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Principios de Adam Smith


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2014  •  1.978 Palabras (8 Páginas)  •  451 Visitas

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Principios de Adam Smith●•

Los principios teóricos de los impuestos

El economista ingles Adam Smith, en su libro “La Riqueza de las Naciones”, dedico el V libro al estudio de los impuestos, estableció 4 principios fundamentales:

Principio de Justicia

Los súbditos de cada estado debe contribuir el sostenimiento del gobierno en una proporción lo mas cercana posible a sus respectivas capacidades es decir, en la proporción de los ingresos que gozan bajo la protección del estado. De la observancia o el menos precio de la máxima depende lo que se llama equidad o falta de equidad de los impuestos.

Principio de Generalidad

Es decir que todos deben pagar impuestos, o en términos negativos: que nadie debe estar exento de la obligación de pagar impuestos, sin embargo no debe entenderse en términos tan absolutos esta obligación sino limitada por el concepto de capacidad contributiva.

Principio de uniformidad del impuesto

Es decir que todos sean iguales frente al impuesto. Dos criterios podrá lograr la uniformidad del impuesto. Uno, objetivo, y otro subjetivo, que combinamos, dan el índice correcto: la capacidad contributiva, como criterio objetivo; la igualdad de sacrificio, como criterio subjetivo.

Principio de certidumbre

El impuesto que cada individuo debe pagar debe ser fijo y no arbitrario. La fecha de pago, la forma de realizarse la cantidad a pagar, debe ser claras para el contribuyente y para todas las demás personas.

Principio de Comodidad

Todo impuesto debe recaudarse en la época y en la forma en las que es mas probable que convenga a su pago al contribuyente.

Principio de Economía

Todo impuesto debe de planearse de modo que la diferencia de lo que se recauda y lo que ingresa en el tesoro publico del estado, sea lo mas pequeña posible.

Surgimiento de la Teoría Keynesiana

Hacia principios de los años 30 del siglo pasado el mundo entraba en una crisis muy profunda, los niveles de desempleo y marginación se extendieron por la debacle conocida como la “Gran Depresión” que, iniciada en Estados Unidos, se dilató a todo el mundo capitalista. Por aquel entonces reinaba en el mundo académico económico las teorías de los denominados clásicos, expresión que Karl Marx usó para envolver las ideas de economistas como Adam Smith y David Ricardo; a los que Keynes sumará los nombres de John S. Mill, Francis Edgeworth, Alfred Marshall y Arthur Pigou.

Los pensadores clásicos cuponían pleno empleo para todos los factores de la producción, si bien hay momentos de la vida económica en que esto no sucede así, afirmaban que hay una clara tendencia a su cumplimiento. Si la economía demora en llegar a su equilibrio, esto sucede por la existencia de intervenciones por parte del gobierno o de poderes monopólicos que impiden el correcto funcionamiento de la competencia. Sólo admitían la existencia de paro voluntario, es decir, los individuos que deciden por propia voluntad no ofrecer sus servicios en el mercado laboral al salario vigente; y paro friccional, que incluye los individuos que cambian de trabajo y al hacerlo transcurre un tiempo desde el cese de la última ocupación hasta el comienzo de la nueva.

Entonces la teoría clásica intentaba explicar cómo asignar los recursos productivos, el desempleo no era un problema a resolver y como los mercados son autorregulables, los niveles de desempleo pronto serían reducidos por las mismas fuerzas que operan en el mercado, evitando así un gran desempleo. Estos economistas pronto caen en descrédito puesto que se hace casi imposible sostener dichas teorías ante la abrumadora realidad de la crisis de 1929.

Es en este contexto donde aparece en la escena de la teoría keynesiana. Keynes fue un economista inglés que impuso una nueva forma de pensar la economía capitalista instaurando un marco teórico que traería aparejadas renovadas políticas. Realmente nació un paradigma diferente que dominó la escena político-económica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta principios de los 70, período que algunos llaman “la edad de oro del capitalismo”, pues la economía global experimentó un crecimiento sin precedentes en la historia.

La obra cumbre de Keynes editada en 1936 titulada “The General Theory of Employment, Interest and Money” constituye la esencia de su contribución a la teoría económica en general y es donde a partir de la cual, junto con otros estudios previos, se conforma lo que hoy conocemos como la macroeconomía. Resaltaba el término “general” por entender que las ideas clásicas sólo eran aplicables a un caso particular y ésta dejaba de lado todo un cúmulo de situaciones que necesitaban ser explicadas. Con ella ataca principalmente el supuesto de pleno empleo, intentando demostrar que el capitalismo se desarrolla en condiciones fluctuantes de la actividad económica y que dicho pleno empleo es sólo un caso específico. Además la teoría es general porque apunta a explicar el funcionamiento del sistema económico en su totalidad y no analizar sólo el ámbito de un mercado como lo hacía hasta entonces la teoría clásica.

Hipótesis subyacentes de la Teoría Keynesiana

Inflexibilidad de salarios: El mercado por sí solo no es autorregulable al menos con la rapidez necesaria, el hecho de que por un tiempo considerable no siempre los mercados están correctamente equilibrados se da por la existencia de rigideces en los precios, especialmente si hablamos de salarios nominales en el mercado laboral. La teoría clásica falla al esperar que el mismo exceso de oferta en el mercado laboral, léase desempleo, sea el propulsor de una baja en el salario que logre eliminar tal desequilibrio; pues, siguiendo a Keynes, los clásicos no están considerando la existencia y actuación de las asociaciones obreras y la legislación de protección social que son parte integrante de la escena económico-política1.

Teoría de la demanda efectiva: Para la teoría keynesiana, el empleo total depende de la demanda total y el paro es el resultado de una falta de demanda total. La demanda efectiva se manifiesta

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