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Cumbres Borrascosas: rebeldía en la época victoriana


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2020  •  Ensayos  •  3.085 Palabras (13 Páginas)  •  678 Visitas

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Cumbres Borrascosas: rebeldía en la época victoriana

“El tirano oprime a sus esclavos y ellos no se vuelven contra él, sino que aplastan a los que tienen debajo” Heathcliff

Publicada por primera vez en 1847, “Cumbres Borrascosas”, única novela de Emily Brontë, es considerada hoy una obra clásica de la literatura Inglesa, aun cuando inicialmente la recepción de la misma fue mayormente negativa debido al contexto social de la Inglaterra del siglo XIX; y es que en este clásico encontramos una visión revolucionaria muy adelantada y por ende atacada para el tiempo en que se desarrollaba.

Es importante acotar que, aunque Cumbres Borrascosas fue publicada durante el periodo Victoriano, el cual se caracterizaba por una indiscutible preocupación por la decencia, la elevación del nivel moral; un creciente interés por las mejoras sociales y el despertar de un fuerte espíritu humanitario; así como por la conciencia de la rectitud, un sentido extraordinario del deber, la indiscutible aceptación de la autoridad y de la ortodoxia acompañadas de una notable carencia de humor, la novela supone un quiebre entre este y el Romanticismo  en sí mismo.

Este último, en contraparte a la esencia de la literatura Victoriana, basa su raíces en los sentimientos y la reacción contra el espíritu racional y las etiquetas heredadas del neoclasicismo y demás épocas anteriores. Otras de las características más importantes de este movimiento, resaltadas dentro de la narración, son la nostalgia de paraísos perdidos (épocas mejores como la infancia), y la conciencia del “yo” como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento.

Considerando lo anterior se hace evidente  en esta historia la clara ruptura con las tradiciones clasicistas basadas en las normas estereotipadas que tuvieron gran auge en los últimos años del siglo XVIII, y las primeras décadas del siglo XIX; esta “rebelión”, no solo caracteriza el estilo de la autora, sino que se acopla a su tiempo y movimiento literario (Romanticismo).

Las personalidades del texto que tratamos, siendo complejas y dinámicas, no tienen un análisis de juicio concreto, sino que pueden estudiarse valoricamente desde diversos puntos de vista, por lo que definir un villano o un héroe seria encasillarnos en  los estigmas morales que esta obra pretende socavar; lo que podemos sin embargo afirmar, es la potencia que cada uno de estos posee.

Es siguiendo esta línea que encontramos el objeto central de este ensayo; demostrar la polaridad presente en todos los personajes, incluso en los más oscuros y despóticos, quienes no dejan de mostrar sus mejores sentimientos cuando la fuente de sus bondades se encuentra en suplicio.

Así es como encontramos en Catherine Earnshaw, personaje femenino principal de la novela, a una mujer de natural belleza e innata elegancia, cualidades que la hacían deseada por aquellos hombres que tenían la suerte, o el infortunio de conocerla, según la perspectiva con la cual se juzgase tal eventualidad. No tan cautivador resultaban su carácter y personalidad, que hacían de esta una dama egoísta, ambiciosa e irascible, incapaz de aceptar una derrota o permitir que otros  tuvieran lo que esta considerase que le pertenecía por derecho[1].

Tal forma de pensar y actuar la conducirían eventualmente a una encrucijada[2]; forzada a elegir entre el amor que mutuamente se profesaba con Heathcliff y el dinero y las comodidades que podría alcanzar casándose con Edgard Linton. Tras una lucha de sentimientos encontrados, privó en Catherine lo que más conveniente y práctico resultaba para ella, decidiendo así emprender los sinuosos caminos del matrimonio junto a Linton, dejando de lado el corazón y anteponiendo el sentido que de ella se esperaba. Es esta la causa principal por la que catalogan a Catherine como una gélida egoísta, desprovista de amor para nadie que no fuera ella misma. Mas sin embargo deben tenerse en cuenta los motivos y razones para tal acción, y es que debemos contextualizar tiempo y espacio; considerando pues que para la época era de suma importancia que las personas se relacionaran únicamente con sus iguales dentro de los escalafones sociales, y no hacerlo era visto como una imprudencia abominable; hacerlo por motivos sentimentales era agravar el hecho aún más, ya que tal situación no era sino considerada como una corriente y efímera pasión. Los Earnshaw si bien distaban de la fortuna de la que eran dueños los Linton, tenían un respetable y antiguo abolengo cultivado por generaciones, criando a sus descendientes bajo los preceptos propios de su posición; era Catherine de esta manera una aristócrata de clase media-alta, que si bien por su impulsividad y rebeldía se había mantenido alejada de la finura y el decoro durante su infancia, no escapaba en su adultez de las aspiraciones sociales propias de las señoritas de su clase. Anteponer la ambición al amor, le trajo duras críticas, mas sin embargo igual o peor hubiesen sido si hubiese decidido optar por casarse con Heathcliff, terminando de hundir con tal elección la respetabilidad de su familia ya en decadencia y sometiéndose a una vulgar historia de amor carente de todo sentido y responsabilidad.

Pese a todo, cómodo resulta  hacer juicio de las acciones de Catherine según las holguras que la modernidad hoy nos brinda en lugar de mirar de frente las realidades de aquel tiempo, ya que sería enfrentarnos a las normas y estereotipos sociales impuestos por nosotros mismos; es decir, seria afrontar el hecho de que fuimos nosotros los artífices de esta búsqueda de estatus y sistemas jerárquicos verticales, y quienes predestinábamos a todos desde el momento de su alumbramiento según la cuna en la cual naciera. Otro de los motivos para el rechazo  inicial de la obra atribuidos a la protagonista, tiene que ver con el desborde de las violentas emociones experimentadas por la joven Earnshaw, quien descubriendo el tormento de sus más profundas e íntimas pasiones seria llevada a la enfermedad, el delirio y eventualmente la locura, arrastrando consigo a todo aquel que la rodeara en un espiral de tormento y sufrimiento.

La crítica sin embargo no tenía que ver tanto con las acciones en si o el resultado tortuoso que estas tenían para los demás, sino con algo tan simple como lo era que, el origen de todo este mal fuese una mujer. Se trataba de una vergüenza social hablar de que una fémina pudiera rebelarse contra la etiqueta y los protocolos sociales sin importar las consecuencias que esto tendría para sí misma y sus familiares. Catherine es símbolo de la sublevación y el feminismo, no solo se igualaba a todos los hombres que conocía, incluyendo a su padre y hermano mayor, sino que mostraba firmeza inquebrantable al momento de expresar sus opiniones aun cuando estas no fuesen del agrado de los demás, sin importarle ser por esto catalogada de insensible o impertinente. Menor aún era su tolerancia a la sumisión tan común en las mujeres de entonces; Catherine, orgullosa se sentía de su visible autodeterminación, decidiendo por si misma los aspectos y prospectos más importantes para su vida, sin dejar que los hombres encargados de su casa decidiesen por ella como era la costumbre. ¿Cuál es entonces la censura que recae sobre los hombros de Catherine? ¿Fue egoísta o pragmática? ¿No es su razonamiento, el que auge ha cobrado en la sociedad actual?  En la práctica, al amor es hoy considerado abstracto y mutable,  de segunda prioridad, muy por debajo del desarrollo personal y la búsqueda de independencia y estabilidad individual. Es decir, se considera al amor como un complemento importante, sí, pero desde un punto de vista más práctico y transable. El gran error de Catherine Earnshaw fue entonces nacer en una época que no estaba aún preparada para los cambios que llegarían en décadas posteriores.

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