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Otelo a Desdémona


Enviado por   •  8 de Abril de 2015  •  Síntesis  •  1.138 Palabras (5 Páginas)  •  273 Visitas

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4- Otelo a Desdémona

Otelo: “el cielo sabe de veras que eres tan falsa como el infierno”

-: “¡que la ahorquen!”

-: “la cortaré en pedazos, ¿ponerme los cuernos a mí?”

-: “¿no eres una bribona?, ¿qué, no eres una prostituta?

En esta escena se pueden diferenciar algunos temas filosóficos, tales como el amor, la desconfianza, la violencia de género y traición.

Si bien todos los temas están entrelazados, y todos surgen del amor de Otelo a Desdémona, la pruebas falsas generaron la desconfianza que logró tener hacia ella, es llevada al extremo por Otelo al punto de la violencia de género, ya que esta no es sólo física sino que también verbal la cual esta aplicando Otelo. Se puede considerar que traiciona los votos de amor que se habían jurado, a la hora de casarse se promete estar en las buenas y en la malas, Otelo en el primer inconveniente que tuvo con Desdémona la juzgó y sentenció, olvidando aquellos votos.

Otelo y Desdémona, enfrentan un problema de desconfianza muy grande, tanto que Desdémona ya no encuentra la forma de demostrar que Yago sólo estaba diciendo mentiras. Finalmente, el desenlace es trágico ya que Otelo mata a Desdémona y luego se suicida.

Jardín del castillo. Yago y Otelo

(…) YAGO.- Por lo que toca a Miguel Casio, me atrevería a jurarlo, pienso que es un hombre honrado.

OTELO.- Y yo también.

YAGO.- Los hombres debieran ser lo que parecen; ¡ojalá ninguno de ellos pareciese lo que no es!

OTELO.- Cierto, los hombres debieran ser lo que parecen.

YAGO.- Por eso, pues, pienso que Casio es un hombre honrado.

OTELO.- No, en eso hay aún más. Exprésame tus pensamientos tal como los rumias interiormente; y manifiesta los peores de ellos por lo que las palabras tienen de peor.

YAGO.- No, mi buen señor, perdonadme. Aunque comprometido a todo acto de leal obediencia, no estoy obligado a descubrir lo que todos los esclavos son libres de ocultar. ¿Revelar mis pensamientos? Pardiez, suponed que son viles y falsos -¿cuál es el palacio en que no se introducen alguna vez villanas cosas?-. ¿Quién tiene un corazón tan puro donde las sospechas odiosas no tengan sus audiencias y se sienten en sesión con las meditaciones permitidas?

OTELO.- Conspiras contra tu amigo, Yago, si, creyéndolo ultrajado, dejas su oído extraño a tus pensamientos.

YAGO.- Os suplico -aunque quizá soy mal inclinado en mis conjeturas (pues confieso que es una enfermedad de mi naturaleza sospechar el mal, y mis celos imaginan a menudo faltas que no existen)- que vuestra cordura, sin embargo, no conceda ninguna importancia a un hombre cuya imaginación se halla tan propensa a equivocarse, ni construya una armazón de inquietudes sobre el fundamento poco sólido de sus observaciones, imperfectas. No convendría a vuestro reposo, ni a vuestro bienestar, ni a mi fortaleza varonil, honradez y prudencia, permitir que conocierais mis pensamientos.

OTELO.- ¿Qué quieres decir?

YAGO.- Mi querido señor, en el hombre y en la mujer el buen nombre es la joya más inmediata a sus almas. Quien me roba la bolsa, me roba una porquería, una insignificancia, nada; fue mía, es de él y había sido esclava de otros mil; pero el que me hurta mi buen nombre, me arrebata una cosa que no le enriquece y me deja pobre en verdad.

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