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Prólogo Drácula


Enviado por   •  22 de Enero de 2015  •  556 Palabras (3 Páginas)  •  400 Visitas

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Prólogo Drácula

El rechazo a los seres extraños y diferentes a nosotros nos vuelve tan tonto, queremos disfrazar nuestros miedos y esquivar las grandes debilidades de nuestro ser.

El misterioso Conde Drácula lo que un gran amor es capaz de hacer por cuidar y proteger a la persona amada yendo en su búsqueda eterna, rompiendo con las clásicas historias de cuentos de hadas.

Una “historia de amor” se queda corta cuando un Conde de Transilvania se ve envuelto en pasión, seducción, traición y misterios con cuestionamientos de la vida eterna.

Drácula nos regala las reglas básicas sobre el vampirismo, no puedes saber lo que es realmente un vampiro si no has sido víctima bajo el encanto del Conde Drácula.

Cuando decidas abrirle la puerta a Drácula y entregarle hasta tu propia sangre con tal de que él esté contigo, podrás declararte en esclavitud pura, te aseguro que nunca lo vas a olvidar y que de tus sueños no saldrá.

Tamara Orozco De La Llave

Vuestro amigo, es vuestro anhelo satisfecho.

Es el campo que sembráis con amor y cosecháis dando gracias

Él es vuestra mesa y vuestra morada: a él acudís para saciar vuestra hambre interior, y lo buscáis para recuperar la paz.

Si el amigo os confía su pensamiento, no le escondáis el vuestro.

Cuando él calla, vuestro corazón no deja de escucharlo porque en la amistad cualquier pensamiento, deseo o esperanza nace en silencio y se participa con gozo.

Si tenéis que separaros del amigo no os aflijáis, ya que su misma ausencia echará luz sobre lo que en él más estimáis.

Y que vuestra amistad no tenga otro propósito sino el de incursionar en el espíritu , mutuamente.

Convivid las alegrías sonriendo en la dulzura del afecto, pues en el rocío de las pequeñas cosas el corazón descubre su alborada y se siente por ello confortado.

“Ser amigo es aceptar a Dios en nuestro corazón y orar”

La mujer

No hieras a la mujer ni con el pétalo de una rosa.

No la hieras ni con el pensamiento, joven o vieja, fea o bella, mala o buena, la mujer siempre sabe el secreto de Dios.

Si el universo tiene un fin claro, que ésta al margen de las filosofías, ese fin es la vida y la perpetuación de la vida fue confiada por el ser supremo a la mujer.

En la más vil de las mujeres hay algo divino. Dios ha encendido las estrellas de sus ojos irresistibles, y si el amor de Dios se parece

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