Grafopeya y etopeya de Úrsula Iguaran

Úrsula Iguaran está presente durante casi toda la novela. En las primeras páginas de la novela, el narrador realiza una grafopeya y etopeya del personaje.

La describe como una mujer: "Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre perseguida por el suave susurro de sus pollerines de olán. Gracias a ella, los pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos arcones donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca."

Desde muy joven ya se podía observar el fuerte carácter de Úrsula, en el momento en cuanto se refiere a consumar su matrimonio con José Arcadio, lo cual se negó a hacer poniéndose un cinturón de castidad por miedo a que sus hijos nacieran con cola de cerdo. Fue necesario que José Arcadio asesinara a un hombre (Prudencio Aguilar, quien luego se le aparece en repetidas ocaciones a José Arcadio) para que ella finalmente cediera a la petición de su marido.

Se la muestra como una mujer fuerte y de gran carácter, omnipresente y, se puede decir, que hasta omnipotente. Esta imagen que nos da de Úrsula muestra la visión, que reiteradas veces ha expresado el autor tener acerca de la mujer.

Úrsula lidera indiscutiblemente Macondo mientras los hombres se dedicaban primero a la alquimia y nuevos descubrimientos y luego, a la larga guerra civil.

En el momento que José Arcadio enloquece, Úrsula asume el mando de la familia. Ella trabaja, alimenta a sus hijos, a quienes trata de criar de la mejor manera posible, trata de mantener unida a la familia a toda costa, a todos los que son de su sangre, y a los que no lo son también.

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