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Socialismo - Ignacio Sotelo


Enviado por   •  2 de Julio de 2014  •  1.888 Palabras (8 Páginas)  •  261 Visitas

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Podemos entender el socialismo como un ideal que apoya la instauración de un sistema igualitario, o también como una fuerza política la cual pretende realizar ese ideal.. Sotelo expone las diferentes variantes ideológicas socialistas insertándolas en su contexto histórico. La ideología socialista emerge en Europa en la primera mitad del siglo XIX.

El socialismo surgió como una reacción frente a las consecuencias de la revolución industrial. La revolución industrial, que se inicia a finales del siglo XVIII en Inglaterra y arraiga en la primera mitad del siglo XIX en Europa, supone una trasformación social radical. Esta revolución provoca el surgimiento de una clase proletaria sometida a unas condiciones de vida miserables.

Hacia 1830 aparece el término socialismo, que en Inglaterra se concibe como la teoría reformista de Robert Owen y en Francia como la teoría reformista de Simón. Owen defendía el que se garantizaran unas condiciones de vida digna para la clase obrera; condiciones que incluyen alimentación, vivienda, descanso y educación adecuadas. Si bien Owen no proponía acabar con las relaciones capitalistas de producción, sí proponía una reforma social que mejorara las condiciones del proletariado. Por otro lado, Simón pensaba que pervivía aún el viejo orden, teológico en cuanto que es la teología su fundamento ideológico, y feudal en cuanto que la clase dominante (iglesia y nobleza) lleva una vida parasitaria y mantiene este orden por medio de las armas. Pero pensaba que frente a esta clase dominante emergía una nueva clase, científica en cuanto a su formación teórica, e industrial (productiva) en cuanto a su actividad, que aspiraba a sustituirla. Sostenía que en toda Europa se estaba dando una crisis fruto de la transición del sistema feudal y teológico a otro industrial y científico. Una forma de instaurar pronto la sociedad industrial y científica (y, por tanto, de salir pronto de la crisis) consiste en impulsar una ciencia social que sirva de guía para la construcción de dicha sociedad. Además, pensaba que establecer y seguir un conjunto de principios morales es indispensable para la permanencia de cualquier sistema social.

La etapa fundacional del socialismo puede datarse entre 1830 y la puesta en marcha de la Primera Internacional en 1864. Dentro de esta etapa insertamos la obra de Marx y de Proudhon. Marx elaboró una concepción de la historia denominada materialismo histórico, según la cual el modo de producción es la base sobre la que se levantan las superestructuras ideológicas, jurídicas y políticas. Según él, las sociedades capitalistas contienen dos clases en litigio: la de los dueños del capital y la de los que dependen para subsistir de su fuerza de trabajo. Y pensaba que estas sociedades capitalistas desembocan en crisis internas y en un nuevo orden social en el que los medios de producción se hallarán colectivizados. Marx criticó muchos aspectos del sistema capitalista. Por ejemplo, criticaba el que el trabajo humano se tratara en el sistema capitalista como una mercancía (al ser comprado el trabajo éste es tratado como una mercancía), y sostenía que esta forma tratar el trabajo provoca una cosificación del ser humano. Explicó, por otro lado, las crisis económicas periódicas que afectaban a las sociedades capitalistas (hasta la crisis final que desembocaría en la sociedad comunista mediante dos principios: la disminución de las tasas de beneficio y la superproducción. Según él, es necesario que en las sociedades capitalistas disminuyan las tasas de beneficio. La superproducción se da, en su opinión, porque las empresas buscan obtener más beneficios, produciendo en consecuencia más y más, hasta el punto de que la capacidad social de pago no puede

absorber las cantidades producidas. Por consiguiente, no se puede vender lo producido o hay que venderlo por debajo de los costes, generando todo esto pérdidas. Este marxismo fue ya criticado por las diferentes corrientes de un socialismo libertario que acabaría por generar el anarquismo. En este texto diferenciamos, no obstante, el socialismo del anarquismo (para no extendernos demasiado), y no abordaremos, por tanto, estas corrientes libertarias mencionadas. En esta primera etapa fundacional del socialismo, la oposición fundamental se da, pues, entre el socialismo autoritario (o marxismo) y el libertario (o anarquismo).

La segunda etapa del socialismo transcurre entre la fundación de la Primera Internacional en 1864 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, fecha en que se desmorona la Segunda Internacional. En este período surgen dos posiciones que influyen en el socialismo democrático (el cual emerge posteriormente): el fabianismo y el revisionismo. En Inglaterra se fundó la Fabian Society. Los fabianos defendían la substitución del sistema capitalista por uno colectivista, pero no defendían la revolución, sino el que dicha substitución se efectuara de forma gradual por evolución del sistema democrático. Sidney Webb fue un fabiano destacado. Este concebía el socialismo como un sistema social, el cual defendía alcanzar por medio de la democracia. Según él, el socialismo consiste en la administración colectiva de la renta y de los intereses y en el control colectivo de los principales instrumentos de producción. Para alcanzar el sistema social colectivista los fabianos proponían, por un lado, la municipalización (el acaparamiento por parte de los municipios) de los transportes colectivos, suelo y viviendas, y, por otro lado, el impuesto gradual sobre los ingresos y la herencia. Por otro lado, Eduard Bernstein fue un revisionista destacado. A finales del siglo XIX era evidente que algunas premisas de Marx debían ser modificadas. Por ejemplo, según Marx se asistiría a una pauperización creciente de la clase obrera en los regímenes capitalistas, y a lo que se asistió, en cambio, en este período fue a un aumento en los salarios de los obreros. Bernstein pensaba, pues, que no es necesario el que las contradicciones propias de los sistemas capitalistas se resuelvan en una lucha violenta del proletariado contra la burguesía, y pensaba, en consecuencia, que el surgimiento del socialismo no es necesario. Entendía la democracia como un régimen que garantiza los derechos del individuo y otorga el gobierno a quienes la mayoría de ciudadanos elige mediante sufragio universal. Examinó la noción de democracia que manejaron los socialistas en la primera mitad del siglo XIX. Según él, éstos entendían la democracia como poder del pueblo, que en su fase final consistía en la identidad de gobernantes y gobernados, lo cual según él no es sino anarquismo (democracia igual a ausencia de poder). Para Bernstein, en cambio, la democracia es una forma de poder (no ausencia de poder), que se caracteriza porque tiende a la desaparición del poder de clase. Defendía, pues, la reivindicación del socialismo desde la democracia y el realizar el socialismo sin salirse de la democracia. Así, el fabianismo y el revisionismo provocaron una escisión dentro del socialismo autoritario: el socialismo reformista (partidario de la reforma, y representado por los fabianos y revisionistas) y el socialismo revolucionario.

La tercera etapa del socialismo se da entre el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914) y el final de la Segunda (1945). En 1917 triunfó la revolución bolchevique en Rusia, instaurándose allí el comunismo, encabezado por Lenin. El socialismo democrático se configuraba en polémica con el comunismo ruso. Lenin entendía la democracia como dictadura del proletariado; en realidad como la dictadura ejercida por una serie de consejos obreros (soviets). Se oponía al parlamentarismo, afirmando que dichos consejos obreros dirigentes debían acumular todos los poderes (no sólo el legislativo). La dictadura del proletariado defendida por Lenin era, pues, en realidad, dictadura de los soviets, los cuales estaban controlados sobre todo por la persona que los encabezaba. El socialismo democrático, en cambio, concebía la democracia

como el régimen político ejercido por el Estado liberal de derecho. La democracia incluye, según los socialistas democráticos: a) unos representantes parlamentarios, elegidos mediante elecciones generales y secretas, b) respeto a los derechos fundamentales de las personas, c) división de poderes, etc. Los socialistas democráticos defendían la democracia, reivindicando, al mismo tiempo, mayor igualdad económica y social entre los ciudadanos de dicho sistema político.

La cuarta etapa del socialismo transcurre entre 1945 y 1990. El comunismo leninista y el socialismo democrático se desvinculaban cada vez más de la doctrina marxista. No obstante, en la década de los setenta surgió un marxismo, no coincidente en su totalidad con la doctrina de Marx, en el sur de Europa (Francia, España, Grecia). La desmarxistización del socialismo democrático se aprecia la declaración de la Internacional Socialista sobre los fines de dicho socialismo democrático y en el programa que se da el partido socialdemócrata alemán en el Congreso de Bad Godesberg. En la declaración de la Internacional mencionada se distingue el capitalismo del socialismo. El capitalismo se concibe como la sociedad en la que unos obtienen riquezas (los que detentan los medios de producción) a costa de los otros, y el socialismo se entiende como la sociedad democrática en la que el gobierno (democrático) rige la economía satisfaciendo así las necesidades básicas de todos los ciudadanos. En consecuencia, en dicha declaración se afirma que es imprescindible el control democrático de la economía (la dirección de la economía por parte del gobierno democrático) para pasar al socialismo. Se sostiene, no obstante, que esta dirección estatal de la economía se ha de combinar con la descentralización de la misma: los sindicatos, las cooperativas, las asociaciones de consumidores, etc. deben participar como agentes económicos. Se establece, además, que es un derecho fundamental de las personas el poder trabajar, con lo cual se fija como objeto fundamental de la política socialista el llegar al pleno empleo. Por último, se afirma que el socialismo sólo puede realizarse en el seno de una democracia. Por otro lado, el programa de Bad Godesberg defendía la democracia y adjudicaba al partido socialdemócrata alemán el papel de cuidar que no se suprima la competencia entre empresas, de favorecer el crecimiento económico y de hacer que la riqueza se distribuya equitativamente, interviniendo desde el Estado (mediante impuestos, etc.). Además, dicho programa presentaba al partido socialdemócrata alemán como partido del pueblo (de todo el pueblo), en lugar de partido de la clase obrera. Por otro lado, en el sur de Europa surgió, en la década de los 70, un socialismo (una ideología socialista) en cierta medida cercano a la doctrina de Marx. Francia forma parte de los países en que se dio este fenómeno. En este país en concreto se da una renovación del partido socialista; renovación no sólo en la estructura interna del partido sino también en su ideología. La ideología renovada de este partido incluye el rechazo del capitalismo. Este socialismo defendía el salir del capitalismo y la instauración de un sistema social no capitalista, y defendía también el que esta transición se hiciera desde la democracia. Defendía las siguientes medidas para instaurar el nuevo sistema: 1) nacionalizar los bancos y las empresas que ejerzan un poder excesivo, 2) descentralizar el aparato del Estado, para que a su mayor poder sobre la economía corresponda un mayor control social, 3) establecer el pleno empleo.

Por otro lado, el llamado socialismo real se desplomó de 1989 a 1991. La derecha ha insistido en la común procedencia de todas las formas de socialismo (cosa que es cierta), y ha sostenido que todas conducen a la esclavización de la persona. Esto último, sin embargo, no es cierto, ya que el socialismo real partía de la suposición de que la eliminación de la propiedad privada generaría libertad y democracia, mientras que el socialismo democrático no comparte esta suposición y defiende la democracia ya constituida en los países occidentales.

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