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Fundamentacion Metafisica De Las Costumbres


Enviado por   •  16 de Octubre de 2013  •  1.421 Palabras (6 Páginas)  •  298 Visitas

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COMENTARIO

Autor: Manuel Kant

Libro: Fundamentación de la metafísica de las costumbres

Capítulo Primero: Tránsito del conocimiento moral vulgar de la razón al conocimiento filosófico.

Kant se ubica en el contexto de la ilustración, donde nacen los derechos naturales, donde se deja de lado las cuestiones de orden religioso y se empieza a pensar en el hombre como un ser racional. La razón humana, por tanto, pasa a un primer plano; uno de los principales ítems de la ilustración y de la modernidad es la confianza en el hombre y la razón. La razón va a ser el instrumento según Kant que nos permite actuar moralmente bien.

“Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad” Kant explica, que el hombre puede poseer muchas cualidades (por ejemplo, la creatividad), pero no se puede decir que la cualidad es buena por sí misma. Lo importante, dice el autor no va a ser la cualidad sino el uso que hace la voluntad de ella.

Yo puedo ser muy creativo y utilizar mi creatividad para crear la bomba atómica.

Además aclara que la voluntad tampoco va a ser buena (moralmente positiva) por lo que se logre, por el fin, sino por la intención, “por el querer”.Una acción va a tener valor moral aunque no llegue a lograr lo que me propongo, pero mi querer es bueno, y hago todo lo posible para lograrlo, no me quedo con un simple deseo: “(…) no, desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder-, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo que en sí mismo posee pleno valor (…)”

Ahora bien, ya dijimos que si dejamos la voluntad librada al azar, a mis deseos, esta puede llevarnos a actuar moralmente mal. Entonces, ¿por qué se debe dejar guiar la voluntad para que se la considere realmente buena? Kant va a decir que debe ser guiada por la razón, y nos lo va a fundamentar. El dice: el hombre tiene razón y tiene instinto (sensibilidad) y la voluntad puede ser guiada por ambas, en esta posibilidad que tiene la voluntad de elegir radica la libertad del hombre, lo que nos hace seres morales. Si el fin del ser humano fuera solo su supervivencia, no sería necesario dice Kant, elegir la razón para realizar aquel propósito, se puede conseguir el fin, con mucha más seguridad dejándose llevar por la sensibilidad. Entonces, el hecho de que el hombre esté dotado de razón, que cuente con la facultad práctica de la razón es fundamento suficiente para decir que el hombre debe dejar guiarse por la misma, que pretende más. De esta forma Kant nos justifica una forma de proceder: cuando la voluntad actúa por deber, una manera de actuar para actuar moralmente bien. Para este filósofo, la felicidad es entendida a largo plazo, no va de la mano de las satisfacciones inmediatas sino de la concordancia entre lo que pensamos y hacemos.

Si la voluntad actúa por deber nos garantiza el buen uso de cualquier cualidad humana. Pero existen diferentes tipos de relaciones entre la voluntad y el deber. En nuestras acciones podemos obrar contrarios al deber, siguiendo exclusivamente alguna inclinación, necesidad, por ejemplo: cuando no ayudamos a alguien que lo necesita porque estamos cansados (seguimos no al deber, sino a nuestras necesidades). Por otro lado, y estas son las acciones más difíciles de distinguir, las conformes al deber por necesidad. Estas acciones son las que realiza el individuo de acuerdo al deber pero sujetas a motivaciones que no responden al deber mismo, sino que prima su propia necesidad, su dimensión sensible. A estas acciones, aunque concuerden con el deber, el autor, no le atribuye valor moral. Kant propone para entender bien estas distinciones el siguiente ejemplo: “Es desde luego conforme al deber que el mercader no cobre más caro a un comprador inexperto: y en los sitios donde hay mucho comercio el comerciante aviso y prudente no lo hace, en efecto sino que mantiene un precio fijo para todos en genral (…). Así, pues uno es servido

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