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El señor Otis compra el castillo a la familia Canterville a pesar de ser advertido por los mismos de que ahí se aparecía el fantasma del señor Simon Canterville el cual asesinó a su esposa.

A los días de estar ahí, una macha extraña de dudosa procedencia empieza a aparecer en la estancia y la ama de llaves, la señora Umey dice que es sangre de la señora Canterville, la señora Otis no le da importancia y limpia a mancha con sus súper-limpiador, aunque esta vuelve a aparecer.

Poco después el fantasma se empieza a aparecer por la casa haciendo ruido con las cadenas de sus pies, el señor Otis le ofrece un lubricante para que sus cadenas no hagan ruido y las trillizas le lanzan almohadas, el fantasma se indigna y desaparece.

Días después el fantasma regresa al ataque haciendo ruidos roncos con su garganta, la señora Otis en lugar de asustarse, le da un jarabe para la tos y las trillizas vuelven a atacarle con las almohadas, el fantasma se enoja muchísimo pues ha fallado de nuevo.

Regresa con el tiempo, diciendo que se vengara, que apuñalara a Washington el hijo mayor por limpiar la mancha de sangre a diario, que ahogara a las trillizas con almohadas, que degollara a los señores Otis, pero que a Virginia la hija quinceañera no le hará nada porque ella no lo molesta; pero su intento falla y él se retira por mucho tiempo.

Unos días después Virginia recorre la casa en busca de las trillizas, pero en cambio se encuentra con el fantasma el cual le cuenta sus penas, y Virginia llora sus penas para que el pueda descansar en paz, y así lo hace, no sin antes entregarle sus joyas.

La familia que ya se encontraba preocupada porque no la habían visto se sorprendió cuando ella les explico lo que paso, al día siguiente le dieron sepultura a Simon Canterville en el panteón.

La familia vivió feliz, Virginia usaría las joyas el día de su boda con el Conde Cecil y el fantasma de Canterville descanso en paz por siempre.

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