Sor Juana
jego_18220 de Noviembre de 2012
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SOBRE EL HUMANISMO DE SOR JUANA:
A MODO DE INTERPRETACI~N.
Nuestra tesis es simple: Sor Juana Inés de la Cruz,
sustentando argumentaciones de estilo medieval, repre-
senta el humanismo más avanzado de su época, pero su
ejercicio se pierde en el compromiso de la fe; no por su
voluntad, sino por mandato oficial, por amenazas exis-
tenciales y porque su discurso no podía deslindarse de
tales requerimientos, por cuanto hubiera estado aún más
relegado a la marginalidad.9
7 Se utiliza el concepto hombre y no el de ser humano, con el único objetivo de ser fiel con el momento histórico al que se hace referencia.
8 Es válido señalar que los esfuerzos en este sentido se evidencian también en el siglo XIII, por ejemplo, cuando el Dr. AngElico "cristianiza
n
a
Arislóteles, lográndose cierto auge del quehacer científico.
9 Paz: 1985, dedica un extenso análisis sobre "El asedio" (Pág. 566-581) sufrido por Sor Juana, también es importante realizar la lectura de este
apartado para comprender las presiones y situaciones que debió vivir ella. 46 Revista Pensamiento Actual, Vol. 5. N."6.2005. Universidad de Costa Rica
Queda claro en la respuesta que le brinda Sor Juana
a Filotea que la intención ulterior consistía en alcanzar
la cumbre de la sagrada teología, lo que coincide con la
expectativa del medievo, pero la novedad radica no en
el fin, sino en el medio. La aproximación la lograría por
medio de las ciencias y las artes humanas. He aquí un
primer rasgo de humanismo. Se refiere a él haciendo cita
explícita a: La lógica, la retórica, la física, la música, la
aritmética, la geometría, la arquitectura, la historia, la
erudición y la astrología.
Atrás había quedado el pensamiento feudal unilineal
y teologizante. Se atisba la necesidad de la visión enci-
clopédica, hoy llamada holística. Sor Juana comprendía
la necesidad del desarrollo científico integral, solo así se
podrían alcanzar las alturas teológicas, o sea, desde el
sustrato material e histórico, partiendo del juego coti-
diano y de la experimentación sensorial. En este sentido
indica lo siguiente:
"... aunque no estudiaba en libros, estudiaba en to-
das las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de las
letras, y el de libro de toda esta máquina universal.
Nada veía sin refleja; nada oía sin consideración, aun
en las cosas más menudas y materiales: porque como
una hay criatura, por baja que sea, en que no se co-
nozca el me fecit Deus, no hay alguna que no pasme
el entendimiento, si se considera como se debe".
De alguna manera, nuestra autora retoma, interdis-
cursivamente, las enseñanzas del humanismo naturalis-
ta y mecanicista de su época, en especial el representado
por Descartes, quien a la letra señala asuntos profunda-
mente análogos, al escribir en el Discurso del Método, I,
lo siguiente:
" ... abandoné el estudio de los libros, y decidido a no
buscar más ciencia que la que en mí mismo o en el
gran libro del mundo pudiera encontrar (...) DespuCs
de algunos años de estudio en el libro del mundo,
adopté un día la resolución de estudiar en mí mismo
y de emplear todas mis fuerzas espirituales en elegir
los caminos que debía seguir".
También, este autor francés, insiste en subrayar el
mecanicismo naturalista cuando, por ejemplo, se refie-
re al cuerpo del ser humano describiéndolo como una
"máquina compuesta" (Meditaciones, VI); calificativo
que también se utiliza cuando hace referencia al mundo
exterior nombrado como res extensa.
Sor Juana, en la adquisición de su conocimiento,
también resultó sustentada en ella misma, toda vez que
confiesa haber sido autodidacta, quizás para no perjudi-
car a pensadores contemporáneos a ella:
"Volví (mal dije pues nunca cesé): proseguí, digo, a la
estudiosa tarea (que para mí era descanso en todos
los ratos que sobraban a mi obligación) de leer y más
leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que
los mismos libros".
Científico y naturalista son dos rasgos del humanis-
mo implícito en la obra de la religiosa y, según se advirtió
en el apartado anterior, dichas cualidades, así como el
mecanicismo, eran propias del humanismo contextual de
aquel momento.
El sustento filosófico de tales posiciones humanísti-
cas se apoya en un antropocentrismo intelectual. Al ser
humano se lo ha re-descubierto en el renacimiento y se lo
entiende como una res cogitans, como una cosa pensante,
ubicada en medio de la res extensa. La confluencia de am-
bos niveles sustanciales permite que la cosa pensante se
aproxime metódicamente a la cosa extensa, al mundo de la
extensión. Tal aproximación, que implica una aprehensión
epistemológica por parte del sujeto pensante, es certera,
toda vez que parte del sentido común (o buen sentido) y
éste se lo entiende, con Montaigne y Descartes, como "la
cosa mejor distribuida (por Dios) en el mundo".lo
Existe certeza absoluta en la posibilidad científica de
comprender y estudiar racionalmente la naturaleza. Con-
fianza en la posibilidad de extraer la sabiduría del mundo
mismo, con base en los dotes intelectuales de la huma-
nidad, ya que los secretos más importantes y las verda-
des más significativas estaban contenidas en lo natural
y resultaban inteligibles. Con Aristóteles, por medio de
la cristianización efectuada por Tomás de Aquino, se su-
pera las tesis agustinianas neoplatónicas, profesadas por
la oficialidad eclesial, pero insuficientes para responder a
las inquietudes científicas de los espíritus más inquietos
de aquel momento, entre los que se encontraba el de Sor
Juana Inés.
El marco epistemológico que sustenta este huma-
nismo es novedoso en doble vía: se parte de supuestos
teóricos y filosóficos que rompen con lo inmediato me-
dieval, y se ejercita desde un genuino y autóctono que-
hacer americano. La preocupación identitaria encuentra
terreno fértil:
10 En específico Descartes señala: "El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, ues cada uno piensa estar tan bien provisto de Bque
aun aquellos que son más difíciles de contentar en todo lo demás, no acostumbran a desear más del que tienen." Discurso del método, l.
Mientras que Montaigne escribió al respecto: "De todo lo que la naturaleza dio al hombre, lo distribuido con más justicia es el juicio (o senti-
do), porque ni un solo hombre está descontento con lo que le ha tocado de tanto como podía haber recibido". Sobre la presunción. Ensayos,
2" parte, cap. 1 Z E[ humanismo en Sor Juana Inés de la Cruz
"De este modo, Sor Juana subvierte el problema del
conocimiento, planteando prácticas cognoscitivas
que son ajenas al espacio europeo, y sobre las cuales
esta nueva subjetividad criolla reclama una especie
de dominio cabal. No obstante, esta estrategia no deja
de ser problemática, pues predomina en ella una ten-
dencia reduccionista de las otras subjetividades ame-
ricanas que todavía se representan desde una visión
bastante jerárquica de la diferencia". (Martínez-San
Miguel, 1999: 15)
Además, es fácil observar otro elemento novedoso en
el humanismo de Sor Juana, aunque lo plantea de mane-
ra ingenua e incipiente, sin lograr desarrollos ulteriores.
Hacemos referencia a las protonociones de género, con lo
cual trasciende todas las tesis modernas oficiales e, implí-
citamente, cuestiona la subjetividad cartesiana. En este
sentido, su respuesta logra el clímax cuando escribe:
" ... pero señora iquC podemos saber las mujeres sino
filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo,
que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo
suelo decir viendo estas casillas: Si Aristóteles hubie-
se guisado, mucho m6s hubiera escrito".
La religiosa es clara en sus afirmaciones, revalora el
papel cotidiano asignado al rol de la mujer y, en forma
satírica y discreta, insiste que desde ahí se puede hacer
filosofía y de la mejor. Consecuentemente, el pensamien-
to comprendido
...