Autoridad y libertad
LOKITO1295Tutorial10 de Noviembre de 2011
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Autoridad y libertad*
John Dewey**
1. Los últimos cuatro siglos han desplegado una rebelión cada vez mayor en contra de la autoridad, primero en oposición a las formas en las cuales ésta se manifestó, y luego en contra del propio principio de autoridad. Ninguna de sus más importantes formas ha sido inmune al asalto, el que se dirigió primero en contra de las instituciones dominantes de la Iglesia y el Estado. Pero, el control ejercido en combinación por la Iglesia y el Estado había penetrado en todas las fases y aspectos de la vida, tanto en las creencias como en la conducta. De allí que los ataques contra las instituciones políticas y eclesiásticas se extendieran a la ciencia y al arte, y a los estándares e ideales de la vida económica y doméstica. Puesto que el movimiento práctico de asalto, tal como todo otro movimiento, tuvo que realizarse sobre fundamentos intelectuales, la mejor defensa intelectual era el ataque, y así la defensa se expandió en una justificación sistemática, y en una filosofía social desarrollada que era crítica de la idea misma de cualquier control autoritativo (authoritative control).
2. Este sistema teórico generó consignas, llamados a la acción, y eslóganes para el consumo popular. Uno de estos últimos, por medio de la constante repetición, ha asumido el estatus de una idea socio-política comprensiva. A muchas personas éste les parece el resumen de una profunda filosofía social. De acuerdo con esta formula, el gran problema intelectual es la demarcación de dos esferas separadas, una de la autoridad y una de la libertad; la otra mitad de la formula es mantener esta demarcación teórica como una nítida división en la práctica. La fórmula tiene un corolario: la tendencia inherente de la “esfera” de la autoridad a invadir la “esfera” de la libertad, estableciendo así opresión, tiranía, y, en el lenguaje de hoy, regimentación. Por lo tanto, el derecho a vía debe corresponder a la idea y a la actualidad de la libertad individual; la autoridad es su enemigo, y cada manifestación de la autoridad social y el control es por lo tanto celosamente vigilada, y casi siempre vigorosamente opuesta. Sin embargo, dado que la esfera de la libertad tiene sus límites, cuando la “libertad” comienza a degenerar en “licencia”, la operación de la autoridad debe ser propiamente convocada para que reestablezca el balance.
3. La fórmula, como la mayoría de los eslóganes, alcanzó popularidad y debe su moda e influencia, al hecho de que pareciera aportar la solución a un problema pendiente, mientras que en realidad lo que hace es evadirlo; y al posponer el esfuerzo de una genuina solución, le da apoyo temporal, a veces a una de las fuerzas contendientes, a veces a la otra, y siempre a expensas de ambas. Porque, incluso, cuando se acepta en sus propios términos, la fórmula, tal como se nos presenta, deja sin resolver el hecho fundamental de la correcta relación entre las dos esferas, sus legítimas medidas y límites, como una cuestión en constante disputa.
4. El verdadero problema es el de la relación entre autoridad y libertad. Y este problema es enmascarado y su solución evadida, cuando se introduce la idea de que los respectivos campos, en los cuales ellas operan, están separados. En efecto, la autoridad corresponde a la estabilidad de las organizaciones sociales por medio de las cuales los individuos reciben dirección y apoyo; mientras que la libertad individual corresponde a las fuerzas por medio de las cuales el cambio es intencionalmente introducido. El punto que requiere constante atención es la unión última y orgánica de las dos: de la autoridad y de la libertad, de la estabilidad y del cambio. La idea de alcanzar una solución por medio de la separación, en vez de hacerlo por medio de la unión, engaña y frustra el propósito (mismo) cada vez
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