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Nadar De Noche. Por Juan Forn.


Enviado por   •  26 de Mayo de 2013  •  1.550 Palabras (7 Páginas)  •  3.633 Visitas

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El ser humano durante su vida, tiene que atravesar etapas de las cuales hacen valer su existencia, su línea de tiempo es tan única pero a la vez tan semejante, que la mezcla de ambos dan como resultado establecer un punto de cambio para la humanidad, desde que se nace, se desarrolla y muere. Pero imperiosamente todos nacemos siendo hijos, un título del cual nadie puede escapar, y que convierte esta responsabilidad en el resultado de mantener una unión con dos personas que son su padre y madre, siendo estos últimos los que llevan el desarrollo y estilo de vida del hijo.

Juan Forn describe este momento como un hecho irreal, pero por muchos un punto de la vida que debería ser necesario para limar asperezas y poder decir lo que no se dijo en el momento de vida de un ser querido.

“Era demasiado tarde para estar despierto, especialmente en una casa prestada y a oscuras.

Afuera, en el jardín, los grillos convocaban empecinados y furiosos la lluvia, y él se preguntó cómo podían dormir en los cuartos de arriba su mujer y su hijita con ese murmullo ensordecedor.

Tenía insomnio, estaba en pantalones cortos, sentado frente al ventanal abierto que daba

a la terraza y al jardín. Las únicas luces prendidas eran los focos adentro de la pileta, pero

la luz ondulada por el agua no conseguía matar del todo la sensación de estar en una casa

ajena, el malestar indefinible con aquel simulacro de vacaciones.”

“Entonces oyó la puerta. No el timbre sino dos golpecitos suaves, corteses, casi conscientes

de la hora que era. Cada casa tiene su lógica, y sus leyes son más elocuentes de noche,

cuando las cosas ocurren sin paliativos sonoros. Él no miró el reloj, ni se sorprendió, ni

pensó que los golpes eran imaginación suya. Simplemente se levantó, sin prender ninguna

luz a su paso y cuando abrió la puerta se encontró con su padre parado delante de él. No

lo veía desde que había muerto. Y, en ese momento, supo incongruentemente que ya se

había hecho a la idea de no verlo nunca más.”

El protagonista se encuentra al momento de ocurrir este punto, en la casa de un amigo, siendo de hora muy tarde para que él estuviese despierto, describiendo de forma tenue el ambiente en el que se encontraba, divisando sentado en un ventanal que daba a la terraza sin identificar un rumbo de mirada. Durante esa noche ocurrió aquel encuentro que no es normal tener todos los días, la visita de su padre, el cual estaba muerto desde hace ya 4 años, y desde entonces su vida marcha del modo que marcha la vida de la mayoría de los hombres de edad mediana: está casado, tiene una hija pequeña y requiere encontrar un trabajo que no lo haga sentir esclavo y le entregue la estabilidad económica necesaria. Aunque parezca un cuento de fantasmas o gente que vuelva a la vida, este no es el objetivo de este encuentro, Padre e hijo se saludan, se sientan y comparten una conversación a la orilla de una piscina. No hay sorpresa en el hijo, sólo un sentimiento de recuperar ese estado inicial de todo ser humano: ser hijo.

“El padre cruzó el living a oscuras y el ventanal abierto y fue a sentarse en una de las

reposeras de la terraza. Desde allá miró hacia adentro, lo llamó con la mano y tocó la

reposera vacía a su lado. Él salió obedientemente a la terraza. Dijo:

--‐Dame el impermeable, si querés ¿Te traigo algo para tomar? El padre negó con la cabeza. Después se estiró todo lo que pudo y respiró hondo sin

perder la sonrisa.

--‐No, no así está bien. Va a llover en cualquier momento--‐dijo--‐. Qué maravilla. ¿De día es así, también?”

En tanto su padre se sienta, ambos comienzan a tener una conversación que más que ser de dos personas muy contentas, el entorno se vuelve tenso, siendo el hijo a ratos de una especie de periodista, y otras de un juez que reprocha a un hombre por las cosas que no se hizo estando en vida. Le reprocha el no reconocerle esos méritos. El padre le aclara que desde el lugar donde está no puede ver sus actos, y que, enterándose ahora, tampoco le importa demasiado. Si lo hizo, ya está hecho, y la causa por la cual haya decidido hacerlo no debería importar tanto. El hijo entiende que su reproche es injusto y desiste de éste, se considera cobarde por exigirle a su padre algo que no puede revertir en su estado actual.

Normalmente la relación que existe entre un padre y su hijo es muy unida, aunque está comprobado que la madre es la confidente y amiga ideal para que un hijo se pueda expresar de forma libre. El padre por otra parte, suele tener una estatura moral e intelectual superior y el hijo, este como un aprendiz, debe callar y someterse. El único momento en que la relación se vuelve en igualdad de condiciones es cuando el hijo se convierte también en padre. En este caso el protagonista cumple con esta condición, ya que acaba de ser padre, y esta paternidad se vuelve su aval para igualar la conversación. Apenas tiene oportunidad le enseña su escudo al padre (‘Marisa y la beba’, le menciona en algún momento). Aquí el hijo impone distancia: le informa al de mayor estatura que ya no existe tanta diferencia entre ellos, le advierte que ahora está frente a un par.

El padre ha venido a informarse, a obtener una actualización desde el momento en que partió hasta el día en que, por alguna razón desconocida, ha podido visitar el mundo de su hijo. No requiere una síntesis de actualidad, lo que quiere es conocer la vida de su familia sin él.

“Hay ciertas cosas que son técnicamente imposibles en mi estado actual: sentir, por

ejemplo. ¿Entendés? En cierta medida, lo que soy esta noche es algo que no tendría

ningún valor para tu madre. Con vos, en cambio, es más sencillo, para decirlo de alguna

manera. Siempre te ubicaste en una posición panorámica en cuanto a las emociones. Con

tu madre, con tus hermanas, con vos mismo. En fin.

Hizo otra pausa.”

Durante la conversación, que pasa de ser tensa a tener un grado de introducción en preguntas un poco más sensibles, el padre muestra una debilidad cuando el protagonista le hace una pregunta que para un gran porcentaje de la humanidad puede ser muy fácil de responder, pero en este caso el: ‘¿Por qué no has visitado a mamá?’ fue un golpe duro para ambos, ya que este le responde que no sería fácil de hacer eso, que en su estado actual está impedido de sentir, por lo que sería injusto para ella enfrentarse a esa situación. Es por eso que acude al hijo, por su distancia con los sentimientos, porque nunca se había mostrado necesitado del afecto, porque siempre había vivido en su propio mundo.

Luego de un rato transcurrido, podemos darnos cuenta en el relato que la relación entre ambos se vuelve asimétrica. El padre necesita al hijo, reconoce en él algo que se asemeja en ambos: una capacidad de no sentir o “no necesitar” sentir. Esa cualidad lo convirtió en la visita ideal para recibir a una persona que ya no pertenece a este mundo, no obteniendo demasiadas preguntas del porqué ocurrieron los hechos que cambiaron la vida de todo el entorno que los rodea. Durante este relato podemos recordar que todos hemos “nadado” al menos una vez durante nuestra vida en completa oscuridad y perdiendo el rumbo de nuestro destino.

Podemos darnos cuenta que al seguir leyendo, sentimos que la búsqueda del padre es su hijo, y este es el que está desvelado. También es él quien requiere volver atrás y revisitar su historia. ¿Qué ocurrió desde que no está el padre?¿Quién soy yo desde ese momento?¿Qué padre soy ahora?

“Entonces vos y yo vamos a encontrarnos de nuevo, en algún momento--‐dijo él.

El padre no contestó.

--‐ ¿Importa algo estar juntos, allá?

El padre no contestó.

--‐ ¿Y cómo es? --‐Dijo él.

El padre desvío los ojos y miró la pileta. --‐Como nadar de noche--‐dijo. Y las ondulaciones de

la luz se reflejaron en su cara. --‐Como nadar de noche, en una pileta inmensa, sin cansarse.

Él tomo de un trago el whisky que le quedaba en el vaso y esperó a que llegase al

estómago.”

El protagonista da vuelta el tablero cuando hace una última pregunta al padre: ‘¿Y cómo es (el estado en que estás)?’ El padre responde: ‘Como nadar de noche, en una pileta inmensa, sin cansarse’. El acto de nadar siempre implica entregarse. Entregarse a un estado líquido y desplazarse en él. Nadar de noche agrega a esa entrega la completa desorientación de no saber hacia dónde vamos. No tener referencias y sólo avanzar sin dudar.

“Él respiró hondo, largó el aire y supo que había entrado en la noche más larga y secreta de su vida. Empezó, por supuesto, hablando de su hija.”

El cuento finaliza con el inicio de la noche más larga y secreta de su vida, donde el protagonista narrará al padre su historia, comenzando, por supuesto, por el estado que hoy los une, su vida de padre, cabe recordar que todos hemos nadado, al menos una vez en nuestras vidas, en la completa oscuridad. Claro, en el mismo momento y en el mismo lugar en que se nos regala nuestra primera condición: la de ser hijos.

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