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Don Quijote De La Mancha


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2011  •  10.749 Palabras (43 Páginas)  •  911 Visitas

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Cantar primero

Destierro del Cid.

Envió el rey Don Alfonso a Ruy Días mío Cid por

las parias que le tenían que dar los reyes de Córdoba y de

Sevilla cada año. Almutamiz, rey de Sevilla, y Almudáfar,

rey de Granada, eran, en aquella sazón, muy enemigos y se

odiaban a muerte. Y estaban entonces con Almudáfar, rey

de Granada, unos ricos hombres que le ayudaban: el conde

García Ordóñez y Fortún Sánchez, el yerno del rey Don

García de Navarra y Lope Sánchez, y cada uno de estos

ricos hombres con su poder ayudaban a Almudáfar, y fueron

contra Almutamiz, rey de Sevilla.

Ruy Díaz el Cid, cuando supo que así venían contra

el rey de Sevilla, que era vasallo y pechero del rey Don

Alfonso, su señor, lo tomó muy a mal y le pesó mucho; y

envió a todos cartas de ruego para que no viniesen contra el

rey de Sevilla ni le destruyeran su tierra, por la obligación

que tenían con el rey Don Alfonso (y los decía que si, a

pesar de todo, querían hacerlo, supiesen que no podría

estarse el rey Alfonso sin ayudar a su vasallo, puesto que

era pechero suyo). El rey de Granada y los ricos hombres no

atendieron en nada a las cartas del Cid, y fueron todos con

mucha fuerza y destruyeron al rey de Sevilla toda la tierra

hasta el castillo de Cabra.

Cuando aquello vio Ruy Díaz reunió todas las

fuerzas que pudo de cristianos y de moros, y fue contra el

rey de Granada para echarle de la tierra del rey de Sevilla.

Y el rey de Granada y los ricos hombres que estaban con él,

cuando supieron que iba con ese ánimo, le mandaron a decir

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que no se marcharían de la tierra porque él lo quisiera. Ruy

Díaz, cuando aquello oyó, pensó que no estaría bien el no

acometerlos y fue contra ellos y luchó con ello en el campo,

y duró la batalla campal desde la hora de tercia hasta la de

mediodía, y fue grande la mortandad que allí hubo de moros

y de cristianos en la parte del rey de Granada, y vencióles

el Cid y les hizo huir del campo. Y cogió prisionero el

Cid e esta batalla al conde García Ordóñez y le arrancó

un mechón de la barba y a otros muchos caballeros y a

innumerables guerreros de a pie. Y los tuvo el Cid presos

tres días, y luego los soltó a todos. Después de haberlos

cogido prisioneros mandó a los suyos recoger los bienes y

las riquezas que quedaron en el campo, y luego se volvió

con toda su compaña y con toda sus riquezas adonde estaba

Almutamiz, rey de Sevilla, y dio a él y a todos sus moros

todas las riquezas que reconocieron como suyas y aun de

las demás las que quisieron tomar. Y de allí en adelante

llamó moros y cristianos a este Ruy Díaz de Vivar el Cid

Campeador, que quiere decir batallador.

Almutamiz le dio entonces muchos buenos regalos

y las parias que habían ido a cobrar. Y tórnese el Cid con

todas sus parias hacia el rey Don Alfonso, su señor. El rey

le recibió muy bien, se puso muy contento y se declaró

satisfecho de cuanto el Cid hiciera allá. Por esto le tuvieron

mucha envidia y le buscaron mucho daño y le enemistaron

el rey.

El rey, como estaba muy sañudo y entrado en ira

contra él, dio crédito a lo que hablaban contra el Cid y le

mandó a decir por su carta que saliese del reino. El Cid,

después que hubo leído la carta real, aunque le causó gran

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pesar, no quiso hacer otra cosa, porque solo le quedaban de

plazo nueve días de salir de todo el reino.

I

Envió a buscar a todos sus parientes y vasallos, y les dijo

como el rey le mandaba salir de todas sus tierras y no le daba

de plazo más que nueve días y que quería saber quiénes de

ellos querían ir con él y quiénes quedarse.

A los que conmigo vengan que Dios los dé muy buen pago.

también a los que se queden contentos quiero dejarlos.

Habló entonces Alvar Fáñez, del Cid era primo hermano:

«Con vos nos iremos Cid, por yermos y por poblados

no os hemos de faltar mientras que salud tengamos,

y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos

y todos nuestros dineros y los vestidos de paño,

siempre queremos serviros como leales vasallos.»

Aprobación

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