Capítulo UN Del Libro 1984
aylincuraqueo_1727 de Mayo de 2014
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CAPITULO IV
Con el hondo e inconsciente suspiro que ni siquiera la proximidad de la telepantalla
podía ahogarle cuando empezaba el trabajo del día, Winston se acercó al hablescribe,
sopló para sacudir el polvo del micrófono y se puso las gafas. Luego desenrolló y juntó
con un clip cuatro pequeños cilindros de papel que acababan de caer del tubo neumático
sobre el lado derecho de su mesa de despacho.
En las paredes de la cabina había tres orificios. A la derecha del hablescribe, un
pequeño tubo neumático para mensajes escritos, a la Izquierda, un tubo más ancho para
los periódicos; y en la otra pared, de manera que Winston lo tenía a mano, una hendidura
grande y oblonga protegida por una rejilla de alambre. Esta última servía para tirar el
papel inservible. Había hendiduras semejantes a miles o a docenas de miles por todo el
edificio, no sólo en cada habitación, sino a lo largo de todos los pasillos, a pequeños
intervalos. Les llamaban «agujeros de la memoria». Cuando un empleado sabía que un
documento había de ser destruido, o incluso cuando alguien veía un pedazo de papel por
el suelo y por alguna mesa, constituía ya un acto automático levantar la tapa del más
cercano «agujero de la memoria» y tirar el papel en él. Una corriente de aire caliente se
llevaba el papel en seguida hasta los enormes hornos ocultos en algún lugar desconocido
de los sótanos del edificio.
Winston examinó las cuatro franjas de papel que había desenrollado. Cada una de
ellas contenía una o dos líneas escritas en el argot abreviado (no era exactamente
neolengua, pero consistía principalmente en palabras neolingüísticas) que se usaba en el
Ministerio para fines internos. Decían así:
times 17.3.84. discurso gh malregistrado áfrica rectificar
times 19.12.83 predicciones plantrienal cuarto trimestre 83 erratas comprobar número
corriente
times 14.2.84. Minibundancia malcitado chocolate rectificar
times 3.12.83 referente ordendía gh doblemásnobueno refs nopersonas reescribir
completo someter antesarchivar
Con cierta satisfacción apartó Winston el cuarto mensaje. Era un asunto intrincado y de
responsabilidad y prefería ocuparse de él al final. Los otros tres eran tarea rutinaria,
aunque el segundo le iba a costar probablemente buscar una serie de datos fastidiosos.
Winston pidió por la telepantalla los números necesarios del Times, que le llegaron por
el tubo neumático pocos minutos después. Los mensajes que había recibido se referían a
artículos o noticias que por una u otra razón era necesario cambiar, o, como se decía
oficialmente, rectificar. Por ejemplo, en el número del Times correspondiente al 17 de
marzo se decía que el Gran Hermano, en su discurso del día anterior, había predicho que
el frente de la India Meridional seguiría en calma, pero que, en cambio, se
desencadenaría una ofensiva eurasiática muy pronto en África del Norte. Como quiera
que el alto mando de Eurasia había iniciado su ofensiva en la India del Sur y había dejado
tranquila al África del Norte, era por tanto necesario escribir un nuevo párrafo del discurso
del Gran Hermano, con objeto de hacerle predecir lo que había ocurrido efectivamente. Y
en el Times del 19 de diciembre del año anterior
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