FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES
liizziee6 de Enero de 2013
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FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES
Esta obra de Kant consta de un Prólogo y de tres capítulos. En el prólogo comienza diciendo Kant que la filosofía o conocimiento racional puede ser de dos tipos: material (si considera algún objeto, como por ejemplo la física que considera la naturaleza, y la ética que considera la libertad) y formal (no considera ningún objeto en especial y estudia la razón en sí misma y las reglas universales del pensar: esta filosofía formal es la lógica). Pero también se puede dividir la filosofía de otra forma: hay una filosofía empírica (que se funda en la experiencia), y una filosofía pura (que se funda en principios a priori, independientes de la experiencia). Las dos clasificaciones de filosofía se entrecruzan entre sí, por ejemplo la filosofía material llamada ética, si la entendemos como filosofía empírica la llamaremos antropología práctica, y si la entendemos como filosofía pura la llamaremos metafísica de las costumbres. En este libro Kant muestra cómo se puede fundamentar una metafísica de las costumbres, o sea una ética, una moral que no se funde en la experiencia sino en principio a priori independientes de la experiencia. Esta última es la verdadera moral, para Kant. Para el filósofo no obra bien quien actúa de acuerdo a situaciones o circunstancias contingentes de la experiencia (por ejemplo por conveniencia). Y si obra bien quien actúa de acuerdo a principios prácticos que se encuentran en nuestra razón a priori, o sea independientemente de la experiencia. O sea que el obrar debe fundarse en la razón pura práctica. En el capítulo primero Kant empieza diciendo que lo que es bueno o malo no son nuestros actos sino la misma voluntad. Sólo la voluntad es buena: incluso podemos hacer actos buenos pero movidos por una mala voluntad. O sea que lo que interesa es la buena voluntad más que el acto mismo. En relación con esto habla también Kant del deber: el hombre no debe proceder por inclinación (hacia tal o cual fin) sino simplemente por deber. Por ejemplo el fin puede parecer bueno (por ejemplo hacer una donación al hospital) pero encubre un fin egoísta (la persona sabe que próximamente será atendida en ese hospital). Para Kant entonces obrar bien no es perseguir una finalidad, sino simplemente actuar por deber, independientemente de las circunstancias. La moral está entonces regida por una ley que dice lo siguiente: tengo que obrar siempre de manera tal que mi máxima deba convertirse en ley universal. Por ejemplo si yo hago una promesa que sé que no voy a cumplir, y quiero saber si esto está bien o no moralmente hablando, me tengo que preguntar ¿qué pasaría (ley universal) si todos hiciéramos lo mismo? En suma: no debe obrarse según necesidades e inclinaciones (necesidades del momento, inclinaciones humanas naturales), sino según el principio a priori antes explicitado. En el capítulo segundo empieza recordando Kant que, cuando obramos de tal o cual manera, debemos hacerlo por deber y no atender a la finalidad del obrar. La verdadera moral no se funda en la experiencia sino en el principio universal a priori. O sea hay que fundar la teoría de las costumbres (ética) en la metafísica, y recién luego hacer dicha ética popular, al alcance de todos. El principio antes mencionado, también llamado imperativo categórico, vale tanto para los deberes con uno mismo como para con los deberes con los demás. En estos casos el principio será siempre el mismo, pero tendrá esta forma de expresión: obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en cualquier otra, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un miedo. En suma, la voluntad es buena cuando se rige por una máxima que, al ser transformada en ley universal, no puede nunca contradecirse (recordar el ejemplo de la promesa que sé que no cumpliré). Consiguientemente la voluntad no depende de fines, inclinaciones hacia las cuales
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