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Resumen de camino a Cristo


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2018  •  Resúmenes  •  1.514 Palabras (7 Páginas)  •  154 Visitas

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Resumen El Camino a Cristo

Capítulo 1

Amor Único

Nuestro Padre celestial es la fuente de vida, sabiduría y de gozo. Mira las maravillas y bellezas de la naturaleza, todo nos habla del amor del Creador. Dios hizo al hombre perfectamente santo y feliz. Sin embargo, en medio del sufrimiento que resulta del pecado se manifiesta el amor de Dios. En la naturaleza misma hay mensajes de esperanza y consuelo. Dios es amor, está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Todo da testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos. La palabra de Dios revela su carácter. Él mismo ha declarado su infinito amor y piedad. Dios ha unido nuestros corazones a él con pruebas innumerables en los cielos y en la tierra. El hijo de Dios descendió del cielo para manifestar al Padre. Pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos de Satanás, su misión era salvar. Dios permitió que su hijo amado, lleno de gracia y de verdad, viniese de un mundo de indescriptible gloria a un mundo corrompido y manchado por el pecado, oscurecido con la sombra de la muerte y la maldición. Cristo fue el medio por el cual el Padre pudo derramar su amor infinito sobre un mundo caído. Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra redención.

Capítulo 2

Necesitamos a Jesús

El hombre era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia. Su naturaleza se debilitó tanto por la transgresión, que fue imposible resistir el poder del mal. El propósito del tentador era contrariar el plan que Dios había tenido al crear al hombre. Quería señalar todo este mal como el resultado de la obra de Dios. Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo del pecado en que estamos sumidos. Solo su gracia puede vivificar las facultades muertas del espíritu y atraerlas a Dios, a la santidad. Al caer el hombre se alejó de Dios; la Tierra fue cortada del cielo. Pero mediante Cristo, la Tierra está unida otra vez con el cielo. Cristo ha salvado el abismo que el pecado había hecho. Cristo une al hombre caído, débil y miserable, con la Fuente del poder infinito. La única fuente de esperanza y amparo para la raza caída. Y el único camino para ir a Dios es Cristo.

Capítulo 3

Arrepentimiento

Sólo por medio de Cristo podemos ponernos en armonía con Dios. El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambia real en la vida. Hay muchos que no entienden la verdadera naturaleza del arrepentimiento, gran número de personas se entristecen por haber pecado, e incluso se reforman exteriormente, porque temen que su mala vida les acarre sufrimiento. Pero esto no es arrepentimiento en el sentido bíblico. Lamentan el sufrimiento antes que el pecado. Pero cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la Tierra. El pecador tiene entonces conciencia de la justicia de Jehová y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña los corazones. Efectuar un arrepentimiento está más allá del alcance de nuestro propio poder; sólo se obtiene de Cristo, quien ascendió a los altos y ha dado dones a los hombres. La Biblia no enseña que el pecador deba arrepentirse antes de poder aceptar la invitación de Cristo. La virtud que viene de Cristo es la que guía a un arrepentimiento genuino. Cristo es la fuente de todo impulso correcto. Él es el único que puede implantar enemistad contra el pecado en el corazón. Nuestro Salvador está obrando para atraer el corazón de los hombres de los vanos placeres del pecado a las bendiciones infinitas que pueden disfrutar en él. Solamente la sangre de Cristo puede limpiarnos de la contaminación del pecado y renovar nuestro corazón a su semejanza. Nada podemos por nosotros mismos. Debemos ir a Cristo tal como somos. Lo que no venzamos nos vencerá y determinará nuestra destrucción. Siglo tras siglo ha subido de nuestra Tierra un continuo lamento de aflicción, y toda la creación gime y se fatiga en el dolor como consecuencia de la desobediencia del hombre. Cristo está dispuesto a liberarnos del pecado, pero nosotros estamos obrando nuestra propia destrucción por nuestro deliberado rechazo de su amor. Cuando veas la enormidad del pecado, cuando te veas como eres en realidad, no te entregues a la desesperación. Fue a los pecadores a quienes Cristo vino a salvar.

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