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" El Hombre " de Juan Rulfo


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2013  •  2.605 Palabras (11 Páginas)  •  3.166 Visitas

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Haciendo un resumen podemos descubrimos que hay tres narradores. Primero se va intercalando el asesino con quien lo sigue, al final el pastor.

Personajes:

• El hombre: Tenía el pie plano y sin el dedo gordo. Quería matar a un hombre en especial, el que lo seguía, porque mató a su hermano José Alcancía. Quería venganza y mató a la familia Urquidi (la del espía) pensando que uno de ellos es él. Se quedó con el remordimiento.

• El que seguía al hombre: Integrante de la familia Urquidi. Seguía paso a paso al hombre, no iba a dejar que efectuara su venganza así que lo mató al final, de varios balazos en la nuca. Le dio rabia no haber estado con su familia cuando murieron, pero él sentía que él o ellos.

• El pastor: Se autodenominaba como ignorante. Cuidaba algunos borregos. Es testigo del asesinato. Se convierte en el narrador en la última parte. Se hace incluso amigo de "el hombre", es como un interrogatorio cuando narra.

Si bien lo que puedo bien resumir vemos que la historia narra la persecución de José Alcancía por quien busca vengar la muerte de su familia, así como el perseguido buscaba vengar la de su hermano. El perseguidor pudo escapar a ese designio al ausentarse de su casa para ir a enterrar a un hijo. Su familia murió en su lugar (“Él vino por mí. No los buscaba a ustedes, simplemente era yo el fin de su viaje, la cara que él soñaba ver muerta, restregada contra el lodo, pateada y pisoteada hasta la desfiguración. Igual que yo hice con su hermano; pero lo hice cara a cara, frente a él y frente a ti

Una segunda instancia del cuento se abre en la voz de un narrador en primera persona, un borreguero, quien da explicaciones a la autoridad.

El hombre al que alude el título puede ser, inicialmente, tanto el perseguidor como el perseguido (ambos narran en presente y el cuento discurre en la indefinición acerca de lo que está siendo narrado: sensaciones y pensamientos ocupan el primer plano). Se encuentran unidos en un inexorable círculo de violencia, en un espacio a la vez claro e impreciso. No es fácil discernir un personaje de otro en una lectura superficial. Más tarde queda en claro que el título alude al perseguido, a su condición de alguien signado por dos fuerzas: la venganza y el destino.

Una estructura múltiple

Esta postulación, que resultaría simple enunciada de un modo lineal, está dada por las voces de cuatro narradores: uno omnisciente al comienzo (“Los pies del hombre se hundieron en la arena”, el perseguido, el perseguidor, y el borreguero, y alternancias entre los tiempos, pasado y presente. Estas alternancias son también el planteo de un círculo cuyo origen es anterior al propio cuento, haciendo a la venganza que entraña algo inaccesible, que se remonta a antes del comienzo de la acción.

Hay incluso hechos de los cuales es narrada una simple consecuencia que permite inferir un estado del personaje: Alcancía se corta un dedo en la huida, pero no se sabe cuándo ni cómo, sino sólo que: “Le falta el dedo gordo del pie izquierdo. No abundan los fulanos con estas señas” , “No debí haberme salido de la vereda —pensó el hombre— ...Pero es peligroso caminar por donde todos caminan, sobre todo llevando este peso que llevo... Cuando sentí que me había cortado un dedo, la gente lo vio y yo no, hasta después.

En otro momento, el perseguidor pasa de un soliloquio a dirigirse directamente al perseguido, como si éste pudiera escucharlo: “Se arrodillará y me pedirá perdón. Y yo le dejaré ir un balazo en la nuca... Eso sucederá cuando yo te encuentre” , que lleva a algo frecuente en los personajes de Rulfo: la captación del mundo desde una intuición propia, honda y genuina, pero no por eso justa: sus personajes son sabios, y a la vez crueles.

Las razones de la primera violencia (el asesinato del hermano de José Alcancía por parte de su perseguidor) son desconocidas al lector, tanto como el rostro del asesino o el momento del crimen. Urquidi sabía que Alcancía vendría silencioso, como una mala víbora, como si una violencia frontal pudiese ser mejor o ser asumida como justa. Realmente pasaba una etapa de confusión, como muchas veces suele pasar en el propio yo en lo que podemos ser tentado a cometer el mal. Si bien podemos encontrar dos tipos de movimiento en lo son externo y interno, llevando a responder a la consecuencia de matar, sufriendo luego la persecución para una venganza. Muchas veces nuestra imagen y especialmente la mia puede sentirse perseguida por diferente motivos.

El cuento instala la simultaneidad, la ruptura del orden lineal del tiempo y con ella también diferentes grados de conocimiento de los personajes. José Alcancía intuye su destino, el perseguidor adivina sus movimientos, y el borreguero —como el esclavo de Citerón, de Edipo Rey— dice lo que vio sólo porque lo vio. Es este personaje quien encuentra muerto a José Alcancía. El lector sabe sin embargo lo que ignora el borreguero: que ese ser, cuyo cuerpo se muestra consumido y agotado y que intenta escapar, ya está muerto, y que él mismo lo sabe pero busca algún resquicio por el cual huir de la trama en la que él mismo se insertó. La muerte se produce antes del hecho material del asesinato.

Hay así un saber profético, que se habla a sí mismo, y que habla al lector: el de ese perseguidor sin nombre, que se confunde con el narrador omnisciente del principio: “Te cansarás primero que yo. Llegaré adonde quieres llegar antes de que tú estés allí —dijo el que iba detrás de él—. Me sé de memoria tus intenciones, quién eres y de dónde eres y adónde vas. Llegaré antes de que tú llegues”. De algún modo, como señala Foucault, el de ver más allá, y al mismo tiempo, podemos agregar, no ver, es un saber solitario y de la experiencia. La muerte es experiencia y también soledad, pero el saber del perseguidor y del perseguido hace que la venganza sea tan incuestionable como lo que ven. Ambos ven más allá (intuyen al otro) y al mismo tiempo, como Edipo, son ciegos (ya que obedecen a un propósito autoimpuesto pero que es evitable). La suerte está echada. Sólo falta el mecanismo que la ponga en marcha.

Acción y conocimiento

La acción del cuento en sí es la de la primera parte, la segunda es una alternancia del punto de vista: el perseguidor ya ha declarado muerto a Alcancía, le resta encontrarlo, y el borreguero ve a un hombre que es un espectro. A su vez, las acciones de cada personaje se ramifican: éste último rememora la noche en que dio muerte a la familia Urquidi , y su perseguidor, el entierro de su hijo y cómo imagina el asesinato . Pero en él hay algo más: sus acciones tienen

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