X. CICERÓN Y LOS JURISCONSULTOS ROMANOS.
ganesh1215 de Mayo de 2013
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X. CICERÓN Y LOS JURISCONSULTOS ROMANOS.
A COMIENZOS del siglo I a. C. los procesos políticos comenzados en la conquista de Oriente por
Alejandro estaban casi completos. Todo el mundo mediterráneo se había fundido y había llegado a
ser, en grado no pequeño, una sola comunidad. La ciudad-estado había dejado de contar y no había
naciones políticamente conscientes, tales como las que ha producido la Edad Moderna. Era ya
visible es el sor de Macedonia, así como Egipto y de los reinos asiáticos, sería Roma, y que el
mundo civilizado conocido se uniría bajo un solo dominio político, como ocurrió en el curso del siglo
siguiente. Por otra parte, a comienzos del siglo I la filosofía estoica había difundido las ideas de
justicia natural, estado universal y ciudadanía también universal, aunque esos términos tenían más
bien sentido ético que jurídico. Estaba preparada la escena para que se pudiera producir un ulterior
desarrollo y clarificación de esas ideas filosóficas. Perduraba la ética más negativa de epicúreos y
escépticos-la identificación de la "naturaleza" con el egoísmo individual-, pero el futuro, al menos
inmediato, pertenecía a las ideas desarrolladas por los estoicos. Éstas se habían dispersado tanto
que había perdido su identificación con un sistema filosófico y habían llegado a ser patrimonio común
de todos los hombres educados.
Ésas ideas comprendían una serie de convicciones de importancia ética o religiosa, pero no
dotadas de un grado muy alto de precisión filosófica. La tendencia cada vez mayor de las escuelas a
tomar conceptos elaborados por otras, había perdido incluso algo de precisión que tenían en el
estoicismo de Crisipo, cosa lógica al llegar a ser corrientes en una cultura sustancialmente tenía
ámbito universal. Comprendía la creencia en que el mundo está sujeto al gobierno divino de un dios
que es, en algún sentido, razonable y bueno y que, en consecuencia, se encuentra con los hombres
en una relación comparable a la de un padre con sus hijos. Comprendía la creencia en que todos los
hombres son hermanos y miembros de una común familia humana en la que su realidad les hace-en
cuatro especies-semejantes a Dios y, en cierto modo fundamental, semejantes entre sí, aún tomando
en cuenta las diferencias creadas entre ellos por la diversidad de lenguaje y de costumbres locales.
De ahí que existan algunas normas de moral, justicia y racionalidad de la conducta, obligatorias para
todos los hombres, no porque estén incluidas en el derecho positivo o porque su relación vaya
seguida de una pena, sino porque son intrínsecamente justas y merecedoras de respeto. Por últimoy
ello es acaso la más vaga de todas las nociones estoicas-se consideraba que todos los hombres
son, por naturaleza, fundamentalmente "sociales". Esta idea no tenía una precisión comparable a la
etapa superior de su desarrollo en la civilización de la ciudad-estado. No hacía sino seguir el respeto
a las leyes de Dios y de los hombres es un don innato de la naturaleza humana y que, siguiendo la
guía de esa reverencia innata, el hombre perfecciona su propia naturaleza, en tanto que se degrada
y decide hacer lo contrario.
El desarrollo de estas ideas en el siglo I a. C. y en los dos o tres inmediatamente posteriores
siguió dos líneas principales. La primera continúa la dirección de indicada por la influencia del
estoicismo en los comienzos de la jurisprudencia romana; tuvo como resultado introducir el derecho
natural en el aparato filosófico del derecho romano. La segunda estuvo relacionada con las
consecuencias religiosas y en la idea de que el derecho y el gobierno tienen sus raíces en el plan
formulado por la divina Providencia para guía de la vida humana. En ambos casos el desarrollo de
una filosofía política fue algo incidental. El único de los escritores que es necesario considerar y que
trata de formular una teoría política fue Cicerón, y su esfuerzo por estudiar los problemas políticos de
la República romana es la parte menos importante de su obra. Pero aunque la teoría política no era
más que incidental una serie de finalidades más generales que en el primer caso, la construcción de
un sistema de derecho y jurisprudencia y en el segundo, la construcción de una teología en
organización eclesiástica-, las formas de pensamiento político de ella resultantes se separaron
mucho del punto de vista que había predominado en la teoría política griega y ejercieron una
profunda influencia sobre la reflexión política de los siglos siguientes. La presunción de que el estado
es una criatura del derecho y no debe estudiarse como hecho sociológico o como bien ético, sino en
términos de competencia jurídica y de derechos-el "juridicismo"-apenas había sido en el
pensamiento griego; ha sido parte intrínseca de la teoría política desde la época romana hasta
nuestros días. La relación del estado con las instituciones religiosas y de la filosofía política con la
teología, que apenas habían sido problemas para los griegos, plantearon las cuestiones principales y
tiñeron las discusiones de todos los problemas durante la Edad Media y hasta bien entrada la
Moderna. Por consiguiente, los cambios introducidos en la historia de la tierra política en la época
inmediatamente anterior al comienzo de la era cristiana y la que siguió fueron de importancia
fundamental, aunque no dieran por resultado ningún tratado de filosofía política.
Ese capítulo y el que sigue se ocupan, respectivamente, de las dos tendencias, la jurídica y la
teológica. Por lo que se refiere a las fechas, son casi paralelas. Acaso se necesiten algunas palabras
de explicación del por qué de colocar a Cicerón en la primera y a Séneca en la segunda, violando la
disposición cronológica y pasando por alto la ruptura que podría suponer reducida con el
advenimiento del cristianismo. El motivo de incluir a Cicerón en el mismo capítulo de los
jurisconsultos no es, desde luego, que fuera un gran jurista-que no lo era-, ni que los otros
jurisconsultos leyeran sus obras. No es sino de sus ideas políticas parecen tener tono secular por
ello una afinidad relativamente íntima con las de los jurisconsultos. Por otra parte, Séneca y premio a
su filosofía una tendencia decididamente religiosa. Al incluir a Séneca en el mismo capítulo que los
padres de la Iglesia se quieres subrayar el hecho de que, en un principio, la aparición del
cristianismo no llevó consigo una nueva filosofía política. El propio cristianismo y su instauración final
como religión oficial el imperio fueron la consumación de cambios sociales e intelectuales que habían
estado operando desde hacía mucho tiempo y que afectaron casi del mismo modo a pensadores que
no abrazaron nunca la nueva fe. Por lo que se refiere a las ideas políticas, las de los padres eran, en
su mayoría, la decisión escénica. A efectos de exactitud histórica, no hay razón para considerar la
era cristiana como comienzo de un nuevo período del pensamiento político.
CICERÓN
El pensamiento político de Cicerón no es importante por su originalidad; como el mismo francamente
reconoce, sus libros eran compilaciones. Tenían, sin embargo, un mérito que no es, en modo alguno,
despreciable: todo el mundo los leía. Una vez aceptada una idea por Cicerón, ha quedado
conservada para los lectores de todos los tiempos futuros. Por lo que hace a su pensamiento
político, su filosofía era la forma del estoicismo que Panecio había elaborado para un público y
transmitido al círculo de Escipión. En realidad, casi todo lo que es se conoce esta filosofía tal como
se encontraban a comienzos del siglo I a. C. hay que tomarlo de Cicerón. Los tratados políticos, la
República y las leyes, fueron escritos a mediados del siglo y constituyen el mejor índice que es
posible encontrar el pensamiento político de Roma, en especial el de los círculos conservadores
aristocráticos, durante los últimos días de la República.
Para comprender a Cicerón y darse cuenta de su importancia histórica es preciso hacer una
distinción clara entre la finalidad inmediata que perseguía al escribir y la perdurable influencia que ha
ejercido su influencia fue muy grande, pero el propósito que le fiaba sufrió un fracaso total, por no
decir que constituía un verdadero anacronismo en su época. Es inmoral que perseguía era encomiar
la tradicional virtud romana del servicio público y la preeminencia del papel del estadista, iluminadas
y armonizadas ambas con un dejo de filosofía griega. Sujeto político no era otro que el de retrasar el
reloj y restaurar la constitución republicana en la forma que había tenido antes del tribunal río
revolucionario de Tiberio Graco. Esto explica por qué adoptó como protagonistas del diálogo de la
República a Escipión y Lelio. Innecesario es decir este propósito tenía poca realidad en el momento
en que escribía Cicerón y absolutamente ninguna transcurrida una generación después de su
muerte.
A esta parte de su geopolítica y que
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