Liderazgo y autonomía de gestión

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MTRO. ABEL TOGA NATO

21/enero/2018

Después de varios meses de letargo cognitivo, el curso “Liderazgo y autonomía de gestión”  ha venido a despertar mis neuronas para ponerlas en contexto académico nuevamente. Como docentes y directivos, a veces, se nos olvida que al llegar a esta etapa laboral dejamos de aprender, y no es verdad, la información fluye a un ritmo vertiginoso y el conocimiento es inacabado y se construye cotidianamente desde diversas áreas…y a ese ritmo hay que responder.

Es por eso que, en lo personal, este primer bloque ha sido de adaptación al estudio nuevamente y me ha puesto en jaque infinidad de veces. Sin embargo, terminadas las primeras actividades y puesto a prueba mis habilidades de lectura, parafraseo, análisis, compresión y argumentación, mi resistencia cognitiva fue cediendo y la flexibilidad cerebral que me caracteriza me fue llevando por procesos de activación de conocimientos previos hasta la construcción de nuevos aprendizajes.

Durante el Bloque 1: Ejercer la autonomía, lo más interesante fue como, a través de una serie de preguntas reflexivas, nos fuimos adentrando al tipo de líder que aspiramos ser. Y fue allí donde las imágenes mentales hicieron su trabajo y surgió el recuerdo de aquellas  charlas o clases de historia donde desde niños nuestros padres o maestros nos hablaron de esos épicos personajes que trascendieron a la historia por esas grandes hazañas que vivieron…al gran estratega y portentoso Aquiles, al extraordinario conquistador  Alejandro Magno, al considerado por muchos el mejor líder militar de todos los tiempos Napoleón Bonaparte, al aguerrido e irreverente “centauro del norte” Pancho Villa, al “caudillo revolucionario del sur” Emiliano Zapata, y por supuesto, como admirador y seguidor del fútbol, al más grande futbolista de todos los tiempos, el número 10, Diego Armando Maradona.

Como hombre de carácter y de retos, como director me visualizo como ellos: excelente estratega, líder, perseverante, comunicativo, visionario, organizado, creativo, dinámico, valiente, solidario, trabajando en equipo por el bien común.

No obstante lo anterior, consciente estoy de que hay líderes que nacen y otros que se hacen, por lo tanto, muchas de esas habilidades que distinguen a esos grandes personajes se pueden trabajar día a día para mejorar. En ese tenor, asumo la responsabilidad que me corresponde para ejercer el liderazgo en mi escuela, aspirando ser con trabajo, dedicación y esfuerzo, un gran ejemplo de director que se preocupe por el bienestar académico y emocional de sus maestros y alumnos; un director inclusivo que aproveche la diversidad para ponerla al servicio de la escuela; un director organizado, con visión de futuro y crecimiento institucional; un director que asuma sus responsabilidades y que promueva comunidades de aprendizaje autónomas e incluyentes; un director que promueva el trabajo colaborativo “donde todos aprendamos de todos”, por encima de los ridículos esfuerzos individuales; un director humilde, pero al mismo tiempo con carácter para tomar el timón del barco y llevarlo a buen puerto; un director preocupado por su preparación profesional y la de sus maestros, pues como decía Napoleón Bonaparte: “la batalla más grande la tengo todos los días conmigo mismo…”

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