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Programa De Clases


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2013  •  3.505 Palabras (15 Páginas)  •  266 Visitas

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Una primera consigna de exploración del afiche podría ser armar una lista con todo lo que encuentren (objetos, imágenes, palabras) y luego en pequeños grupos escribir un breve texto para explicar por qué recordamos el 24 de marzo de 1976:

A partir del listado de objetos, imágenes y palabras que armamos en la clase, escriban en grupo un breve texto que explique por qué, en todas las escuelas del país recordamos el 24 de marzo de 1976.

• Pueden seleccionarse algunos párrafos del apartado «Golpe de Estado» para realizar una lectura en común con los alumnos, buscando aclarar y completar el sentido de muchos de los conceptos que aparecen.

• Después de comentarlo en clase pueden trabajarse algunas preguntas de comprensión en forma grupal o individual:

¿Cómo explicarían a un chico de otro país qué fue el golpe Estado de 1976 en la Argentina?

¿Cuáles fueron los objetivos de la dictadura?

¿A quiénes llamaban “subversivos” los militares?

¿La gente estaba de acuerdo con el golpe de Estado?, ¿todos pensaban lo mismo?

¿Las prácticas para atemorizar a la gente lograron silenciar a todos los ciudadanos?

Expliquen qué entienden por “resistencia”.

2)

A partir de la lectura de testimonios de familiares y amigos de detenidos-desaparecidos, de personas que estuvieron detenidas y sobrevivieron, de declaraciones de época y de textos historiográficos escriban un texto en donde queden relejadas las distintas actitudes de la gente durante los años de la dictadura.

Una selección de testimonios, declaraciones y textos posible para este trabajo es la que proponen Vera Carnovale y Alina Larramendy en su artículo “Enseñar la historia reciente en la escuela: problemas y aportes para su abordaje” (1)

Allí encontrarán una posible relación entre testimonios, contextos y conceptos. Les presentamos algunos fragmentos que proponen estas autoras. (2)

Fuentes:

“Los vecinos dejaron de mirarnos, dejaron de saludarnos, nos daban vuelta la cara. Y habían sido muy amigos los vecinos, pero después de ese día (se refiere al día de la desaparición de su hijo) pasaban y nos daban vuelta la cara. Decían que mi hijo era subversivo. Como todo el mundo decía que eran los subversivos los que estaban desaparecidos, que por eso los llevaron, los vecinos repetían que era subversivo. Pasado el tiempo, cuando se supieron las cosas como fueron y todo, parece que la gente reaccionó. Ahora vienen acá como si tal cosa los vecinos”. (Testimonio de Ana, madre de un joven desaparecido.)

“Al principio era peligroso acercarse a nosotras (se refiere a las madres de los desaparecidos). La gente tenía miedo de escucharnos. Si yo me paraba en la carnicería de mi barrio, en la verdulería o en el almacén y les contaba que a mi hijo lo habían secuestrado, que yo había averiguado que, en los regimientos, pasaba tal cosa, a los cinco minutos, no quedaba absolutamente nadie ahí escuchando, todos se escapaban y todos me miraban como algo peligroso. La gente no quería tampoco enterarse…” (Testimonio de Haydeé, madre de un joven desaparecido.)

“Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, en seguida a aquellos que permanecen indiferentes y finalmente, a los tímidos”. (Declaraciones de Ibérico Saint-Jean, 1977, ex general del Ejército y ex gobernador de la provincia de Buenos Aires.)

“Más allá de ciertas complicidades activas y entusiastas, es factible postular que una gran mayoría de argentinos transitó aquellos años entre el consenso tácito, la indiferencia y el miedo (…). Compañeros de trabajo o de estudio que “desaparecían”, vecinos que comentaban que a tal o cual “se lo llevaron”, autos sin patente que circulaban por las noches con armas a la vista de todos, amigos que se iban del país, rumores… Y los argentinos, ¿sabían o no sabían lo que estaba pasando? Es cierto que la prensa estaba censurada, pero también lo es que no tan esporádicamente aparecían noticias de extraños hallazgos de cadáveres flotando en la costa rioplatense o dinamitados en algún descampado. Es cierto que muchísimos secuestros eran realizados a la luz del día o en espacios públicos, pero también es cierto que era muy difícil creer que esas personas sencillamente “desaparecían” o, más aún, que los militares argentinos fueran capaces de torturar y matar. Y lo que es fundamentalmente cierto, en todo caso, es que si bien la represión estatal fue clandestina, era necesario para diseminar el miedo y el terror, que algo, por pequeño que fuera, se viera, se escuchara, se supiera. Algo, no todo. Una pequeña porción que funcionara como advertencia, tanto o más efectiva que aquella otra advertencia oficialista convertida en lema: NO TE METAS. Frente a esto, la mayor parte de la población “miró para el costado”: optó por el silencio o la negación, recluyéndose en ámbitos íntimos y privados, e intentando no preguntarse ni hablar demasiado de lo que estaba sucediendo. Una condición necesaria para esto es el autoconvencimiento de que “eso a mí no me va a pasar”, que lo que quiera que esté pasando “no es asunto mío”, que “no hay nada en mi conducta (como sí la hay en la de los otros) que me ponga en riesgo”. De ahí que, ante los cuestionamientos aislados que se filtraban en la prensa o en las conversaciones diarias, se sostuviera, si alguien desaparecía, que “por algo será”, que “algo habrá hecho” o que “en algo andaría”.

Memoria Abierta, 2010

(1) Del libro Ciencias Sociales en la escuela. Criterios y propuestas para la enseñanza, Isabelino Siede (coord.), Aique educación, 2010.

(2) Los testimonios fueron brindados al Archivo Oral de Memoria Abierta.

El Falcon verde como símbolo de la represión y del accionar de los “grupos de tareas” también puede ser una entrada para trabajar la metodología y el funcionamiento del aparato represivo en los centros clandestinos de detención.

•Para este tema pueden verse algunas películas o documentales (1) que den cuenta de esta modalidad buscando siempre que las imágenes guarden una mirada seria que no genere temor sino la posibilidad de reflexionar sobre la necesidad de que no se repitan estos hechos. Los cortos de Televisión por la Identidad, coordinados por Abuelas de Plaza de Mayo, son muestras interesantes de este enfoque.

(1)

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