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Enviado por   •  16 de Septiembre de 2014  •  2.165 Palabras (9 Páginas)  •  192 Visitas

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RESUMEN: EL VIAJE DE LAS ARTES HACIA LA MODERNIDAD (LA FRANCIA DEL SIGLO XIX)

El siglo XIX es una época de profundas transformaciones ideológicas y estéticas que desembocarán en el nacimiento de una nueva interpretación del hecho artístico. Dentro de la historia de Francia hay muchos períodos destacables, períodos que han influido en la historia universal política o socialmente, los hay también que han determinado el devenir estético de las corrientes artísticas europeas en su desarrollo hacia la modernidad. Francia ha estado en la vanguardia artística en muchas ocasiones por ser una tierra donde las novedades y revoluciones suelen germinar con facilidad. Una de las épocas de mayor productividad artística y mayor rebeldía fue el siglo XIX. Alempeño de sus novelistas y poetas, músicos, arquitectos y pintores debemos en gran parte la riqueza y multiplicidad de nuestro arte actual; Son tres los factores más determinantes en el desarrollo artístico del siglo:  La consolidación de la burguesía como clase dominante.  La coexistencia de academicismo e innovación  La conciliación del individuo con la sociedad. El tiempo de la nobleza tras la revolución y el clero dio paso al de la burguesía. El aburguesamiento de la sociedad trajo consigo un embrutecimiento progresivo del gusto en el que convergen. En la pintura, la arquitectura, la decoración de interiores, la música o la literatura nunca antes había predominado de manera tan generalizada el mal gusto, pues, para estos nuevos ricos, lo caro y pomposo era sinónimo indiscutible de calidad artística. El artístico de calidad que ha habido no se corresponde con el gusto del público de la época, y otro, quizá de menor calidad, pero de mucha mayor aceptación. Sin embargo, nunca hasta entonces, las tendencias artísticas de mayor nivel estuvieron tan alejadas del gusto de sus contemporáneos. En cualquiera de las manifestaciones estéticas existirá una poderosa corriente de arte burgués de consumo en la que intentará abrir brecha el arte genuino para intentar nuevas vías de expresión: la pintura contemporánea al aire libre frente a la pintura mitológica de taller, la indefinición modal o tonal frente a la opereta, la arquitectura metálica frente al monumentalismo, el drama romántico frente al melodrama, de la interacción de dos focos de producción, el académico y el innovador, surgirá el potente arte francés decimonónico. Durante todo ese siglo, el individuo lucha por recobrar su identidad y su papel social contra el enemigo que suponen las estructuras de poder, ya sea políticas, económicas o culturales. A principios de siglo el individuo rehuye el enfrentamiento directo con la Historia, refugiándose en su melancólico aislamiento, a mediados de siglo optará en cambio por el combate cuerpo a cuerpo, convencido de sus posibilidades y confiado en que otro mundo esposible; y en el último tercio, desesperado y decepcionado, se refugiará en el sueño, el símbolo o los paraísos artificiales para desentenderse de la realidad. LA PINTURA. HACIA LA LUZ Y EL COLOR El siglo XIX comienza la evolución estética. La concepción napoleónica del arte tras la Revolución de 1789 frenó en Francia la emergencia del romanticismo, en otros países europeos como Alemania e Inglaterra, y recuperó las bases del neoclasicismo haciendo de ellas el epítome del espíritu francés en todas las artes. El carácter mitológico e histórico se trata de una pintura de taller que sigue básicamente los modelos ideales de la antigüedad grecolatina. El imperio absoluto de la forma-línea, contorno y composición. La pintura moderna pasará indefectiblemente por el destierro de la perfecta definición de las formas en favor de la luz y el color, camino de la abstracción. El pintor más conocido de Francia fue sin duda Jacques-Louis David a quien debemos cuadros de temas revolucionarios como la Muerte de Marat (1793), o los diversos retratos de Napoleón que han servido para asentar iconográficamente la figura del general y emperador en la imaginación occidental. La pintura romántica supuso la irrupción del individualismo y la subjetividad en el arte, ya no se buscaba un arte para cambiar la sociedad como ocurría en el neoclasicismo, sino para expresar el interior del individuo como única verdad. Será un movimiento subjetivo que no plasmará la realidad tal y como se ve ni como se quisiera ver, sino en función de los sentimientos del sujeto que en oposición a lo racional, serán la clave para interpretar el mundo; el destino trágico, la libertad, el erotismo, la violencia, lo irracional y oculto, el poder sereno y apacible o violento y turbulento de la naturaleza recién recuperada para el arte o la actualidad histórica y política son las bases temáticas de esta estética. Frente a la depurada línea del neoclasicismo, los pintores románticos como Théodore Géricault (1791-1824) y Eugéne Delacroix (1798-1863) prefieren la potencialidad expresiva del color y de la luz. La obra de arte romántica debía su grandeza en parte a la improvisación, al sentimiento, al estado de ánimo y a la inspiración, más fértiles, a su parecer, que la labor racional, el trabajo sistemático o el plan preconcebido. En la segunda mitad del siglo XIX, aires nuevos se percibían en la evolución estética. El impresionismo, más acorde con la evolución de los tiempos, y el simbolismo, como cuestionamiento de esa pretendida modernidad. El arte impresionista se impregna del espíritu científico del Segundo Imperio y decide poner rumbo a la modernidad. Los pasos esenciales en ese tránsito fueron: - La contemporaneidad y la cotidianeidad que contribuyeron a enriquecer temáticamente la pintura. La gran novedad es la ausencia de referencias fuera de la percepción visual, basándose en lo visible y no en el ideal respaldado por la pintura académica y expresado en la plasmación de temas mitológicos, históricos o religiosos. - La preocupación por investigar cómo se proyecta la luz sobre el objeto o la figura humana, y cómo trasladar sus efectos cambiantes allienzo es una de las bases de esta pintura. - La pintura al aire libre pues la luz se convierte en un reto cuando cambia, cuando se hace volátil y fugitiva. Los pintores empiezan a salir a la naturaleza para intentar captar la instantaneidad de un efecto lumínico preciso. La sociedad francesa no aceptó de buen grado lo que supuso toda una revolución pictórica. Se rechazaron tres mil de las cinco mil obras presentadas, lo que motivó que el emperador Napoleón III creara un salón anexo donde se expusieran las obras no aceptadas, "Salón des Refusés". Poco a poco la pintura académica se fue abriendo al nuevo concepto pictórico e incluso el público comenzó a aceptarlo. En la misma época el simbolismo optó por otro camino, se replegó hacia espacios íntimos del yo

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