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El Comendador Fernán Gómez se ha ausentado de Fuenteovejuna


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2015  •  Síntesis  •  3.325 Palabras (14 Páginas)  •  227 Visitas

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FUENTE OVEJUNA

Autor: Lope de Vega

Adaptación de: Álvaro Acosta, Juan Diego Baca, Marianna Chávez, Renato Farías, Danitza Gil.

ACTO PRIMERO

ESCENA I

El Comendador Fernán Gómez se ha ausentado de Fuenteovejuna, con rumbo a Ciudad Real para tomarla en favor del rey Alonso de Portugal, traicionando así el mandato de los Reyes Católicos. Están Laurencia y Pascuala en algún lugar del pueblo de Fuenteovejuna

LAURENCIA: Que el comendador nunca volviera

PASCUALA: Anda ya.

LAURENCIA: ¿A qué efecto fuera bueno querer al Comendador yo? ¿Casarme yo con él?

PASCUALA: No.

LAURENCIA: ¡Cuántas mujeres en la villa caminan hoy deshonradas!

PASCUALA: Escapate de su mano.

LAURENCIA:  Flores  y Ortuño, aquel de hombre excusa, me ofrecieron una blusa, dos collares y un copete.

PASCUALA: Y yo sospecho que te van a engañar.

LAURENCIA: ¿A mí?

PASCUALA: Sino es a ti, a quién? al cura?

LAURENCIA: Soy joven y testaruda. Celosas debemos de ser.

PASCUALA: Tienes razón; pues así los hombres son: cuando nos conocen somos su amor, su todo. Pero luego vuelven a sus cacerías.

LAURENCIA: No fiarse

PASCUALA: Lo mismo digo.

ESCENA II

Llegan Frondoso, Barrildo y Mengo.

FRONDOSO: Con Dios como mi testigo, eres, Barrildo.

BARRILDO: Aquí están quienes dirán si estoy cuerdo.

MENGO: Hagamos un acuerdo, si confiáis en mí, me dé cada cual la prenda.

BARRILDO: Digo que sí. Si pierdes, ¿qué darás?

MENGO: Apostaré mi laúd, vale más que tu virtud, porque yo lo estimo.

BARRILDO: Soy contento.

FRONDOSO: Pues lleguemos. Dios os guarde damas.

LAURENCIA: ¿Damas, Frondoso, nos llamas?

FRONDOSO: Andar al uso queremos

LAURENCIA: ¿Qué nos has traído?

FRONDOSO: Oye, por tu vida.

LAURENCIA: Di.

FRONDOSO: Escuchame

LAURENCIA: ¿Prestado? Mejor les doy ahora el mío.

FRONDOSO: En tu discreción confío.

LAURENCIA: ¿Qué es lo que habéis apostado?

MENGO: Que nadie tiene más amor que a su misma persona.

PASCUALA: Tú mientes, Mengo, y perdona; porque ¿ Es materia el amor?

MENGO: ¿Qué es amor?

LAURENCIA: Es un deseo de hermosura.

MENGO: Esa hermosura ¿por qué el amor la procura?

LAURENCIA: Para gozarla.

MENGO: Pero ese gusto que intenta, ¿no es para él mismo?

LAURENCIA: Es verdad.

MENGO: Pues de ese modo no hay amor, sino el que digo.

LAURENCIA: Da gracias Mengo que te hicieron sin amor.

MENGO: ¿Tu amas?

LAURENCIA: Mi propio honor.

FRONDOSO: Dios te castigue con celos.

BARRILDO: ¿Quién gana?

PASCUALA: Con la cuestión podéis ir al sacristán, porque él o el cura os darán bastante satisfacción. ¿Cómo daremos sentencia?

FRONDOSO: ¿Qué mayor que ese desdén?

FLORES: Dios guarde a la buena gente.

PASCUALA: Este es del Comendador criado.

LAURENCIA: Y de acosos ¿De dónde viene?

FLORES: ¿No me veis a lo soldado?

LAURENCIA: ¿Viene don Fernando acá?

FLORES: La guerra se acaba ya, nos ha costado alguna sangre y amigos.

FRONDOSO: Contadnos cómo pasó.

FLORES: El Comendador a todos con brazo fuerte. En pocos días se rinden y el señor los manda a triturar, destrozar, quemar y decapitar.

COMENDADOR: Villa, yo os agra dezco justamente el amor que me habéis aquí mostrado.

ESTEBAN: Fuente Ovejuna le otorga un pequeño presente a usted.

COMENDADOR: Estoy muy agradecido. Vayan con Dios.

ESTEBAN: Ea, cantores, vaya otra vez la letrilla

COMENDADOR: Esperad vosotras dos.

LAURENCIA: ¿Qué manda su señoría?

COMENDADOR:¡Desdenes el otro día, pues, conmigo! ¡Bien, por Dios!

LAURENCIA: ¿Habla contigo, Pascuala?

PASCUALA: Conmigo no, ¡irte ahuera!

COMENDADOR: Contigo hablo. ¿No eres mia?

PASCUALA: Sí, señor; pero no para esos casos

COMENDADOR: Entra, no tengas miedo

LAURENCIA: Si los alcaldes entraran entraría, más si no...

COMENDADOR: Flores...

FLORES: Señor...

COMENDADOR: ¿Qué hacen que no hacen lo que les pido?

FLORES: Entra, pues.

LAURENCIA: No nos agarre.

FLORES: Entra; que eres necia.

PASCUALA: Entra que harás lo que quieras

FLORES: Entra, que les quiero enseñar lo que trae de la guerra.

COMENDADOR: Si entraran, Ortuño, cierra.

LAURENCIA: Flores, déjanos pasar.

ORTUÑO: ¿También vienen presentadas con los demás?

PASCUALA: ¡Bien! Desvíese, no le dé...

FLORES: Basta; que son extremadas.

LAURENCIA: ¿Señor, no le basta con toda esta carne?

ORTUÑO: La tuya es la que le agrada

LAURENCIA: Reviente de mal dolor.

FLORES: ¡llevamos un buen recado!

ORTUÑO: Quien sirve se obliga a esto.

ESCENA III

En el arroyo Laurencia y Frondoso.

LAURENCIA: Presta atención a lo que digo, Frondoso, por tus amabilidades el pueblo murmura, que me miras y te miro, y todos nos traen sobre ojo. Dicen que somos el uno para el otro

 FRONDOSO: Tal me tienen tus desdenes, y tu desplante orgulloso que mi tierna juventud, pronta se torna en otoño. Sabes que mi sueño es ser tu esposo.

LAURENCIA: Es que yo no se.

FRONDOSO: ¿Es posible que no sientes nada? ¿Es posible tanto odio, tu hermoso rostro?

 LAURENCIA: Pues aguántate, Frondoso.

FRONDOSO: Te doy yo mi corazón, para que estemos juntitos, con murmullos afectuosos luego de habernos casado.

LAURENCIA: Dilo a mi tío Juan Rojo; que aunque no te quiero bien, ya tengo algunos asombros

FRONDOSO: Pobre de mi.

LAURENCIA: Le dio antojo de cazar. Escóndete en los arbustos.

FRONDOSO: ¡Que inoportuno!

COMENDADOR: No es malo venir siguiendo a una persona y encontrarse una belleza

LAURENCIA: Aquí descansaba un poco de haber lavado unos paños

COMENDADOR: Estos menosprecios toscos insultan, Laurencia, no huyas de mí, tu señor, ya que tengo antojo de ti.

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