La Comunicacion
FCOPIZARRO8819 de Agosto de 2013
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Comunicación y escritura
Las habilidades lingüísticas y la comunicación
Iniciamos esta unidad temática destinada a
expresarnos correctamente mediante el uso del
español escrito, con una importante precisión:
escribir es solo una de las cuatro habilidades que
constituyen nuestra experiencia con el uso del
lenguaje. Aun más, desde el punto de vista comunicacional y de la naturaleza del lenguaje, la escritura es un subproducto —para muchos autores, solo un canal— de lo verdaderamente esencial: la manifestación oral o fonética, es decir, la emisión de sonidos articulados que significan. Dice el lingüista Roman Jakobson (1984), al respecto, que “Para una lengua, la existencia de una pauta fonémica es una constante, mientras que la escritura
es solamente un suplemento optativo: el alfabetismo no es más que una variable y para
muchos idiomas no existe la palabra escrita”.
Así, por lo tanto, al disponernos en este momento para emprender la aventura de mejorar nuestra capacidad de expresarnos y de comunicar por escrito lo que somos, pensamos y sentimos, no debemos olvidar que el que podamos escribir, en gran medida, depende de que también seamos capaces de perseverar en el progreso de las otras capacidades que forman parte de las conductas lingüísticas por medio de las cuales los seres humanos nos comunicamos: hablar, leer y escuchar. ¿Cómo se originó el lenguaje en el ser humano? Fruto de la necesidad, fruto de nuestras propias limitaciones y, por cierto, de nuestras utopías, grandezas y miserias: “(…) el ser humano es el único animal que falla, que se equivoca, que puede llegar a ser irresponsable frente a sus funciones y encontrar la apología de sus anhelos, cualesquiera que sean. Para eso necesita imperativamente un sistema de comunicación completo. Y puesto que la necesidad crea el órgano, el lenguaje fue creado” (Grimblatt, 2001).
Hablamos, leemos, escuchamos y escribimos, entonces, porque mediante el lenguaje somos capaces de apropiarnos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea (incluidos los demás seres humanos), e igualmente porque el lenguaje nos abre a un mejor autoconocimiento, a la posibilidad real de manifestarnos ante los demás y de superar la tensión permanente entre el ser que somos y el que aspiramos a ser. Lenguaje y comunicación, por ende, son realidades inseparables. El primero es el instrumento fundamental de la segunda. Esto, además, nos permite aclarar que cuando nos referimos en
términos de comunicación a las conductas de hablar, escuchar, leer y escribir, no nos limitamos a su manifestación mediante el lenguaje articulado, además abarcamos las distintas manifestaciones humanas que involucren la presencia de un código. Así, podemos hablar del lenguaje de las imágenes, de las formas, de los colores, de los gestos, entre otros. En suma, hablar, leer, escuchar y escribir en un determinado idioma o lengua son, probablemente, las más conocidas, pero no las únicas experiencias humanas comunicacionales donde está en juego el uso de algún tipo de lenguaje. Al comenzar esta asignatura, en consecuencia, nos ponemos en situación de perseverar para aprender (conocer), aprehender (hacerlo parte de nosotros y nosotras) y
optimizar el uso de una de las muchas formas particulares de expresión: el discurso escrito conforme a las normas del idioma español. Ello, sin olvidar que tal objetivo se inscribe en el marco global de nuestras interacciones cotidianas, vale decir, está al servicio de un propósito superior y anterior: la comunicación. Lo ilustra lúcidamente Otero (2006) “Es fácil constatarlo, la comunicación está por todas partes. Pero, antes que un hecho reciente, se trata de un descubrimiento reciente. Si bien en ciertas dimensiones del
fenómeno —como, por ejemplo, el desarrollo y consolidación de la industria publicitaria—
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