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PEDAGOGIA DE LA AUTONOMIA


Enviado por   •  13 de Junio de 2014  •  1.378 Palabras (6 Páginas)  •  298 Visitas

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1. Introducción

En este presente ensayo se describirá el libro “Pedagogía de la autonomía” de Paulo Freire. Inicialmente se enfocara en la descripción y posteriormente al estudio y análisis de los tres escritos del autor, las cuales están dirigidos a los educadores. Con la intención de aportar a favor de una escuela democrática.

2. Desarrollo temático de sus argumentos y reflexiones

El autor destaca la importancia del papel del educador, su tarea docente es no sólo enseñar los contenidos, sino también enseñar a pensar correctamente. Condena la soberbia y la arrogancia, incita a lectura, a la verdadera lectura crítica.

Dice que no hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza. Esos quehaceres se encuentran cada uno en el cuerpo del otro. Lo que se necesita es que el profesor, en su formación permanente, se perciba y se asuma, por ser profesor, como investigador.

Una de las tareas principales de la práctica educativo-progresista es exactamente el desarrollo de la curiosidad crítica, insatisfecha, indócil. Curiosidad con la que podemos defendernos de "irracionalismos" resultantes de, o producidos por, cierto exceso de "racionalidad" de nuestro tiempo altamente tecnificado. Y no hay en esta consideración ningún arrebato falsamente humanista de negación de la tecnología y de la ciencia. Al contrario, es consideración de quien, por un lado, no diviniza la tecnología, pero, por el otro, tampoco la sataniza.

La travesía del conocimiento ingenuo al crítico ha de implicar una formación ética y estética; en oposición al adiestramiento técnico, si se respeta la naturaleza humana de los alumnos, la enseñanza de los contenidos ha de estar ligada estrechamente con su formación moral. Porque educar es formar y formar supone conocer profundamente, disponibilidad para la revisión de lo conocido, posibilidad de cambiar de opciones, de elecciones y el derecho a hacerlo, lo que no puede existir al margen de los principios éticos y estéticos por la belleza que implica la finalidad de justicia social.

La práctica educativa tiene que ser, en sí, un testimonio riguroso de decencia y de pureza. Una crítica permanente a los desvíos fáciles que nos tientan, a veces o casi siempre, a dejar las dificultades que los caminos verdaderos pueden presentarnos. Si se respeta la naturaleza del ser humano, la enseñanza de los contenidos no puede darse alejada de la formación moral del educando. Educar es, sustantivamente, formar.

Invita a enseñar con el ejemplo para lo cual dice: El profesor que realmente enseña, es decir, que trabaja los contenidos en el marco del rigor del pensar acertado, niega, por falsa, la fórmula farisaica del "haga lo que mando y no lo que hago".

También el rechazo definitivo a cualquier forma de discriminación forma parte del pensar acertadamente. La práctica prejuiciosa de raza, clase, género, ofende la sustantividad del ser humano y niega radicalmente la democracia. Cuán lejos estamos de ella cuando vivimos en la impunidad de los que matan niños en las calles, de los que asesinan campesinos que luchan por sus derechos, de los que discriminan a los negros, de los que subestiman a las mujeres.

El autor defiende que la gran tarea del sujeto que piensa acertada-mente no es transferir, depositar, ofrecer, dar al otro, tomado como paciente de su pensar, el entendimiento de las cosas, de los hechos, de los conceptos. La tarea coherente del educador que piensa acertadamente es, mientras ejerce como ser humano la práctica irrecusable de entender, desafiar al educando con quien se comunica y a quien comunica, a producir su comprensión de lo que viene siendo comunicado.

Es por eso por lo que el momento fundamental en la formación permanente de los profesores es el de la reflexión crítica sobre la práctica. Es pensando críticamente la práctica de hoy o la de ayer como se puede mejorar la próxima. El propio discurso teórico, necesario a la reflexión crítica, tiene que ser de tal manera concreta que casi se confunda con la práctica.

Conciencia del inacabamiento, implica ser consiente de aquello que es inevitable: la inconclusión, que es propia de la experiencia vital; porque donde hay vida hay inconclusión; sin embargo la capacidad de tomar conciencia de ello, es privativa del hombre. La conciencia del inacabamiento es lo que funda la educación como permanente, entonces, la formación como proceso continuo.

Lectura del mundo, comprensión del contexto, explicación de la situación, implica el conocimiento de la propia realidad histórica, en el marco de la totalidad; ello

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