ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Ideas El Principe


Enviado por   •  23 de Julio de 2014  •  2.002 Palabras (9 Páginas)  •  218 Visitas

Página 1 de 9

Raúl Torres Zambrano

110010079

EL PRINCIPE.

NICOLÁS MAQUIAVELO.

19 de Julio 2014

Querétaro, Qro.

Gestión de Tecnologías de la Información

5º Cuatrimestre

Management

Francisco Carrasco

1. Los principados son, o hereditarios, cuando una misma familia a reinado en ellos largo tiempo, o nuevos. Los nuevos, o lo son del todo, o son como miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere, los así adquiridos se adquieren por las amas o por las ajenas, por la suerte o por la virtud.

2. Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que pueden producirse.

3. Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber borrado de la línea del príncipe que los gobernaba porque siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecen sosegados.

4. Las colonias no cuestan, y son más fieles y entrañan menos peligro; y que los damnificados no pueden causar molestias, porque son pobres y están aislados.

5. El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización distintas a las de la suya, debe también convertirse en paladín y defensor, ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que, Bajo ningún pretexto, entre en su estado un extranjero tan poderoso como él.

6. Todos los principados de que se guarda memoria han sido gobernados de dos modos distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo son todos los ministros que lo ayudaran a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles, que no, a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan.

7. Los nobles tienen Estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural afección.

8. En los Estados gobernados el príncipe goza de mayor autoridad; por que en toda la provincia no se reconoce soberano sino a él, y si se le obedece a otro, a quien además no se le tiene particular amor, sólo se lo hace por tratarse de un ministro y magistrado del príncipe.

9. Hay tres modos de conservar un Estado: primero destruirlo; después radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligando a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista.

10. Nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos. El único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella.

11. Cuando se adquiere el principado con armas propias y talento personal lo conservan sin sobresaltos, las dificultades nacen en parte de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el estado y proveer de seguridad.

12. Es preciso ver si estos innovadores lo son por sí mismos, o si dependen de otros: es decir, si necesitan recurrir a la súplica para realizar su obra, o si pueden imponerla por la fuerza.

13. Estos revolucionarios tropiezan con grandes dificultades, que todos los peligros surgen en su camino y que sólo con gran valor pueden superarlos; pero vencidos los obstáculos, y una vez que han hecho desaparecer a los que tenían envidia de sus virtudes, viven poderosos, seguros, honrados y felices.

14. No es posible conducirse de otro modo cuando se tiene tanto valor y tanta ambición.

15. El príncipe nuevo que crea necesario defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los que puedan perjudicarlo, reemplazar con nuevas leyes antiguas, ser severo y amable, magnánimo y liberar, disolver la milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de buen grado o lo ataquen con recelos; el que juzgue indispensable hacer todo esto.

16. Primer caso es el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos; y después, el caso en que llega a ser príncipe por el favor de los conciudadanos.

17. Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio; con el tiempo antes crecen que se extinguen. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo en la mano, y mal puede contar a sus súbditos cuyas ofensas continuas y todavía recientes llenan de desconfianza.

18. El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles y los nobles cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe, pero el que llega al principado con ayuda de los nobles se mantiene con más dificultad que el que ha llegado mediante el apoyo del pueblo, porque los que lo rodean se consideran iguales y se le hace difícil mandarles y manejarlos como el príncipe quiera.

19. Estos principados peligran cuando quieren pasar de principado civil a principado absoluto pues estos príncipes gobiernan por sí mismos o por intermedio de sus magistrados.

20. Si un príncipe posee un estado tal que pueda sostenerse por sí mismo, si tiene en tal caso, que recurrir a la ayuda de otros.

21. Un príncipe que gobierne una plaza fuerte y a quien el pueblo no odie, ni puede ser atacado pero si lo fuese, el atacante se vería obligado a retirarse sin gloria.

22. Los principados eclesiásticos son aquellos que todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se conservan sin el uno ni la otra dado que se

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12.1 Kb)  
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com