos competitivo, en México llamaron mucho la atención por tratarse del registro más bajo desde la elección de Adolfo Ruiz Cortines en 1952. Retrospectivamente, puede remontarse a los comicios de 1982 la génesis del lento declive electoral del PRI, el cual, empero, iba a retener el poder ejecutivo durante 18 años más.

El 1 de diciembre de 1982 de la Madrid tomó posesión del cargo con mandato hasta 1988, en un momento de "emergencia" económica, según la expresión que él mismo empleó. Así, el hundimiento en junio de 1981 de los precios internacionales del petróleo, con mucha diferencia el primer producto de exportación de México, debido a una saturación de la oferta en los mercados, había repercutido inmediatamente en toda la estructura productiva y financiera nacional, y reventado el engañoso auge desarrollista de los últimos años (merecedor en su momento del ditirambo de "milagro mexicano"), que basaba la industrialización en el endeudamiento.

Para apagar las luces rojas en todas las cuentas públicas, detener la escalada de los precios y atajar la evaporación de las reservas de divisas, López Portillo había optado por ampliar el control estatal sobre la economía de tipo mixto mediante la nacionalización de la banca privada (1 de septiembre de 1982) y la implantación del control de cambios antes de fijar un tipo devaluado del peso.

Toda vez que estas medidas no dieron los resultados apetecidos, López Portillo hubo de decretar la moratoria en el pago de la deuda externa. Cuando la transferencia del mando a de la Madrid, el país se encontraba ya en recesión económica, la inflación rozaba el 100% anual, la deuda externa, la mayoría a corto plazo, alcanzaba los 87.000 millones de dólares y el sistema financiero estaba al borde de la quiebra por la caída de los ingresos de exportación y la fuga de capitales.

El flamante mandatario mantuvo por el momento el intervencionismo financiero y monetario, y anunció un plan anticrisis de diez puntos que incidía en la austeridad y la recuperación de la liquidez, y que postergaba la recuperación de la inversión, el consumo y el crecimiento. En líneas generales, dicho plan consistió en recortes en el gasto público, inversiones selectivas en actividades productivas y creadoras de empleo, subidas de los tipos de interés con el objeto de atraer los capitales financieros, alzas impositivas y tarifarias, y eliminación de subvenciones a productos básicos de la cesta de la compra.

Sin embargo, por talante personal y por su análisis del problema, en la actuación de De la Madrid asomaron discrepancias con algunos de los grandes rasgos característicos de la etapa lopezportillista. Una temprana y vigorosa depreciación del peso con respecto al dólar se interpretó como el primer paso para el levantamiento del control de cambios en el mercado monetario, y el presidente, aunque aseguró que la nacionalización y la reestructuración del sistema bancario eran irreversibles, solicitó al Congreso la apertura al capital privado de un tercio de los activos de la veintena de entidades a que la reforma había dado lugar.

En añadidura, de la Madrid lanzó una campaña de moralización en la administración pública que incluyó reformas legales para fiscalizar y perseguir a los funcionarios corruptos. También, retomó el diálogo con los acreedores internacionales para rescalonar el servicio de la deuda y obtener un empréstito de 5.300 millones de dólares; a cambio, el Gobierno sistematizó sus medidas de ajuste con el denominado Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE), presentado en enero de 1983. La cascada de iniciativas presidenciales incluyó la promulgación, el 30 de mayo de 1983, del Plan Nacional de Desarrollo (PND), que, con el aval del FMI, sustituyó al PGD de 1980 y supuso una confirmación de la fe en las políticas estatistas y planificadoras como garantes del desarrollo a largo plazo.

Transcurrido el primer bienio de gobierno, de la Madrid presentó un balance económico esperanzador en el que destacaban: la recuperación del crecimiento, un 3,6% anual frente al 4,2% de tasa negativa con que había cerrado 1983; la reducción del déficit fiscal del Estado del 16,9% al 8,6%; la duplicación de las reservas internacionales de divisas; un sensible recorte de la inflación hasta el 81% anual; y, el regreso del superávit a la balanza por cuenta corriente, inclusive, tras muchos años de dominio de las importaciones sobre las exportaciones, la balanza comercial. Además, se había logrado renegociar la deuda en términos viables y el Estado había amortizado el crédito de urgencia concedido en diciembre de 1982 por el FMI.

Por otro lado, la campaña anticorrupción se cobró dos notorias víctimas. A la cabeza, Arturo Durazo Moreno, alias El Negro, el todopoderoso y gansteril jefe de Policía y Tránsito del Distrito Federal entre 1976 y 1982, quien además había sido amigo desde la infancia y hombre de confianza de López Portillo. Durazo vio el final de su imperio personal con el tránsito a la nueva Administración y el 30 de junio de 1984 fue detenido en Puerto Rico por el FBI a requerimiento de las autoridades aztecas, que le procesaron por tráfico de drogas, tenencia de armas, extorsión, homicidio en múltiple grado y otros cargos por delitos presuntamente cometidos durante el sexenio lopezportillista, en el que amasó con escandalosa impunidad una colosal fortuna; extraditado en 1986, El Negro recibió una condena de 16 años de prisión, de los que sólo cumpliría seis.

El otro preboste de la etapa precedente caído en desgracia fue Jorge Díaz Serrano, antiguo director de Pemex, destituido en 1981 por López Portillo por discrepancias en torno a la política de precios del petróleo. Díaz fue desaforado como senador y terminó también entre rejas por las ilegalidades cometidas durante su gestión al frente del monopolio energético, entre las que destacó, en pleno boom petrolero, la venta de crudo en el mercado abierto de Ámsterdam por un valor sustancialmente

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