MÉXICO PROFUNDO. PROYECTO NACIONAL Y PROYECTO CIVILIZATORIO

MÉXICO PROFUNDO. PROYECTO NACIONAL Y PROYECTO CIVILIZATORIO

Iliana Paola Domínguez Fernández

Comunicación y Sociología

Universidad Iberoamericana Puebla

15 de febrero del 2016

Es nacionalmente sabido, que algo en nuestro país, en nuestro querido México, no marcha bien, es evidente la problemática que hoy en día los mexicanos debemos encarar, no hay suficientes fuentes de empleo, la delincuencia existe en cifras gigantescas, muchos mexicanos viven una situación de pobreza extrema, mientras que las clases sociales privilegiadas se regocijan de los beneficios que su capital económico les provee, son casi nulas las personas que se encuentran conformes con el funcionamiento político de nuestra nación, con lo que hace el presidente de nuestro país, con la cantidad de impuestos que estamos obligados a pagar, en fin la lista es interminable. [pic 1]

¿Pero por qué es que, si no estamos satisfechos con la situación actual en nuestro país, no hacemos nada al respecto? La respuesta es simple aunque dolorosa, es de esta manera porque recurrimos constantemente a la negación, y lo hacemos no de manera individual, sino colectiva. En conjunto en nuestro país predominan las negaciones. Negaciones por parte de nuestros medios de comunicación, de nuestros gobernantes, de los políticos, de nuestros prójimos, negamos nuestra realidad, nuestro México, acabando con nuestra oportunidad de mejorar a nuestro país. ¿Y por qué actuamos de esta manera? ¿Por qué negamos constantemente lo que ocurre a nuestro alrededor? Lo hacemos como mecanismo de defensa, se nos hace más sencillo negar nuestra realidad, que hacer algo por que esta prospere. La negación anula la percepción de eventos dolorosos^[1], como lo es ver lo que en nuestro México esta sucediendo día a día.

Y no solo negamos nuestra realidad, negamos que somos en parte responsables de lo que en ella ocurre, no le podemos atribuir a una sola persona o institución la situación de un país entero. Además nos negamos a hacer valer nuestros derechos, nos negamos a hacer algo por cambiar nuestra realidad, pues somos un “pueblo callado, que no participa porque se le niega el derecho a hacerlo en sus propios términos. Un pueblo invisible y mudo para el sentir del México imaginario. Pueblo que aguanta con una paciencia que parece no tener límite”.^[2]

Ya fue suficiente de que seamos un pueblo autodestructivo, de que causemos la realidad en la que vivimos con la que estamos inconformes. Por un lado, criticamos a nuestros políticos, mientras que al mismo tiempo hacemos lo que de ellos juzgamos, mentimos para obtener beneficios, vemos únicamente por nosotros mismos, sin preocuparnos por el prójimo, por nuestro futuro ni el de nuestros seres queridos, nos topamos en nuestro camino con personas con menos recursos que los nuestros y no hacemos nada, de la misma manera en que nuestros gobernantes no hacen nada por nuestra sociedad. Nos agredimos los unos a los otros, aunque no lo hagamos necesariamente como acción, pero si lo hacemos como omisión que es igualmente significativo, por ejemplo, no robamos, pero tampoco hacemos nada cuando vemos que a alguien le están robando.  También agredimos a nuestro planeta, contaminando nuestras calles, nuestros campos, nuestra ciudad, talamos montes y selvas, contaminamos ríos y litorales, destruimos recursos de nuestro mar y tierra, e incluso causamos la extinción de especies.^[3] 

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