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ECONOMÍA Y FILOSOFÍA

Maite94Informe17 de Junio de 2013

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KARL MARX

“MANUSCRITOS.

ECONOMÍA Y FILOSOFÍA”

Alianza Editorial

El trabajo enajenado

(XXII) Hemos partido de los presupuestos de la Economía Política. Hemos aceptado su

terminología y sus leyes. Damos por supuestas la propiedad privada, la separación del trabajo,

capital y tierra, y la de salario, beneficio del capital y renta de la tierra; admitamos la división del

trabajo, la competencia, el concepto de valor de cambio, etc. Con la misma Economía Política,

con sus mismas palabras, hemos demostrado que el trabajador queda rebajado a mercancía, a la

más miserable de todas las mercancías; que la miseria del obrero está en razón inversa de la

potencia y magnitud de su producción; que el resultado necesario de la competencia es la

acumulación del capital en pocas manos, es decir, la más terrible reconstitución de los

monopolios; que, por último, desaparece la diferencia entre capitalistas y terratenientes, entre

campesino y obrero fabril, y la sociedad toda ha de quedar dividida en las dos clases de propietarios y obreros desposeídos.

La Economía Política parte del hecho de la propiedad privada, pero no lo explica. Capta el proceso

material de la propiedad privada, que ésta recorre en la realidad, con fórmulas abstractas y

generales a las que luego presta valor de ley. No comprende estas leyes, es decir, no prueba

cómo proceden de la esencia de la propiedad privada. La Economía Política no nos proporciona

ninguna explicación sobre el fundamento de la división de trabajo y capital, de capital y tierra.

Cuando determina, por ejemplo, la relación entre beneficio del capital y salario, acepta como

fundamento último el interés del capitalista, en otras palabras, parte de aquello que debería

explicar. Otro tanto ocurre con la competencia, explicada siempre por circunstancias externas. En

qué medida estas circunstancias externas y aparentemente casuales son sólo expresión de un

desarrollo necesario, es algo sobre lo que la Economía Política nada nos dice. Hemos visto cómo

para ella hasta el intercambio mismo aparece como un hecho ocasional. Las únicas ruedas (20)

que la Economía Política pone en movimiento son la codicia y la guerra entre los codiciosos, la

competencia.

Justamente porque la Economía Política no comprende la coherencia del movimiento pudo, por

ejemplo, oponer la teoría de la competencia a la del monopolio, la de la libre empresa a la de la

corporación, la de la división de la tierra a la del gran latifundio, pues competencia, libertad de

empresa y división de la tierra fueron comprendidas y estudiadas sólo como consecuencias casuales, deliberadas e impuestas por la fuerza del monopolio, la corporación y la propiedad feudal,

y no como sus resultados necesarios, inevitables y naturales.

Nuestra tarea es ahora, por tanto, la de comprender la conexión esencial entre la propiedad

privada, la codicia, la separación de trabajo, capital y tierra, la de intercambio y competencia,

valor y desvalorización del hombre, monopolio y competencia; tenemos que comprender la

conexión de toda esta enajenación con el sistema monetario.

No nos coloquemos, como el economista cuando quiere explicar algo, en una imaginaria situación

primitiva. Tal situación primitiva no explica nada, simplemente traslada la cuestión a una lejanía

nebulosa y grisácea. Supone como hecho, como acontecimiento, lo que debería deducir, esto es,

la relación necesaria entre dos cosas, por ejemplo, entre división del trabajo e intercambio. Así es

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