La Resistencia De Sabato
JolieBena3 de Marzo de 2014
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Ernesto Sabato " La resistencia"
El hermoso consuelo de encontrar el mundo en un alma, de abrazar a mi especie en una criatura amiga. F. Holderlin.
Primera carta
Lo pequeño y lo grande .Nos encontramos con una visión de como Ernesto Sabato, hace una critica de como la televisión nos ha enredado impidiendo que podamos desenvolvernos en algo mas provechoso, nos quita las ganas de trabajar en alguna artesanía,trabajar en la casa mientras se escucha música, leer un libro o ir a un bar con una amigo a conversar . Todo esto lo vemos evidenciado en el día a día en nuestras rutinas diarias de trabajo o estudio, el disfrute de conversar con alguien sin necesidad de usar ninguna red social esto parece algo ya hasta irreal o casi imposible. ¿ Como es que olvidamos ese aroma tan delicioso y mágico de ir al mercado? Esos aromas que se mezclan al mismo tiempo con otros, ya los mercados no son aquellos a las que iban las mujeres con sus puestos de frutas, verduras y carnes aquellos productos naturales que podíamos disfrutar ahora ya todo viene envasado o sencillamente lo comprar por internet esa pantalla que se ha convertido una de las formas en las que ahora los hombres sentimos la vida. Así de indiferente e intocable.
Es impresionante como el hombre ha dejado de pensar en lo mas fundamental ese aprecio por la vida, el vivir sencillamente el disfrutar de los que amas, ahora preferimos salir corriendo al trabajo tener apenas tiempo para tomar el desayuno y si lo hacemos lo hacemos pensando en todos los problemas que agobian nuestros día a día. Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana, nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que siempre nos salva. Y si hemos llegados a la edad que tenemos es porque otros nos han ido salvado la vida, incesantemente. Cada vez que hemos perdido un encuentro humano algo quedó atrofiado o quebrado en nosotros. Muchas veces somos incapaces de un encuentro porque sólo reconocemos a los otros en la medida que definen nuestro ser y nuestro modo de sentir, o que nos son propicios a nuestros proyectos. Entonces el otro ser humano no nos llega, no lo vemos. Está más a nuestro alcance un desconocido con el que hablamos a través de la computadora o al que en los infinitos trámites, uno sabe "abstractamente" que esta tratando con seres humanos pero en lo concreto tratamos a los demás como otros servidores informáticos. Los otros nos molestan, nos hacen perder el tiempo. Lo que deja al hombre espantosamente solo, como si en medio de tantas personas, o por ello mismo cundiera el autismo.
La medicina es una de las áreas donde puede verse una contraola que golpea esta trágica creencia en la abstracción. Si en 1900 un curandero curaba por sugestión, los médicos se echaban a reír, porque en aquel tiempo solo creían en cosas materiales, como un músculo o un hueso; hoy practican eso mismo que antes consideraban superstición con el nombre de " medicina psicosomática". Pero durante mucho tiempo subsistió en ellos el fetichismo por la maquina, la razón y la materia, y se enorgullecían de los grandes triunfos de su ciencia, por el solo hecho de reemplazar el auge de la viruela por el del cáncer. No es nada difícil que enfermedades como el cáncer sean esencialmente debidas al desequilibrio que la técnica y la sociedad moderna han producido entre el hombre y su medio. ¿ El cáncer no es acaso un cierto tipo de crecimiento desmesurado y vertiginosos?
Creo que la libertad nos fue destinada para cumplir una misión en la vida; y sin libertad nada vale la pena. Es más ,creo que la libertad que esta a nuestro alcance es mayor de la que nos atrevemos a vivir. Ni pensar que en nuestro país " Venezuela" nos sentimos totalmente encarcelados por el miedo constante de no poder llegar a casa, de perder la vida por causa de la ya no se si de la vanidad o sadismo humano, es decir un teléfono vale mas que la vida. Entonces no solo somos presos físicamente, sino que también lo somos al querer expresar lo que sentimos, nos aterra la simple idea de pensar que alguien que este en desacuerdo con nuestras ideas pueda acabar con nuestra existencia, como si la vida se comprara en una tienda o se pudiera recargar. Vivimos mas presos de nuestros miedos que libres por nuestros sueños.
Me resisto no solo al exceso ilimitado del mal uso de la tecnología, me resisto a seguir viviendo presa de una realidad y futuro desolador, trágico y siniestro causado por las corrientes constantes de un río que se llevo todo tipo de tacto humano y valores de nuestras vidas, ahora solo vivimos con la muerte y no con la vida y todo su esplendor, ya para terminar esta carta Ernesto Sabato nos dice: Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad de un infinito, pero humano, a nuestra medida.
Segunda carta
Los Antiguos valores. Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y comunitarios, y sobre aquéllos que no tienen valor en dinero sino en belleza.
La vida de los hombres se centraba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el valor del ser humano frente a la adversidad. Estos grandes valores, como la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.
Así nos es dado ver a muchos viejos que casi no hablan y todo el tiempo parecen mirar a lo lejos, cuando en realidad miran hacia dentro, hacia lo más profundo de su memoria. ¡Qué poco tiempo le dedicamos a los viejos!. El abandono que los hombres de nuestro tiempo hacen de las personas mayores, de los padres, de los abuelos, esas personas a quienes les debemos la vida. Nuestra “avanzada” sociedad deja de lado a quienes no producen. ¡Dios mío!, ¡dejados a su soledad y a sus cavilaciones!, ¡cuánto de respeto y de gratitud hemos perdido! En todos los cafés hay, o un televisor o un aparato de música a todo volumen. Si todos se quejaran como yo, enérgicamente, las cosas empezarían a cambiar. Me pregunto si la gente se da cuenta del daño que le hace el ruido, o es que se los ha convencido de lo avanzado que es hablar a los gritos. En muchos departamentos se oye el televisor del vecino, ¿cómo nos respetamos tan poco?
Vergüenza. ¿Han notado que la gente ya no tiene vergüenza y, entonces, sucede que entremezclados con gente de bien uno puede encontrar, con amplia sonrisa, a cualquier sujeto acusado de las peores corrupciones, como si nada? En otro tiempo su familia se hubiera enclaustrado, pero ahora todo es lo mismo y algunos programas de televisión lo solicitan y lo tratan como a un señor.
No debemos ser asesores de la corrupción. No se puede llevar a la televisión a sujetos que han contribuido a la miseria de sus semejantes y tratarlos como señores delante de los niños. ¡Ésta es la gran obscenidad! ¿Cómo vamos a poder educar si en esta confusión ya no se sabe si la gente es conocida por héroe o por criminal? Dirán que exagero, pero ¿acaso no es un crimen que a millones de personas en la pobreza se les quite lo poco que les corresponde? ¿Cuántos escándalos hemos presenciado, y todo sigue igual, y nadie —con dinero— va preso? .Cuando fuimos niños aprendimos el comportamiento viendo a los hombres que simplemente cumplían con el deber —una expresión hoy en desuso— esperando recibir una recompensa digna por su trabajo, pero que nunca hubieran aceptado ningún soborno. Eran personas con dignidad: no se hubieran metido en el bolsillo lo que no les correspondiera, ni hubieran aceptado sobornos ni bajezas semejantes.Miles de hombres se desviven trabajando, cuando pueden, acumulando amarguras y desilusiones, logrando apenas sostenerse un día más en la precaria situación mientras casi no hay individuo que tras su paso por el poder no haya cambiado, en apenas meses, un modesto departamentito por una lujosa mansión con entrada para fabulosos autos. ¿Cómo no les llega la vergüenza?.
Como hombres libres en un campo de reclusos nuestra misión es trabajar por ellos, de todas las formas a nuestro alcance. “La verdadera libertad no vendrá de la toma del poder por parte de algunos, sino del poder que todos tendrán algún día de oponerse a los abusos de la autoridad. La libertad personal llegará inculcando a las multitudes la convicción de que tienen la posibilidad de controlar el ejercicio de la autoridad y hacerse respetar”, afirmó Gandhi.
Es crucial que comprendamos que la primera huella que la escuela y la televisión imprimen en el alma del chico es la competencia, la victoria sobre sus compañeros, y el más enfático individualismo, ser el primero, el ganador. Genera una gran confusión enseñarles cristianismo y competencia, individualismo y bien común.
Una Niñez ante contradicciones. Quizá sean los chicos los que nos vayan a salvar. Porque, ¿cómo vamos a poder criarlos hablándoles de los grandes valores, de aquellos que justifican la vida, cuando delante de ellos comprueban
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