Balún Canán

Balún Canán: entre mito y realidad indígena

Balún Canán fue la primera novela escrita por Rosario Castellanos y fue publicada en 1957. Generalmente catalogada como novela “indigenista”, esta obra va mucho más allá de este concepto adentrándose en cuestiones sociales de diversa índole. El objetivo del presente ensayo es analizar estas cuestiones tratadas en la obra de Rosario Castellanos que marcan muy claramente la época Cardenista en lo político y en lo social.

La palabra Balún Canán, que significa “lugar de los nueve guardianes” o “nueve estrellas” es el nombre que los mayas le dieron al pueblo de Comitán, en Chiapas. Es en este lugar donde se desarrolla la novela del mismo nombre, aproximadamente entre los años 1934 a 1940. En esta obra predomina la narración y está dividida en tres partes, la primera y la tercera son narradas en tiempo presente por una niña de siete años (sin nombre), hija de una importante familia de hacendados de Comitán, los Argüello, que se ven seriamente afectados por la reforma agraria impuesta en esos años por el presidente Lázaro Cárdenas, cuyo objetivo principal era la repartición de tierras a los indígenas (que hasta el momento se encontraban en manos de los terratenientes) y que además éstos recibieran por lo menos el salario mínimo por su trabajo. De aquí se van a derivar todas las desgracias de los Argüello, quienes no estaban dispuestos a ceder su tierra y su poder. Por otro lado, la segunda parte de la novela es contada en tiempo pasado por un narrador omnisciente, que habla sobre todo de los levantamientos indígenas en las fincas. Cabe destacar que la autora no nos presenta la figura del indígena como víctima porque, si bien se levantan en armas por su inconformidad con el trato recibido por sus patrones, no se oculta la atrocidad de sus actos ni la ignorancia de su mente. La primera y la tercera parte son netamente vivenciales ya que reflejan la situación de ese entonces a través de los ojos de la niña de siete años, de su propia manera de ver el mundo. Se dice de hecho que es la infancia de la propia autora, de lo que vivió durante ese tiempo en Comitán. Por el contrario, la segunda parte resulta más histórica en tanto nos relatan los enfrentamientos entre los indígenas y los terratenientes, así como la vida en las grandes fincas.

Un elemento importante en la novela de Castellanos y que es clave durante toda la historia, es la estructura del núcleo familiar de aquella época. En primer lugar, la figura del varón, que es enormemente de mayor importancia que la de la mujer, ya que es el heredero de las tierras y el encargado de conservar y aumentar la riqueza y el poder de la familia. Por tal motivo, no es de extrañarse que Zoraida, la esposa de César Argüello, proteja sobre todas las cosas a su hijo Mario (hermano de la protagonista), a tal grado de preferir la muerte de su hija, pero no de su varón. No habiendo varón en la familia, el apellido no puede conservarse y, por tanto, tampoco el poder. Por otra parte, destaca la figura de la mujer, siempre categorizada: “la quedada”, “la separada”, etc.; en la novela reflejada en personajes secundarios como las primas de César Argüello (Francisca, Matilde y Romelia), la mejor amiga de Zoraida (Amalia), la madre del sobrino de César (Doña Nati) y la misma Zoraida; que comparten una característica que se refleja en cada una de sus historias: la frustración. Otro elemento en la estructura familiar y social es el hijo ilegítimo, despectivamente llamado “bastardo”. En la novela es representado por Ernesto, hijo del hermano de César. El bastardo es visto ante la sociedad como indigno, desmerecedor de iguales oportunidades que los hijos legítimos y siempre discriminados. Ernesto, creció lleno de prejuicios (en la escuela, a pesar de merecerlo, nunca le dieron el premio al mejor estudiante por ser un bastardo), pero también de ambición por ser reconocido como Argüello, no por el dinero, sino por el simple hecho de ser considerado superior. Al igual que las mujeres

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