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La Cartilla Moral


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2012  •  3.029 Palabras (13 Páginas)  •  606 Visitas

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La vida y la obra de Alfonso Reyes testimonian su humanismo. Nació el 17 de mayo de 1889 en la ciudad de Monterrey y murió en la ciudad de México el 27 de diciembre de 1959. Siendo estudiante participó en la Sociedad de Conferencias (1907), luego Ateneo de la Juventud (28 de octubre de 1909), condenando al positivismo, cuya concepción educativa denunció como una impostura (Reyes, 1984: 200); entre agosto de 1912 y febrero de 1913 fungió como Secretario de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México. Más tarde, el 16 de julio de 1913 se tituló como abogado en la misma Universidad, iniciando inmediatamente una larga vida diplomática que puso fin en 1939. Durante estos 26 años desempeñó diversas comisiones políticas, económicas, científicas y culturales en el extranjero lo que le permitieron entrar en contacto con muchos de los principales intelectuales europeos y latinoamericanos. Entre los cargos de mayor relevancia que tuvo fueron los de embajador de México en España, Francia, Argentina y Brasil; Presidente del Patronato de la Casa de España en México y luego, ante su transformación, de El Colegio de México (1939-1959), y Miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México (1945-1959).

La relevancia de su producción intelectual sustentó que instituciones académicas nacionales como extranjeras le otorgaran el grado de Doctor Honoris Causa como los casos de la Universidad Autónoma de Nuevo León (1933), University of California (Berkeley, 1941), The Tulane University (1942), Harvard University (1943), Universidad de La Habana (1946), Universidad Michoacana (1946), Princeton University (1950), Universidad Nacional Autónoma de México (1951), Universidad de París (1958); que recibiera una multiplicidad de reconocimientos tales haber sido catedrático fundador de El Colegio Nacional (1943), Premio Nacional de Literatura (México, 1945) y diez condecoraciones de gobiernos, sociedades e instituciones educativas; que se le integrara como miembro de diversas asociaciones académicas mexicanas como extranjeras, y sus obras hayan sido traducidas al alemán, checo, francés, griego, inglés, italiano, portugués y sueco (Cfr. Rendón Hernández, 1980: 52-104).

Para Alfonso Reyes la palabra hombre no es vacía sino es expresión de una multiplicidad de significados construidos históricamente y que denota generalizaciones, peculiaridades, elementos constitutivos, por lo que convocó a las más diversas ramas del conocimiento a atenderlo. Al respecto suscribió:

El personaje de quien vamos a hablar... es el ser humano en general. Es el conjunto de todas las criaturas humanas, en todos los sexos, edades y condiciones; de ayer, de hoy y de mañana: en lo que todos tienen de común y en lo que tienen de peculiar cada uno. Este hombre formado por la abstracción de todos los hombres ofrece a su vez muchos aspectos: un cuerpo, un alma, una personalidad, una capacidad de asociarse con sus semejantes, etcétera... El estudio de su cuerpo es objeto de la anatomía y la fisiología humanas, ramas de la biología en general. El estudio de su espíritu en relación con la función vital es objeto de la psicología, y en relación con las formas del pensamiento es objeto de la lógica. El de su asociación con sus semejantes, de la historia, de la sociología, la política, la económica. El de su conducta personal, de la ética, etcétera... en lo que tiene de común y específico para hacer del hombre un ser humano, entonces el estudio que así los considera se llama... antropología filosófica... La antropología acepta al hombre en el conjunto de su ser, tal como es y sin pedirle cuentas (Reyes, 2000: 405).

De este modo queda respaldado el amplio significado que Alfonso Reyes tiene del concepto de hombre, como representativo del género humano, de sus elementos constitutivos, de sus rasgos societarios, de las maneras para radiografiarlo, esto es conocerlo. Así ataja los cuestionamientos existentes sobre el ser humano que sólo destacan algún aspecto, en tanto él adopta la posición de reconocimiento de la realidad del hombre como ser particular y ser general, considerando por tanto que debe aceptarse hablar del hombre simplemente.

A solicitud de Jaime Torres Bodet, entonces Secretario de Educación Pública, Alfonso Reyes (1889-1959), redactó en 1944 un ensayo que llamó Cartilla Moral.

La cartilla resume algunas de las más ilustres opiniones sobre la materia y está escrita con sencillez, cortesía y claridad.

Además, la cartilla se ofrece al maestro, no tanto como un cuerpo de doctrina, sino como testimonio pedagógico de uno de nuestros mejores escritores, de quien se ha dicho que fue "la versión mexicana de la cultura universal".

A continuación hablaremos de las lecciones que dicho ensayo contiene:

LECCIÓN I LA MORAL Y EL BIEN.- El hombre se educa para el bien. La conducta moral, movida por el bien, nos permite vivir en paz con nosotros mismos y en armonía con los demás. El bien es una cuestión de amor y respeto a lo que es bueno para todos y aversión a lo perjudicial, a lo que causa mal.

LECCIÓN II CUERPO Y ALMA.- Al cuerpo pertenece cuanto en el hombre es naturaleza, y al alma, cuanto en el hombre es espíritu. La obra de la moral consiste en procurar una prudente armonía entre cuerpo y alma; dar a la naturaleza lo suyo sin exceso, sin perder de vista los ideales dictados por la conciencia.

LECCIÓN III CIVILIZACIÓN Y CULTURA.- La voluntad moral trabaja por humanizar más y más al hombre. El progreso humano es al que todos debemos aspirar, como individuos y como pueblos. Civilización y cultura, conocimientos teóricos y aplicaciones prácticas nacen del desarrollo del espíritu. En los individuos y en los pueblos, el no perder de vista la moral significa dar a todas las cosas su verdadero valor, dentro del conjunto de los fines humanos. Y el fin de los fines es el bien, el blanco definitivo a que todas nuestras acciones apuntan.

LECCIÓN IV LOS RESPETOS MORALES.- La apreciación del bien, objeto de la moral, supone el acatamiento de una serie de respetos, que son inapelables. Su cumplimiento trae consigo una satisfacción moral, que es la verdadera compensación en el caso. Reconocemos así un bien superior a nuestro bien particular e inmediato. En este reconocimiento se fundan la subsistencia de la especie, la perduración de la sociedad, la existencia de los pueblos y de los hombres. Sin este sentimiento de nuestros deberes, nos destruiríamos unos a otros, o sólo viviríamos como los animales gregarios. El hombre, a diferencia, tiene voluntad moral de superación.

LECCIÓN V RESPETO A NUESTRA PERSONA.- Lo primero es el respeto que cada ser humano se debe así mismo, en cuanto es cuerpo y en cuanto es alma. A esto

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