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La Alfabetización


Enviado por   •  11 de Febrero de 2014  •  3.914 Palabras (16 Páginas)  •  139 Visitas

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Introducción:

El trabajo que se desarrollará a continuación intentará relacionar algunos planteos de Berta Braslavsky en relación al Diseño Curricular vigente, señalando posibles vínculos, similitudes y diferencias en torno a los ejes de escritura, lectura y oralidad.

Además se utilizarán registros de las prácticas vivenciadas para poder ejemplificar algún planteo de la autora, del Diseño Curricular, y de otras autoras como Ana María Kaufman, Emilia Ferreiro y Ana Teberosky.

El objetivo del siguiente trabajo será entonces encontrar concordancia con las nuevas teorías de cómo aprenden a escribir y leer los chicos, con lo que plantea el Diseño Curricular y con el trabajo cotidiano dentro del aula, es decir con la puesta en práctica de la teoría.

Desarrollo:

¿Qué es la alfabetización?

Una de las tareas más difíciles e importantes según mi parecer es la tarea de alfabetizar. Pero aún más importante es tener en claro qué significa que un niño esté alfabetizado o mejor dicho qué procesos y estrategias conllevan dicho fenómeno.

Cuando hablamos de alfabetización nos encontramos con un concepto que no es fácil de explicar, y que muchos no saben de qué se trata. Siguiendo la evolución del término, podemos hablar de una definición que hasta hoy se deja entrever, y que define la alfabetización como el equivalente a conocer las letras y saber cómo usarlas para leer y escribir. Muchas docentes y sobre todo los padres sostienen que los niños saben leer solo cuando lo hacen de manera fluida; y que saben escribir cuando las palabras están completas y sin errores ortográficos. Pero, estar alfabetizado significa mucho más que eso, incluye actitudes, creencias y expectativas respecto a la escritura y la lectura y sobre el lugar y el valor de esas actividades en la vida de la persona.

Si consideramos que la escritura y la lectura son procesos, son formas de construir, interpretar y comunicar significados, se concibe entonces que leer y escribir es mucho más que la mera decodificación y codificación, son formas de construir y transferir significados.

Es por esto, que para entender el desarrollo de la alfabetización, debemos estudiar y conocer el entorno en que crecen los niños, y la forma en que estos ambientes les ofrecen oportunidades de rodearse de libros, papeles y útiles para escribir. Las circunstancias ambientales no son solamente el entorno físico, sino también las relaciones humanas que determinan con qué frecuencia y en que situaciones se pone en contacto a los niños con las herramientas, los materiales, los usos y los significados de la alfabetización.

La alfabetización les permitirá a las personas, en el presente y en el futuro, participar en diversos grupos de actividades que, en cierto modo, implican leer y escribir.

Si tomamos el diseño Curricular de Prácticas del Lenguaje actual, vemos que éste propone que la escuela primaria sea “un espacio de enseñanza y aprendizaje de la lengua en uso, por esa razón se ponen en primer plano las distintas acciones que se realizan a través del lenguaje: leer, escribir, tomar la palabra y ser un oyente atento, ya que en la vida social las personas hacen uso del lenguaje en diferentes situaciones y con variados propósitos: enfrentar una entrevista de trabajo, rendir un exámen, solicitar un producto; se lee para entretenerse, para identificarse con los sentimientos de otros u oponerse a ellos, para analizar el discurso de otros; se escribe para agendar las actividades de la semana, solicitar un permiso, etc.”.

Por eso precisamente hoy no hablamos de enseñar Lengua, sino de Prácticas del Lenguaje, ya que estas son “las formas de relación social que se realizan a través del uso del lenguaje”. (D. C. Prácticas del Lenguaje).

¿Cuándo comienza la alfabetización?

“Cuando surgieron los sistemas formales de educación se creía que había una edad para iniciar el aprendizaje de la lectura y la escritura. Y como también se creía que la alfabetización se iniciaba en la escuela, la ley estableció la obligatoriedad escolar a partir de los 6,7 e incluso 8 años de edad, según los países. Se sabe ahora, gracias a investigaciones científicas que los primero años de la vida de los niños (del nacimiento hasta los 8 años), constituyen el período más importante para el desarrollo de la alfabetización”. (BASLAVSKY, B. “Enseñar a entender lo que se lee”…)

De todas manera actualmente podemos observar que en algunos sectores sociales o culturales el desarrollo de la alfabetización se ve estrechamente unido a la escolarización, aunque para muchos niños, la alfabetización empieza antes de la educación formal, en casa y en otros ámbitos, como las guarderías, el jardín de infantes, iglesias.

Ambas situaciones se observan hoy en las escuelas, por un lado hay realidades donde los padres son analfabetos o donde en las familias hay muchos problemas afectivos que no generan espacios de alfabetización; y por otro lado ingresan niños muy estimulados los cuales cuentan con un espacio propicio en sus casas y además concurren a actividades extracurriculares que amplían sus posibilidades de alfabetizarse y socializarse.

Desde mis experiencias de intervención de la práctica docente puedo ejemplificar ambas realidades. En cuarto año de la carrera, realicé una de mis residencia en la escuela nº 48 en tercer año, muchos de esos niños se encontraban sin alfabetizar, en la mayoría se presentaba el caso que los padres eran analfabetos o que solo habían concurrido a la educación primaria, por lo tanto estos niños contaban con poca o nada de ayuda en los deberes o en cualquier actividad que debían realizar. Un ejemplo que observé fue una nena que en la caratula tenia escrita la palabra HUERTA de la siguiente manera: BUERTA, al preguntarle quién la había escrito respondió que su madre.

Como contra parte en el grupo había niños que estaban alfabetizados y que se notaba en sus opiniones o conocimientos que sus padres o algún miembro de su familia participaba en la alfabetización del niño. Debía llevarle tarea extra porque terminaban muy rápidamente y por lo tanto se aburrían, siempre conocían algo en relación al tema o situación planteada y por ende siempre se expresaban oralmente y de manera muy adecuada, es decir eran coherentes y entendibles en lo que trasmitían o querían preguntar.

Al contrario de lo que se esperaría ya que era un grupo que lo necesitaba mucho, los momentos de lectura en el aula no eran frecuentes y el espacio de los viernes establecidos para leer literatura siempre era utilizado para terminar alguna otra tarea.

En

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