MEXICO PROFUNDO Y LA CIVILIZACION NEGADA
nosferatuarthur4 de Diciembre de 2014
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Introducción
Este libro tiene doble propósito. Por una parte, intenta presentar una visión panorámica de la presencia ubicua y multiforme de lo indio en México. Por otra parte, con base en el reconocimiento del México del profundo, se proponen argumentos para la reflexión más amplia, que nos debe incumbir a todos los mexicanos ¿Qué significa en nuestra historia , para nuestro presente, sobre todo, para nuestro futuro, la coexistencia aquí de los civilizaciones , la mesoamericana y la occidental?, ¿Qué sentido tiene pensar en la civilización?. Porque dos civilizaciones significan dos proyectos civilizatorios, cualquier decisión que se toma para reorientar al país, cualquier camino que se emprenda con la esperanza de salir de la crisis actual, implica una opción a favor de uno de esos proyectos civilizatorios y en contra de otro.
El primer proyecto llego con los invasores europeos, el sector, que encarna e impulso el proyecto dominante en nuestro país, lo llaman aquí el México imaginario.
Las relaciones entre el México Profundo y el México Imaginario han sido conflictivas durante los cinco siglos que lleva su confrontación. Seria irresponsable y suicida pretender hallar soluciones a la crisis sin tomar en cuenta lo que realmente somos y lo que realmente tenemos para salir adelante.
La presente obra esta organizada en tres partes.
I
En México profundo esta formado por una gran diversidad de pueblos, comunidades y sectores sociales que constituyan la mayoría
de la población del país.
La civilización mesoamericana es una civilización negada, cuya presencia es imprescindible reconocer. El territorio de México surgió y se desarrollo una de las pocas civilizaciones originales que se han creado la humanda a lo largo de toda su historia: la civilización mesoamericana. De ella provienen lo indio de México; ella es el punto del partida y su raíz más profunda.
Los grandes monumentos arqueológicos sirven como símbolo nacional, hay un orgullo circunstancial por un pasado que de alguna manera se asume glorioso, pero se vive como casa muerta, se presume como algo ajeno, que ocurrió antes aquí, en el mismo sitio donde hoy estamos los mexicanos.
El único nexo se finca en el hecho de ocupar el mismo territorio en distantes épocas, no se reconoce una vinculación histórica, una continuidad, se piensa que aquello murió, eso lo aceptamos como pasado del territorio, pero nunca a fondo como nuestro pasado: son los indios, es el indio, ese decir se marca la ruptura y se acentúa en con una carga reveladora e inquietante de superioridad. Esa renuncia, es negación del pasado, ¿corresponde realmente a una ruptura histórica total e irremediable?, ¿Murió la civilización India y lo que acaso resta de ella son fósiles condenados hace ya cinco siglos a desaparecer porque no tienen ni presente ni futuro posible? Es indispensable repensar las repuestas a esas preguntas sobre el México de hoy el qué deseamos construir.
El nuestro país, como los
territorios de casi todos los países del mundo, han visto transitar, surgir y desaparecer, pero a diferencia de lo que ocurrió en otras partes, aquí hay una continuidad cultural que hizo posible el surgimiento y desarrollo de una civilización propia.
Según la información disponible, hace por lo menos 30 mil años que el hombre habita en las tierras de México, los primeros grupos se ocupaban en la cacería y la recolección de productos silvestres, unos parecen haberse dedicado a cazar los grandes especies de la fauna desaparecida, como el mamut, el mastodonte, el camello y el caballo, en tanto que otros, probablemente por las condiciones del medio en el que se movían, cazaban o pencaban especies menores y dependían mas de la recolección. La gran fauna desapareció del territorio mexicano aproximadamente 7 mil años antes de nuestra era, tal vez debido a cambios climáticos que le impidieron sobrevivir, de aquellas bandas se han encontrado restos fósiles, utensilios de piedra y algunas armas directamente asociadas con esqueletos de las grandes animales que mataban eran grupos nómadas y vivían en cuevas y abrigos temporales que abandonaban a poco tiempo de ocuparlos, la reducción de la fauna influyo para el inicio de un proceso fundamental: la domesticación y el posterior cultivo de las plantas. La civilización mesoamericana surge como resultado de la invención de la agricultura, este fue un proceso largo. La agricultura se inicia en las cuencas y los valles semiáridos del centro de
México entre 7 500 7 5000 años antes de nuestra era, en ese periodo comienzan a domesticarse el frijol, la calabaza, huautli o alegría, el chile, el miltomate, el guaje, el aguacate y por supuesto el maíz. El cultivo del maíz constituye el logro fundamental a la civilización mesoamericana, su domestificación produjo el máximo cambio morfológico ocurrido en cualquier planeta cultivada, es de hecho una criatura del hombre mesoamericano, y este a su vez es el hombre de maíz, como lo relata poéticamente el Pop Wuj, “Libro de los acontecimientos” de los magos kichés.
El maíz, y la propia agricultura, no adquirieron de inmediato la importancia que estaba destinada, entre los años 2000 y los 1500 antes de nuestra era, culmina el proceso de sedentarización y los productos cultivados reprendan ya la mitad de la dieta, surgen entonces las aldeas permanentes donde, además se fabrica cerámica inventada hacia el año 2300, puede decidirse que en ese momento (1500 antes de nuestra era) da comienzo a la civilización mesoamericana.
Entre 800 y 200 ª.c., ocurre el auge de la cultura Olmeca en el norte de Veracruz se desarrolla la cultura denominada Remojadas, cuya tradición la continuarán mas tarde los totonacas; en Oaxaca da comienzo la cultura zapoteca y en la península de de Yucatán, al parecer como resultado también de la influencia Olmeca y hacia el año 200 se inicia la cultura teotihuacana.
La definición de mesoamericana como una región con limites y características precisas fue
propuesta inicialmente por Paul Kirchhoff, unos pueblos mesoamericanos eran en su origen recolectadas y cazadores de norte que migraban y se asimilaron a la cultura agrícola y urbana de Mesoamrica, se ha sostenido que Huitzilopochtli, el dios tutelar de los aztecas, presenta características que los particularizan en el panteón mesoamericano precisamente porque surge en aquel pequeño grupo nómada norteño que, tras largo peregrinar, se asentó por fin en Tenochtitlan y se convirtió en el pueblo del sol.
Lo que importa subrayar es el hecho de que la milenaria presencia del hombre en el actual territorio mexicano produjo una civilización. ¿De que nos podemos los mexicanos que no dominamos la lengua indígena? Los mexicanos que no dominamos la lengua indígena hemos podido la posibilidad de entender mucho el sentido de nuestro paisaje: memorizamos nombres de cerros, de los ríos de pueblos y de árboles, de cuevas y accidentes geográficos pero no captamos el mensaje de esos nombres, aquí toda la geografía, tiene nombre. ¿Qué decir de los nombres y sus rostros? Una aclaración de principio; la continuidad genética y el hecho de que la inmensa mayoría de los mexicanos poseamos rasgos somáticos que gritan nuestra ascendencia india, no prueban por si mismos la continuidad de la civilización mesoamericana. Es común afirmar que México es un país mestizaje biológico ocurre, en mayor o menor grado, en todas las sociedades coloniales; pero se le negó el reconocimiento social, o bien, cuando se
admite, asigna al mestizo una posición subordinada en la estratificación social.
En este racismo hay mucho más que una preferencia por ciertos rasgos y tonalidades. La discriminación de lo indio, su negación como parte principal de “nosotros”, tiene que ver más con el rechazo de la cultura india que con el rechazo de la piel bronceada. Se pretenda ocultar e ignorar el rostro indio de México, porque no se admite una vinculación real con la civilización mesoamericana.
Los indios, denominados genéricamente, resulten así el aburdo evidente de una civilización muerta por decreto ¿Qué queda de aquello? Esto: sin embargo, en general, los mexicanos sabemos poco de los indios de “nuestros” indios, ¿Cuántos son?, ¿Cuántos pueblos componen ese abigarrado mosaico étnico que el colonizador encubrió bao el termino único de “indio”, el colonizado, el vencido?, ¿Cuántos lenguas aborígenes se hablan? Difíciles de precisar la cuestión esta en que el rechazo a lo indio nos cierra la posibilidad de entender formas diferentes de vida y alternativas. A muy pocos parece interesarles que significa ser indio, vivir la vida y la cultura de una comunidad india.
¿Cuántos pueblos componen el universo indio de México actual? Tampoco a esta pregunta se le puede dar una respuesta precisa.
Hoy, la población indígena reconocida como tal, se distribuye de manera desigual en todo el territorio nacional, el centro, el sur y el sureste del país. Las comunidades indias, se asientan en nichos ecológicos
muy diversos, desde la selva húmeda trópica hasta las mesetas semiáridas a mas de dos mil metros de altura sobre el nivel del mar; pocos pueblos viven de cara al mar: la civilización mesoamericana es más de los ríos, lagos, serranas y valles húmedos, aunque también se haya adaptado a condiciones casi desérticas.
Hay un gran numero de comunidades campesinas tradicionales que no son consideradas indias y cuyos habitantes tampoco reclaman serlo; las artesanías mestizas
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