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Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o Unión Soviética Estado

carlos90210Informe11 de Abril de 2013

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Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o Unión Soviética Estado formado por distintas repúblicas europeas y asiáticas, creado como resultado del triunfo de la Revolución Rusa de noviembre de 1917 en el territorio del antiguo Imperio Ruso, fundado con tal denominación en diciembre de 1922 y cuya disolución se produjo en diciembre de 1991. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, primer Estado en el cual se aplicaron los principios del socialismo, ha sido llamada asimismo Unión Soviética y también, erróneamente, Rusia Soviética o simplemente Rusia. Cuando la Revolución Rusa culminó con la conquista del poder por el Congreso de los Soviets de toda Rusia, dirigido por los bolcheviques. Tras autoproclamarse depositario de la autoridad gubernamental, el Congreso promulgó inmediatamente una serie de decretos por los que Rusia dejaba de combatir en la 1ra Guerra Mundial, era nacionalizada toda la tierra y se constituía el Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom) que actuaría como primer gobierno obrero y campesino y estuvo presidido por Lenin. Los soviets garantizaron el derecho a la igualdad y a la autodeterminación de todas las numerosas nacionalidades que habitaban el territorio del antiguo Imperio Ruso. La primera nación en sacar provecho de esta situación fue Finlandia, donde se estableció un gobierno nacional que estrenó de inmediato la independencia del dominio ruso. En otro de sus primeros decretos, el gobierno soviético proclamó la separación Iglesia-Estado. Aunque se garantizaba la libertad religiosa individual, el Estado declaró su a confesionalidad. Las ideas fundamentales de estos y otros decretos quedaron recogidos en la Constitución de 1918, que proclamó la República Socialista Soviética Federada de Rusia.

El tratado de paz

Las negociaciones de paz con Alemania se iniciaron en diciembre de 1917. Los términos de la paz presentados por los alemanes eran inaceptables, por lo cual las negociaciones quedaron rotas en febrero de 1918. Sin embargo, una nueva ofensiva alemana llevó a los dirigentes soviéticos a reanudar las conversaciones y a principios de marzo se concluyó la Paz de Brest-Litovsk. Según los términos de ésta, la República Socialista Soviética Federada de Rusia tuvo que ceder Ucrania, Polonia y los llamados Países Bálticos. El gobierno soviético también fue obligado a pagar unas elevadas indemnizaciones a Alemania. Lenin consideraba esencial para la causa soviética la firma del tratado, a pesar de su dureza, porque daría el tiempo necesario para consolidar el régimen recién constituido. Además, el líder bolchevique creía inminente la extensión de la revolución soviética a otras naciones europeas. Aunque esas revoluciones estallaron posteriormente en algunos países, especialmente en Alemania y Hungría, fracasaron en su intento por hacerse con el poder, por lo que el gobierno soviético fue el único en proclamar como objetivo el establecimiento de un Estado socialista.

La firma de la Paz de Brest-Litovsk produjo una escisión en el seno del gobierno soviético. El Partido Socialista Revolucionario, que había estado colaborando con los bolcheviques, declaró que el tratado constituía una traición a la causa de la Revolución y abandonó el gobierno. Confiando en sus tradicionales métodos de lucha política, miembros de dicho partido asesinaron al embajador alemán con la vana esperanza de provocar nuevamente el comienzo de las hostilidades. También llevaron a cabo atentados contra algunos líderes bolcheviques. Lenin fue seriamente herido por uno de estos actos terroristas, lo que acabaría por provocar pocos años más tarde su prematuro fallecimiento. Como respuesta, los bolcheviques iniciaron el llamado Terror Rojo, con la supresión del Partido Socialista Revolucionario y la ejecución de numerosos opositores políticos. Otros partidos y facciones minoritarias fueron igualmente eliminados por los bolcheviques.

De este modo, la República Socialista Soviética Federada de Rusia se convirtió en un Estado con sistema de partido único, el Partido Comunista Ruso (bolchevique), nombre que adoptó el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) en marzo de 1918. Siete años más tarde, recibiría una nueva denominación, Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión, que en 1952 se transformaría en la definitiva de Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Los principales partidos comunistas creados en muchos países a raíz del triunfo de la Revolución Rusa pasaron a depender en mayor o en menor medida desde entonces del soviético, hasta que años más tarde algunos de ellos se apartaron por diversas razones de los dictados provenientes de la que dio en llamarse patria del comunismo.

La Guerra Civil

La política social y económica de los bolcheviques provocó en 1918 el estallido de la Guerra Civil y la intervención de potencias extranjeras. En Siberia, un Ejército compuesto por 45.000 antiguos prisioneros de guerra checos, la llamada Legión Checa, que habían sido armados por el gobierno zarista para combatir a los alemanes, inició una ofensiva contra las autoridades soviéticas. Múrmansk y Arjanguelsk, las principales ciudades del extremo septentrional de Rusia, fueron ocupadas por tropas aliadas. El Ejército japonés ocupó Vladivostok, en el sureste ruso, ciudad en la que una fuerza expedicionaria estadounidense desembarcó poco después. Los alemanes invadieron la Rusia Blanca (una región más o menos equivalente a la actual Bielorrusia), Ucrania y el Cáucaso. En el otoño de 1918 el almirante Alexandr Vasílievich Kolchak, al mando de un ejército contrarrevolucionario, se proclamó comandante supremo de Rusia y estableció su capital en la ciudad siberiana de Omsk.

A comienzos de 1919, el Ejército Blanco mandado por el general Antón Ivánovich Denikin lanzó desde Ucrania una ofensiva contra las tropas soviéticas, mientras que otro, dirigido por el general Nikolái Yudenich avanzó hacia Petrogrado (actual San Petersburgo). A pesar de los reveses iniciales, los bolcheviques lograron repeler estos ataques a comienzos de 1920. En abril de ese año, el Ejército polaco lanzó un nuevo ataque con ayuda de tropas bielorrusas bajo el mando de Piotr Nikoláievich, barón de Wrangel. Dos meses más tarde las tropas soviéticas, reorganizadas por el comisario (ministro) de la Guerra Liev Trotski en 1918 con el nombre de Ejército Rojo, iniciaron la contraofensiva. La guerra con Polonia finalizó con la firma en 1921 del Tratado de Riga, por el que determinadas áreas occidentales de la Rusia Blanca y de Ucrania pasaban al control de Polonia. Tras la expulsión de las tropas de ocupación japonesas de Siberia oriental a finales de 1922, la Guerra Civil llegó a su fin. El régimen soviético no estaría ya en peligro inmediato durante largo tiempo.

Los bolcheviques derrotaron a las tropas extranjeras y a las fuerzas contrarrevolucionarias rusas gracias a su determinación, organización y buen mando, a la desunión de sus rivales y a la renuncia final de las potencias extranjeras participantes en la guerra.

El denominado comunismo de guerra, política aplicada por los bolcheviques durante el conflicto civil, supuso la rápida nacionalización de la industria y de los medios de transporte y la confiscación de todos los suministros y equipos necesarios para la actividad bélica, lo que arruinó por completo la economía del país. Cuando cesaron las hostilidades y quedó consolidado el régimen soviético, el gobierno tuvo que hacer frente a la necesidad de restaurar la economía. Trotski y otros dirigentes preferían mantener esta rígida política de guerra para continuar la evolución hacia el comunismo. Lenin optó por reducir la gravosa economía de guerra impuesta a los agricultores, con el objetivo de estimular la producción agraria, y por mitigar los controles sobre la industria y el comercio para permitir la creación de pequeñas empresas que lograran aumentar la producción. La denominada Nueva Política Económica (NEP), aplicada desde marzo de 1921 por Lenin, fue adoptada en 1922 por el Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión, si bien a principios de 1929 resultó abandonada de forma definitiva por el sucesor del primer dirigente soviético.

LA ÉPOCA DE STALIN

La prematura muerte de Lenin en enero de 1924 desencadenó una dura lucha por el poder. Los principales antagonistas fueron Trotski y Iósiv Stalin, entonces secretario general del partido, los cuales se proclamaban legítimos herederos de Lenin. Gracias al control sobre el aparato del partido, Stalin logró obtener el apoyo de la mayoría de los miembros de éste y consolidar así su poder. En noviembre de 1927, tras un referéndum interno, el partido repudió por completo las ideas políticas de Trotski, que fue expulsado de aquél y tuvo que exiliarse en Alma Atá (la actual Almaty, en Kazajstán). Dos años más tarde, Trotski fue desterrado de la URSS, y en 1940 murió asesinado en México a manos de un agente soviético.

En 1929, Stalin fue reconocido como máximo dirigente del partido y del Estado. A partir de ese momento inició la serie de purgas que caracterizarían sus años de mandato, y que afectaron en primer lugar a sus antiguos aliados durante la pugna con Trotski. Esos dirigentes, especialmente Nikolái Ivánovich Bujarin y Alexéi Ivánovich Ríkov, fueron expulsados de los más altos órganos del partido.

Desde entonces, Stalin sólo confió en su control del partido y de la policía y en los compañeros que él había elevado al poder. Entre estos destacaron Viacheslav Molótov, Valerian Vladimírovich Kuibishev, Grígori K. Ordzhonikidze y Kliment

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