Antoni Zabala

El diario del profesor /Rafael Porlán y J. Martín

1.4. La investigación escolar: un intento de síntesis.

Debe favorecer una cierta racionalidad de la práctica educativa, convirtiéndola en una práctica fundamentada y rigurosa, convirtiéndola e incorporando aportaciones procedentes de diversos campos del saber. Y debe favorecer, a la vez, que esto se haga teniendo en cuenta las perspectivas e intereses de los protagonistas, sus particulares concepciones y creencias, y los contextos y situaciones específicos en que dicha práctica tiene lugar.

Se trata, en definitiva, de abordad el viejo problema de la relación teoría-práctica. Toda práctica obedece a una teoría y la relación entre ambas no se plante en términos jerárquicos, sino dialécticos.

Bases teóricas del modelo propuesto (Grupo de Investigación en la Escuela 1991):

• Una concepción sistemática y compleja de la realidad y de los procesos de enseñanza-aprendizaje que pretenden conocerla.

• Una visión constructivista e investigadora del desarrollo y del aprendizaje humano.

• Una perspectiva crítica y social de la enseñanza.

En un nivel más cercano a la práctica. Este modelo se concreta en una serie de principios dialécticos que guían las propuestas de intervención:

• La investigación de los alumnos como proceso de construcción de normas, actitudes, destrezas y conocimientos en el aula.

• La investigación de los profesores como forma de proporcionar una práctica reflexiva y un desarrollo profesional permanente.

• El carácter procesual, abierto y experimental de los currículos, como forma de estableces un equilibrio adecuado entre planificación de la enseñanza.

1.5. El profesor como investigador en el aula.

El profesor es el mediador fundamental entre la teoría y la práctica educativa. Él interpreta y valora las informaciones exteriores que recibe. El enseñante se conduce en la clase como un práctico que toma innumerables decisiones sobre su comportamiento concreto.

El carácter mediador del profesor, evidencia la enorme importancia que tiene el hacer explícitos sus esquemas de conocimiento profesional y analizar la relación de éstos con su actuación en el aula.

El papel que desarrolla el profesor se contrapone a la de un sujeto pasivo que aplica mecánicamente el currículo establecido. Según Gimeno (1988) un profesor es un agente activo en el desarrollo curricular, un moderador de los contenidos que se imparten y los códigos que estructuran esos contenidos, condicionado con ello toda gama de aprendizajes de los alumnos.

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