Roger Chartier

En el texto a analizar, “El mundo como representación, de Roger Chartier”, el autor enfatiza sobre la problemática de cómo proceder a un análisis historiográfico y como poder dar imagen los más fiel posible de la realidad a través del discurso.

Chartier hace foco principal sobre el hecho de que lo esencial para una práctica historiográfica correcta consiste en comprender como la articulación de los regímenes de práctica y de las series de discurso producen aquello que es lícito designar como la “realidad”, objeto de la historia. Es decir, la clave está en entender cómo los discursos y las prácticas producen lo real. Se trata más bien de objetivaciones, puesto que los objetos de la investigación no existen naturalmente. Eje, cómo cobra forma la locura, el Estado, etc. A través de prácticas y discursos de una época determinada. Por lo tanto, lo contrario sería pensarlo sería pensarlo como figuras circunstanciales de una categoría universal.

Ahora bien, Chartier no se reduce solamente a la crítica de documentos como herramienta de análisis historiográfico, para no condicionar a la historia como ciencia positiva. Por lo tanto, pensar la relación entre prácticas y representaciones es necesario para el trabajo historiográfico de la realidad.

Analizar las representaciones supone que el pasado no está formado como un objeto científico en sí mismo, y hay que tener en consideración la cuestión de los horizontes históricos, lo que claramente pone en tela de juicio las prácticas que los historiadores realizan sobre las representaciones. Siguiendo esta idea, las reglas que rigen la escritura histórica, sus modalidades, el lugar y las instituciones sociales de las cuales se produce, son parte de lo que se debería considerar en lo que supone a la práctica. Por lo tanto, para Chartier, se cae en el relativismo de una historia identificado con la ficción, si no se piensa el problema desde esta perspectiva, la de las representaciones y las prácticas.

Luego de un breve análisis de como la práctica historiográfica fue evolucionando desde una filosofía de la historia, una historia de serie (cuantitativa), una renuncia a Hegel hasta una historia cultural, una microhistoria, historia antropológica y la nueva historia del acontecimiento. Otro aporte del autor, está en el hincapié que hace de las formas de la escritura histórica para sentar las bases de su hipótesis sobre la representación ya mencionada. Entonces, la forma de escritura del autor es el género narrativo, pero eso no significa reducir el relato histórico a una ficción. Puesto que la importancia fundamental está en la forma en la que el historiador pone en práctica las técnicas necesarias que garanticen su veracidad a través de operaciones renovables, verificables y controlables.

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