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Revolución Industrial

jonathan42325 de Febrero de 2015

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Orígenes de la Revolución Industrial en Inglaterra

Después de siglos de estancamiento en Europa, el crecimiento económico volvió a encontrar

perspectivas muy favorables. La Revolución Industrial iniciada en Inglaterra a mediados del

siglo XVIII, al cambiar las condiciones de producción, indujo un enriquecimiento espectacular

que se fue generalizando con el correr de los años.

Un buen índice de este crecimiento fue su producción de hierro: 60.000 ton. en 1780; 300.000

ton. en 1800 y 700.000 ton. en 1830.

Es el mayor cambio que ha conocido la producción de bienes desde 1800 en Inglaterra. La

aparición de las máquinas, instrumentos hábiles que utilizan energía natural en vez de

humana, constituye la línea divisoria entre dos formas de producción. La producción maquinista

creó las condiciones para la producción y el consumo en masa, característicos de época actual,

hizo surgir las fábricas y dio origen al proletariado.

La revolución industrial es el cambio en la producción y consumo de bienes por

la utilización de instrumentos hábiles, cuyo movimiento exige la aplicación de la

energía de la naturaleza. Hasta finales del siglo XVIII el hombre sólo había

utilizado herramientas, instrumentos inertes cuya eficacia depende por completo

de la fuerza y la habilidad del sujeto que los maneja. El motor aparece cuando se

consigue transformar la energía de la naturaleza en movimiento. La unión de un

instrumento hábil y un motor señala la aparición de la máquina, el agente que ha

causado el mayor cambio en las condiciones de vida de la humanidad.

La aplicación de la máquina de vapor a los transportes, tanto terrestres como

marítimos, tuvo una inmediata repercusión no sólo en procesos de

comercialización, sino también en la calidad de la vida, al permitir el

desplazamiento rápido y cómodo de personas a gran distancia.

La construcción de los ferrocarriles fue la gran empresa del siglo XIX.

La tecnología

A comienzos del siglo XVIII las telas que se fabricaban en Europa tenían como materia prima la seda

(un artículo de lujo, debido a su precio), la lana o el lino. Ninguna de ellas podía competir con los

tejidos de algodón procedentes de la India y conocidos por ello como indianas o muselinas. Para

entonces, la producción de tejidos de algodón en Inglaterra era insignificante y su importación desde

la India constituía una importante partida de su balanza mercantil. Para competir con la producción

oriental se necesitaba un hilo fino y fuerte que los hiladores británicos no producían.

La primera innovación en la hilandería se produjo al margen de estas preocupaciones: Hargreaves,

un hilador, construyó el primer instrumento hábil, la spinning-jenny (1763), que reproducía

mecánicamente los movimientos del hilador cuando utiliza una rueca y al mismo tiempo podía

trabajar con varios husos. El hilo fino pero frágil que con ella se obtenía limitó su aplicación a la

trama de tejidos cuya urdimbre seguía siendo el lino. Continuó por tanto la fabricación de tejidos de

lino y la productividad recibió nuevo impulso debido a las limitadas exigencias de la jenny en espacio

y energía.

Pocos años después surgía la primera máquina, con la aparición de la estructura de agua de Arkwright (1870), que recibe su

nombre porque necesitaba la energía de una rueda hidráulica para ponerse en movimiento.

Para entonces, Samuel Crompton había construido una máquina nueva, inspirada en las

anteriores, conocida como la mula, y que producía un hilo a la vez fino y resistente. El grueso

de un hilo se mide por el número de madejas de 768,1 metros (840 yardas) que se puede

obtener con 453 gramos de algodón (una libra). Un buen hilandero podía fabricar 20

madejas y la mula comenzó duplicando esta cifra para pasar a 80 y poco después a 350,

más de 268 km. El número de husos, que no pasaba de 150 en la primera versión, alcanzó

los dos mil al cabo de unos años y todo ello se conseguía con el solo trabajo de un oficial y

dos ayudantes. La exportación de tejidos británica se multiplicó por cien en los cincuenta

años que siguieron a 1780.

A partir de la renovación de la hilandería se puso en marcha un proceso que condujo a la

mecanización de todas las etapas de la producción de tejidos, desde la desmontadora de

algodón, fabricada en América por Eli Whitney, hasta las máquinas que en Inglaterra limpiaban de cualquier impureza el algodón en

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Hilado manual.

Fabrica de hilados.

rama (trabajo especialmente penoso por el polvo que levantaba), el cardado y la elaboración mecánica de los husos para la

fabricación de hilo. Una vez fabricado éste, los telares mecánicos, desarrollados en Francia por Jacquard, sustituían

ventajosamente a los manuales tanto por la rapidez como por la calidad.

El blanqueado de la tela, que llevaba varias semanas, se redujo a un par de días cuando al

cambiar el siglo se descubrió un procedimiento químico a base de clorina. El estampado, que

concluye el proceso, se hacía utilizando tacos de madera, que se aplicaban manualmente, hasta

que en 1785 se encontró un rodillo que multiplicó la producción.

La demanda de energía que las máquinas textiles requieren fue satisfecha inicialmente

recurriendo al método tradicional de las ruedas hidráulicas y las primeras fábricas se

establecieron en las orillas de los ríos, tomando el nombre de molinos. La irregularidad de la

corriente aconsejaba buscar una fuente independiente de energía. Las experiencias para

conseguir un motor capaz de elevar el agua, mediante el vacío producido por la condensación del

vapor, habían llegado, a mediados del siglo XVII, a una primera formulación, desarrollada por

Savery en una máquina eficaz, aunque de escasa potencia y limitada aplicación.

Newcomen combinó la presión de vapor con la atmosférica para producir una máquina mucho

más eficaz, aunque muy costosa por la cantidad de combustible que requería el calentar y enfriar

sucesivamente el cilindro en el que se iniciaba el movimiento. En la universidad de Glasgow

enseñaba Black, quien había descubierto la existencia del calor latente de vaporización, principio

que venía a explicar la gran cantidad de agua que se necesitaba para conseguir la condensación del vapor.

Pero el doctor Watt fue quien dirigió sus trabajos para independizar las dos etapas del proceso (vaporización y condensación) de

modo que no hubiera pérdida de energía. La construcción de un condensador independiente, que permanecía constantemente frío,

en tanto el cilindro estaba siempre caliente, puso fin al despilfarro de carbón. La utilización de un cilindro de doble efecto permitió

prescindir de la presión atmosférica en tanto la aplicación de altas presiones, sin las cuales no había posibilidad de aplicar el motor

a un vehículo, se encuentra en el origen de la locomoción mecánica.

De entrada, la máquina de vapor vino a resolver el problema planteado por el drenaje de las minas y, junto con la lámpara de

seguridad de Davy (1815), permitió abrir pozos cada vez más profundos y explotar aquellos que habían sido abandonados por las

dificultades y riesgos que implicaba la explotación.

En cuanto al hierro, su demanda estaba limitada por la dificultad de transformar el mineral. éste se presentaba combinado con

oxígeno cuya eliminación se realizaba mediante combustión en altos hornos. La masa fluida que se obtenía en la parte inferior

estaba llena de impurezas que eran eliminadas mediante el afinado, que le quitaba el carbono sobrante, y el forjado, en el que los

golpes de un martillo hidráulico permitían homogeneizar su estructura.

La primera línea de mejora consistió en la sustitución del carbón por el

coque, que se obtiene mediante la combustión incompleta del carbón

para separar el sulfuro y el alquitrán. La utilización de coque en la

producción de hierro se realizó con éxito a comienzos del siglo XVIII por

Abraham Darby, pero sólo se generalizó en la segunda mitad del siglo.

Una nueva técnica para mejorar la calidad del lingote fue el pudelado, en

el que la fusión se realizaba manteniendo separado el carbón del mineral.

El acero es el hierro sin otra impureza que uno por ciento de carbono;

hasta entonces se había conseguido en pequeñas cantidades utilizando

como materia prima un mineral de excepcional pureza. La fundición del

hierro en un crisol y a más altas temperaturas permitió la producción

masiva de acero y con ella la satisfacción de toda clase de demandas

procedentes de la propia industria.

Los cambios en la agricultura

El parlamento inglés, durante el transcurso del siglo XVIII, permitió cercar las fincas en el campo abierto. El gasto que demandaba

esta operación favoreció a los hacendados más ricos y permitió la aplicación de nuevas técnicas para incrementar la productividad

agrícola. Se empezó la rotación de cultivos

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