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Reflexión Sobre El Libertador


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  879 Palabras (4 Páginas)  •  225 Visitas

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Quisiera compartir hoy, en el 163° aniversario de la muerte del Gral San Martín conceptos que extraje de un discurso de la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Nicolás. Me parecieron interesantes y adecuados para el mensaje que hoy les quiero dejar.

La idea es distinguir el significado de “GENERAL” y “CONDUCTOR”

Un general, si es a la vez un conductor, no solo ha de mandar su ejército. Es necesario que personalmente lo forme, que lo dote, lo organice, lo alimente y lo instruya. A menudo con el conductor muere también su ejército. Y quedan de ellos su gloria, su tradición y su ejemplo que es recordada a través de los años.

Ésto sólo sucede cuando coincide en un mismo hombre: el “general” con el “conductor”. Asunto que rara vez ha sucedido en la historia. Pues lo que más se ven son generales, pero éstos no siempre son conductores.

El general se hace; en cambio “el conductor”?... nace.

El general es un técnico; mientras que “el conductor”? … es un artista.

San Martín, con Napoleón, son los dos únicos hombres que en el siglo XIX llenan tales características del arte guerrero; por eso son ellos también las más altas cumbres del genio de la historia militar de ese siglo.

Generalmente, un conductor es un maestro. Su escuela llena también su siglo. Su ejemplo adoctrina las sucesivas generaciones de un ejército o de un pueblo. La orientación sanmartiniana en nuestro ejército y en nuestro pueblo ha sido la más decisiva influencia de perfección y de grandeza.

A San Martín, más allá de reconocerlo por su genio, hay que reconocerlo por la fuerza invencible de sus virtudes: por eso era un conductor.

Si era un estratega, era primero un hombre. Por eso puso al servicio de su causa la técnica de su profesión. Fue desde entonces el hombre y el conductor de una causa. Por eso era invencible.

Así como no se concibe un hombre sin alma, no se concibe un conductor sin causa. La grandeza de San Martín fue precisamente la de haber sido el hombre de una causa: la independencia de la Patria. Él confiesa haber vivido sólo para esa causa.

La verdadera grandeza de los conductores estriba precisamente en que no viven para ellos, sino para los demás. Pareciera que la naturaleza, en su infinita sabiduría, al dotar a las personas, carga extraordinariamente en la dosificación del egoísmo, pero evita cuidadosamente este ingrediente que contamina las almas de los grandes hombres. Por eso son Grandes.

El arte militar, como los demás, presupone creación, que es la suprema condición del arte. San Martín es un artista; por eso no pudo conformarse con andar por entre las cosas ya creadas por los otros. Se puso febrilmente a crear, y con esa creación revolucionó las ideas

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