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Рensamiento político universal


Enviado por   •  8 de Julio de 2015  •  Trabajos  •  3.946 Palabras (16 Páginas)  •  171 Visitas

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UNIVERSIDAD PRIVADA DR RAFAEL BELLOSO CHACÍN

CÁTEDRA: PENSAMIENTO POLÍTICO UNIVERSAL

TALLER II. VALOR: 4 PUNTOS

1. Explique la relación entre el mercantilismo y el absolutismo, señalando cuál sustenta a cuál.

¿CÓMO ENRIQUECER LA NACIÓN?

Algunas veces se ha dicho que el mercantilismo está basado en una falacia de composición: si algo es bueno para una persona (por ejemplo un mercader), también es bueno para la sociedad en su conjunto (es decir, para la nación). La Nación, como el comerciante, se enriquece cuando hace beneficios; es decir, cuando vende más y más caro de lo que compra. Además, estas ganancias del intercambio con otras naciones se suman unas a otras y pueden acumularse en stock monetarios de metales preciosos. El enriquecimiento se concibe entonces como una acumulación de la riqueza por excelencia: los metales preciosos. Los mercantilistas no entienden la riqueza como bienestar o como mejora en los niveles de vida de los súbditos, más bien de lo que se trata es de construir e incrementar un patrimonio. De ahí que los dos temas principales del mercantilismo sean precisamente el dinero y balanza comercial.

Tampoco el mercantilismo reconoce ventajas mutuas y compartidas entre las naciones que participen del comercio internacional. Más que socios comerciales que buscan acuerdos mutuamente favorables el mundo del comercio se conforma entre naciones rivales. El comercio entre mercaderes y, por analogía, entre naciones, se percibe necesariamente como un juego de suma cero, nadie puede ganar a menos que otro pierda. Los mercantilistas no ignoran que un país sólo puede conseguir un excedente en el comercio internacional a costa de los déficit de otros. El objetivo de enriquecer la nación es entonces conflictivo; para que unos prosperen otros deberán empobrecerse; la riqueza propia se obtiene en detrimento de la fortuna de los vecinos. Por esos motivos, no es sorprendente que, junto con la diplomacia y con la guerra, las políticas económicas de la época se integren dentro de una estrategia general de poder. Aunque para nosotros resulte chocante, tampoco sorprende la agresividad nacionalista y a menudo xenófoba de los mercantilistas. A. de Rojas, un mercantilista español dirá, por ejemplo, que la riqueza: "se debe buscar adquirirla por todos los medios sin excepción, incluso por la fuerza de las armas: he aquí una máxima invariable y susceptible de demostración". También se puede citar la fórmula del más ilustre mercantilista francés, Antoine de Montchrestien (1576-1621): "Todo lo extranjero corrompe".

Pero no debe perderse de vista que las ideas del mercantilismo sirvieron de caldo de cultivo al liberalismo que luego alcanzo su auge en la economía clásica. A la agresividad y el conflicto con el extranjero se opone la solidaridad y la cooperación al interior del país. Al contrario de lo que ocurre entre las naciones, para muchos mercantilistas, excluyendo excepciones notables que veremos más adelante, dentro del mismo país el interés privado y el interés colectivo no están en conflicto. El enriquecimiento de un individuo no constituye un obstáculo al enriquecimiento de otros. Todo lo contrario, la prosperidad individual se puede extender sin limitación dentro de las fronteras nacionales. Los métodos del éxito se pueden copiar, y a través de la copia se generalizan. Así, encontramos en los mercantilistas una concepción elemental de la solidaridad económica.

Si la fuente de la riqueza se adquiere a través del comercio, ¿qué papel juega entonces la producción interna? ¿los bienes producidos son o no parte de la riqueza?. Sobre este tema, los mercantilistas tendrán ideas encontradas. Para Montchrestien en casa de los trabajadores industria y prosperidad son sinónimos. Sin embargo, muchos mercantilistas sólo tuvieron en cuenta la producción interior como una forma de orientar los intercambios internacionales. Para éstos últimos, producir es, en primer lugar, producir para exportar más e importar menos. La producción podrá ser una fuente de riqueza, pero sólo una fuente indirecta a través de su influencia sobre la balanza de pagos.

UN ESTADO FUERTE E INTERVENCIONISTA

Para los mercantilistas los estados que prosperan son los estados poderosos. La fuerza es la mejor garantía de éxito de los intereses individuales, el comercio exterior sólo prospera cuando la armada del príncipe protege al mercader, y cuando, eventualmente, la expansión colonial y la guerra abren nuevos mercados. Del mismo modo, el comercio interno sólo se desarrolla cuando impera la paz civil y está protegida la propiedad privada.

Tal vez fue Montchrestien el autor que defendió con mayor convicción la omnipresencia del Estado, y quien llevó más lejos el argumento de su necesaria autoridad. En el Traitè de Economía Politique (1615) desarrolla este tema abundantemente. Las áreas de intervención del Estado que menciona Montchrestien pertenecen al fondo común del mercantilismo: la ley, el orden, la seguridad, la garantía de la propiedad, la seguridad del comercio, etc. Pero el autor también aporta argumentos originales: el Estado debe velar por el pleno empleo, ya que el paro es un desperdicio de recursos y crea un déficit de riquezas que deberá ser cubierto comprando en el extranjero. Por ello hay que obligar a las personas a trabajar y se deben crear talleres con ese fin. Sus argumentos serían luego recuperados por William Petty, para defender que el estado "debe poner su máxima atención en utilizar la fuerza laboral y mantener en orden sus aptitudes". En caso de necesidad los parados deberían emplearse en "... construir una pirámide inútil en la llanura de Salisbury, trasladar piedras de Stonehedge a Towerhill o hacer cosas semejantes, ya que, por lo menos, esto mantendría sus mentes disciplinadas y obedientes y sus cuerpos aptos para realizar trabajos provechosos cuando fuera necesario" (citado por Grampp). El estado debe jugar también un papel en la formación de las personas a través del desarrollo de la enseñanza y como responsable de la educación de los huérfanos. Además, el Estado debe también intervenir en la industria protegiendo las invenciones, creando monopolios gracias a los privilegios que conceda, etc. En materia de comercio exterior, el estado debe proteger los bienes que produzca o pueda producir la nación, pero debe defender la libertad de comercio en lo que se refiera a los bienes que la nación no produzca. Finalmente, el estado debe estimular la colonización, ya que ésta permite reabsorber los excedentes

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