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Primer Celular De La Historia(Motorola)


Enviado por   •  10 de Julio de 2014  •  2.980 Palabras (12 Páginas)  •  294 Visitas

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En el principio era el teléfono fijo...y luego fue el celular

¿El celular: el mundo de la comunicación instantánea, en cualquier sitio, o el mundo de las angustias?

Seis de cada diez personas en el mundo tienen un teléfono celular

Los impactos social y ambiental del teléfono celular

Cuando no tenía celular y era feliz-crónica-

Primer celular de la historia (Motorola)

Fuente:www.google.com

"La masificación de los móviles ha sido un viejo sueño del operador AT&T vuelto realidad: cuando alguien nace le es atribuido un número de teléfono y si esa persona no atiende es porque está muerta"

Martín Cooper, inventor del celular, en entrevista con la revista Business Week, en el 2000.

En el principio era el teléfono fijo...y luego fue el celular

Ha corrido mucha agua bajo el puente desde aquél ya lejano 1973, cuando Martín Cooper desarrolló el primer teléfono móvil celular de la historia, con su equipo de trabajo en Motorola. Tuvieron que pasar 10 años más para que, en 1983, el mundo pudiera acceder comercialmente a esta tecnología. Hasta ese momento el reinado sobre las comunicaciones electrónicas a distancia, o telecomunicaciones, lo ejercía la telefonía fija, por cables.

En Colombia, por otra parte, se requirieron otros 10 años para que, en 1993, al amparo de la Constitución de 1991, se aprobara la famosa Ley de Telefonía Celular y Joint Ventures, por medio de la cual se permitió el negocio de la telefonía celular y los Joint ventures, como la alianza necesaria, a nivel del Estado y los inversionistas privados nacionales e internacionales, que posibilitaría el asentamiento de tan revolucionaria tecnología de las comunicaciones en nuestro país, harto costosa y de gran complejidad en aquél entonces. Pero sólo fue hacia 1997, es decir, 4 años después de establecida la ley, cuando los teléfonos móviles celulares irrumpieron con fuerza en el mercado nacional, a pesar de que ya habían aparecido las primeras compañías prestadoras del servicio de comunicación celular, por regiones, que luego de un proceso de alianzas, fusiones y absorciones dieron origen a las compañías que ahora poseen el control del negocio.

Muchos de los que ahora leen esta crónica seguramente no vivieron o no recuerdan como era el mundo sin el uso de este singular aparato que hoy es cosa común y frente al cual los niños y jóvenes deben pensar que siempre ha existido y lo ven como algo normal, natural, insustituible y absolutamente necesario y no conciben el mundo, ni su desenvolvimiento en la vida, sin tener un teléfono de éstos consigo.

Es más, para una gran mayoría de jóvenes y de adultos es símbolo de prestigio tener un celular, pero no cualquiera, sino uno con las últimas novedades; es decir, con lo último en innovaciones. De hecho, ya no se conforman con menos de un Blackberry o un Iphone, lo cual ha hecho que el celular sea parte integral de su existencia, parte de la identidad de sus vidas; un nuevo apéndice sin el que no se puede vivir. Es lo que les da proyección de éxito, confianza en sí mismos ante los demás, e imagen triunfadora y moderna; es un identificador de status social. Es un símbolo de bienestar, de calidad de vida, de facilidad para muchas actividades cotidianas.

Para los estudiosos de la economía de la innovaciones, el celular es un indicador de progreso, de desarrollo de los pueblos, de avance en materia de tecnología. Para el arribista y el snobista es un signo casi trágico no tener un celular, o no poseer dos o tres, dizque para poder comunicarse más barato con sus amigos según el operador. Definitivamente el celular llegó para quedarse y los avances vertiginosos que hoy vemos nos hacen pensar que todavía hay muchos desarrollos por venir y que nuestra imaginación no alcanza a vislumbrar. El teléfono fijo, seguramente dentro de muy poco, será historia.

Un mundo sin celulares

¿Pero, cómo nos comunicábamos entonces antes de 1997? pues muy sencillo, mediante teléfonos fijos privados y públicos, bippers o buscapersonas, teléfonos inalámbricos de largo alcance y hasta mediante el correo electrónico que apenas hacía unos 7 años que empezaba a ser algo común para la gente (porque la internet como la conocemos en nuestro tiempo, irrumpe en el mundo hacia principios de la década de los 90´s), especialmente para los empresarios, los ejecutivos y los estudiantes en las universidades. Habían sistemas de ayudas, para suplir nuestra ausencia, como los contestadores automáticos o sistemas de fonobipper. Sin duda, en ocasiones de urgencia era complicado poder contactar a alguien y muchas veces se perdían citas por no poder informar el retraso cuando se estaba en un "trancón". Pero era el precio que había que pagar ante las posibilidades limitadas que la tecnología ofrecía en ese momento. Como aún el celular no se conocía en nuestro medio, nadie sentía la necesidad de tener uno aunque ya nos llegaban las noticias de este avance tecnológico desde Estados Unidos y Europa.

Pero igual que en cualquier época, la gente se las arreglaba para lograr comunicaciones oportunas con cambios de hábitos o simplemente armándose de paciencia o adaptándose a la tecnología existente y sacando el máximo provecho que la misma ofrecía. En mi caso, yo pensaba: "las malas noticias vuelan y llegan a uno de cualquier modo; las buenas se demoran y llegan cuando tienen que llegar y las insulsas, pues que esperen o simplemente no me importan que lleguen, y punto".

En aquella época yo le decía a la gente que pudiera requerir comunicarse conmigo en cualquier momento: "me deja el mensaje en casa o a mi secretaria, o si no me ubica por ningún medio me pone un fax o me deja el mensaje en el contestador automático que al llegar a la oficina, o a mi casa, según el caso, yo revisaré lo que haya llegado o, incluso, si es un mensaje en el contestador, lo puedo consultar remotamente desde un teléfono fijo (todos los contestadores telefónicos ofrecían esa posibilidad)". Así y de otras formas nos las arreglábamos. Todo podía esperar, y uno vivía más tranquilo, con serenidad, sosiego y calma, sin la angustia de pensar que me va entrar una llamada que no quiero, o que me van a ubicar en cualquier lugar (gracias a las virtudes de omniubicación de las comunicaciones inalámbricas, en donde el celular es quizás el tecnofacto más representativo, más no el único) o que me tengo que comunicar a tal hora esté donde esté, en fin.

¿El

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